Wednesday, October 25, 2023

El abusador serial Rupnik encuentra cobijo en diócesis de Eslovenia, mientras a Francisco le preocupan los sacerdotes jóvenes con sotana y roquete (!?)


Sí damas y caballeros, así como lo acaban de leer, el mismísimo día que se ha conocido la incardinación del abusador serial Marko Rupnik en una diócesis de Eslovenia, conservando todas las facultades para ‘ejercer’ como sacerdote, Francisco se lamenta sobre el tal ‘clericalísmo’ ejemplificado en los sacerdotes jóvenes con sotana y roquete (!?).

Interviniendo en la 18ª Congregación General de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, Oct-25-2023, Francisco ha dicho hablando en español (énfasis añadido):

Cuando los ministros se exceden en su servicio y maltratan al pueblo de Dios, desfiguran el rostro de la Iglesia con actitudes machistas y dictatoriales (basta recordar la intervención de la Hna. Liliana Franco). Es doloroso encontrar en algunos despachos parroquiales la “lista de precios” de los servicios sacramentales al modo de supermercado. O la Iglesia es el pueblo fiel de Dios en camino, santo y pecador, o termina siendo una empresa de servicios variados. Y cuando los agentes de pastoral toman este segundo camino la Iglesia se convierte en el supermercado de la salvación