Monday, November 13, 2023

«El ‘milagro’ de Misuri atrae a miles de fieles en EE UU», articulo en El País sobre Sor Wilhelmina Lancaster


Ya saben Ustedes que el diario en español más influyente del planeta es a su vez el más anticatólico, así que no se sorprendan de los pasajes disonantes que contiene el siguiente artículo publicado en su edición dominical con un llamado en primera plana con el titular “Miles de fieles peregrinan a Misuri por el caso de la monja incorrupta”. Se trata del caso emergido anteriormente este año del cuerpo incorrupto de Sor Wilhelmina Lancaster (aquí y aquí).

Artículo de El País, Nov-12-2023.

El ‘milagro’ de Misuri atrae a miles de fieles en EE UU

El caso de una monja supuestamente incorrupta cuatro años después de su sepultura atrae la atención nacional


IKER SEISDEDOS, Gower (Misuri) La hermana Mary Wilhelmina Lancaster llevaba medio siglo de vida religiosa cuando, desilusionada con el rumbo “demasiado progresista” de la Iglesia católica y en su congregación de monjas negras de Baltimore, fundó a mediados de los noventa una orden benedictina consagrada a la misa en latín y el canto gregoriano. Tenía 70 años. Una década después, la diócesis de Kansas City le cedió tierras a unos 70 kilómetros al norte de la ciudad, cerca de Gower (Misuri) para que hiciera una abadía. En 2019, murió allí a los 95 años, rodeada del medio centenar de monjas de la congregación.

Cuando en mayo pasado exhumaron sus restos para trasladarlos al altar de la iglesia, descubrieron un supuesto milagro: el cuerpo estaba, cuatro años después, aparentemente incorrupto, algo que, según la ciencia forense, no es inusual. “Al desenterrarlo, el féretro tenía una raja, por la que la abadesa y yo pudimos ver uno de los pies, intacto. Sorprendía también el estado impoluto del hábito, cuando el revestimiento del ataúd se había desintegrado. Lo interpretamos como un mensaje de Dios: quiere que Wilhelmina continúe su labor religiosa”, dijo el domingo antes de misa la hermana Escolástica, priora de la abadía, que aseguró que el cadáver no había sido embalsamado antes de su sepultura.

También aseguró que no tenían intención de hacer público el hallazgo, pero que un descuido suyo con el correo electrónico hizo que la noticia prendiera “como un incendio salvaje” por Misuri. Primero fueron los medios loca- les. Después, los nacionales.

Y ya no hubo quien lo parase: desde la exhumación, la priora calcula que “decenas de miles de personas” han venido, “desde tan lejos como Filipinas, a ver a Wilhelmina

con sus propios ojos”. El punto álgido llegó al final del verano, durante el puente en torno al Memorial Day, el día de los caídos, uno de los más observados de EE UU.

Escolástica asegura que recibieron a “unas 50.000 personas”.

Pudo influir que aquellos fueron los últimos días en los que se exhibió el cuerpo en mitad del templo, y la gente podía tocarlo, antes de trasladarlo a la urna con cristal en la que aguarda ahora, a un lado de la iglesia. A partir de ahí, el flujo se contuvo. El pasado domingo se presentaron a la misa de las 11.00 unas 150 personas, que llenaron el templo, una cantidad en cualquier caso muy superior a la de antes del revuelo causado por el hallazgo, según confirmó Anna Vogel, feligresa de las de antes, que estaba allí, embarazada de su “decimocuarto hijo”. La priora afirma que desde que exhumaron el cadáver se han producido “unos 50 milagros” y que han observado “un crecimiento aún mayor del número de vocaciones”. La monja describe curaciones de dolencias cardiacas, remisiones de cánceres y el caso de un chico que “llevaba años sin poder mover el cuello y se le arregló el problema tras posarlo sobre el cuerpo de la hermana Wilhelmina”. “Los estamos documentando todos, para, llegado el momento, poder pasarle toda esa información al obispo”.

Para abrir una causa de santidad, la iglesia exige que hayan pasado cinco años del fallecimiento, así que en este caso quedan seis meses. El encargado de iniciarla es la diócesis a la que pertenece la orden, la de Kansas City-Saint Joseph. Escolástica explica que “normalmente la cosa funciona al revés”: primero se abre la causa y luego llegan los supuestos milagros. También, que está “convencida” de que el obispo, James Van Johnston Jr., “está ansioso por iniciar el proceso”.

La diócesis se pronunció en mayo, cuando estalló la noticia, con un comunicado en el que pedían cautela. “Es comprensible que el estado de los restos de la hermana Wilhelmina Lancaster haya generado interés y planteado cuestiones importantes. Al mismo tiempo, es importante proteger su integridad para permitir una investigación exhaustiva”, decía. Una portavoz explicó el jueves a EL PAÍS que “no hay novedades sobre ese texto”. Ante el convencimiento de Escolástica, respondió: “No es correcto que haya ninguna decisión tomada sobre si el obispo perseguirá el proceso de santificación. Ni siquiera puedo confirmar que pasados los cinco años se abra la causa”, añadió.

“Hay gente que ve milagros en todas partes. No veo nada inusual en que un cuerpo se conserve en ese estado cuatro años y medio después de ser enterrado”, aclaró el viernes en una conversación telefónica Marin Pilloud, antropóloga forense de la Universidad de Reno (Nevada). “Hay muchos motivos por los que pueden contribuir a una lenta descomposición: el índice de masa corporal, el contacto con el agua, si la persona estaba tomando ciertas medicinas, o si el cadáver se inhumó en una tierra especialmente fría. Le sorprendería la cantidad de cosas extrañas que pueden suceder después de la muerte”.

Trámite complejo

Fernando Serrulla, responsable de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia, que ha estudiado, entre muchos otros, los restos del apóstol Santiago El Menor, describe dos procesos posibles. “Por un lado, está la saponificación, que sucede con cuerpos con abundancia de grasa y en ambientes húmedos y fríos. Por otro, la momificación, que se da cuando la piel se seca muy rápidamente, y se queda como una especie de tela de tambor sobre los huesos. Eso es más común en entornos secos y calientes”, explica. “No podemos ofrecer un porcentaje que dé una idea de cuán comunes son, porque nadie se dedica a desenterrar un cementerio entero, pero sin duda lo son”.

El de santificación es un trámite complejo, en el que obviamente la fe pasa por encima de cualquier tipo de explicación racional o científica, como las ofrecidas por Pilloud o Serrulla. Es la diócesis la que nombra a un investigador, que se dedica a recoger las pruebas que, si la causa lo amerita, se envían al Vaticano. Si los expertos certifican en Roma que la persona en cuestión ha obrado un milagro, será nombrada beata. Si son dos, santa.

“Hay procesos, como los recientes de Juan Pablo II o Teresa de Calcuta, que se han resuelto por la vía exprés, por motivos políticos, pero en general es un proceso largo, en muchas ocasiones de décadas, o siglos”, aclara Michael Heinlein, editor del libro Black Catholics on the Road to Sainthood (católicos negros en el camino de la santidad), en el que recoge los casos de los seis afroestadounidenses que se hallan “en el camino de la santidad”.

Los devotos y curiosos que acuden a Gower no parecen dispuestos a esperar a que la cosa se aclare. Entre los que el domingo asistieron a la misa, íntegramente en latín —salvo el sermón, en el que el cura rogó para que no prosperara la votación que hizo esta semana constitucional en Ohio el derecho al aborto (fue una plegaria no atendida)— había gente llegada de Kansas City y de Arkansas, así como un autobús fletado por una mujer llamada Ida R. Muorie, que había volado desde Orlando (Florida) y pensaba seguir trabajando para “traer gente y dar a conocer esta historia”.

Muorie, como Wilhelmina y muchos de los allí presentes el domingo, es una especie de unicornio en el mapa de creencias de este país: un católico afroestadounidense. Solo un 3%, según el Pew Research Center, profesa esa fe. La mayor parte son evangélicos.

Por eso, el caso de Wilhelmina resulta tan significativo para Heinlein. “Rezo para que se santifique a una persona afroamericana, y puedan sentirse representados”. El libro que escribió fue, dice, su contribución a la causa. “Para que se produzcan los milagros que exige el Vaticano, la gente debe rezar, así que yo quise poner en conocimiento de los católicos de este país esos seis casos”, aclara.

Si se abriera su causa, Wilhelmina sería la séptima de la lista.

Javier López Goicoechea, canonista y profesor en Derecho Eclesial del Estado en la Universidad Complutense de Madrid, añade a la historia de Misuri la perspectiva de las difíciles relaciones entre las diócesis estadounidenses, “tan conservadoras” y “muchas en quiebra” por las indemnizaciones a víctimas de abusos sexuales y “por la expansión evangélica”, y el Vaticano. “En ese contexto de infantilización de la fe, para contrarrestar el atractivo de otras iglesias de recursos más carismáticos, la certificación de un milagro puede ser muy conveniente”.

López Goicoechea también recuerda que las órdenes religiosas han empujado tradicionalmente para que sus fundadores, como Wilhelmina, “sean santos o beatos”, porque “eso imprime carácter o caché eclesiásticos”, y que el hecho de que las benedictinas de Gower opten por la misa en latín puede resultar un problema para ganarse el apoyo del Papa. En 2021, Francisco limitó la práctica del rito tridentino, en latín y de espaldas a los fieles, a casos excepcionales, lo que soliviantó a los sectores más tradicionales. A la priora la llena de orgullo que ellas son “las únicas benedictinas que lo ofician de esa manera en el mundo angloparlante”.

Lo primero que, según Heinlein, se comprueba en el proceso de canonización es si la persona ha generado un culto popular. “Y a juzgar por las noticias, eso parece que en Gower lo han logrado”, considera. Otro requisito es que los devotos puedan familiarizarse con la vida de la candidata a la santidad. Ese asunto también está cubierto: en la tienda de regalos de la abadía, uno de los productos estrella es la biografía profusamente ilustrada de Wilhelmina, publicada a modo de homenaje por las religiosas en 2020. En ella cuentan que era una mujer aficionada a la poesía, con sentido del humor y que tuvo que superar los obstáculos del racismo en la Iglesia a lo largo de su longeva vida.

El otro éxito de la tienda son los CD de canto gregoriano que las monjas grabaron en 2008 y 2019. Tal vez aquello las preparara para gestionar la fenomenal atención del exterior que están recibiendo con desparpajo. La noticia de que encabezaron la lista Billboard de álbumes religiosos más vendidos durante tres años también atrajo la atención a este rincón de Misuri.

Francisco recibe en audiencia a Tucho

[Advertencia: Esta entrada ha sido actualizada para incluir la imágen, la cual no estaba disponible al momento de su publicación original]

Al reseñar las respuestas que proporcionó el flamante nuevo prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, cardenal Victor Manuel Fernández, a unas dudas sobre el bautizo para los adultos transexuales y otras yerbas del mismo jaéz, empezabamos haciendo notar que del neoprefecto nunca se había informado oficialmente que hubiera acudido a una de aquellas audiencias que solían conceder los días Jueves los Papas a los superiores de esa congregación, ahora dicasterio. En el día de hoy la Oficina de Prensa de la Santa Sede informa de una audiencia sudedida hoy, no es como esas antigüas de los Jueves, pero es la primera de agenda de las cuales se informa de forma oficial. Repetimos, eso no quiere decir que desde su toma de posesión no haya habído encuentros entre Francisco y Tucho, solamente que este ha sido incluido en agenda y anunciado en el boletín diario.

El Monasterio Mater Ecclesiæ del Vaticano se volverá a utilizar como tal


Confirmadas las informaciones precedentes, el Vaticano ha anunciado hoy que el Monasterio Mater Ecclesiæ, último lugar de residencia del Papa Benedicto XVI, volverá a ser utilizado para su intención inicial. Eso sí, las monjas que van a vivir allí tienen que ser argentinas.

Comunicación relativa al Monasterio “Mater Ecclesiae”, 13.11.2023

San Juan Pablo II, con el Breve “La vita contemplativa” del 25 de marzo de 1994, ha erigido canónicamente en la Ciudad del Vaticano un Monasterio de Monjas de vida contemplativa, con el título “Mater Ecclesiae”.

Luego del fallecimiento de Benedicto XVI, quien quiso residir en ese lugar para transcurrir los últimos años de su vida acompañando a la Iglesia con su oración, el Santo Padre Francisco, con Carta autógrafa del 1º de octubre de este año, ha dispuesto que el Monasterio Mater Ecclesiae retome su finalidad original: que órdenes contemplativas sostengan al Santo Padre en su cotidiana solicitud por toda la Iglesia, por medio del ministerio de la oración, de la adoración, de la alabanza y de la reparación, siendo así presencia orante en el silencio y en la soledad.

Para ello, el papa Francisco ha convocado a las Monjas de la Orden Benedictina de la Abadía de Santa Escolástica en Victoria, Provincia de Buenos Aires (Diócesis de San Isidro) en Argentina, quienes generosamente han aceptado la invitación del Santo Padre.

Las seis Monjas que, conforme a los Estatutos, formarán la Comunidad Monástica comenzarán a habitar en el Monasterio los primeros días de enero.

Asímismo, Papa Francisco ha dispuesto que la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano sea la responsable de todo lo referido al Monasterio Mater Ecclesiae.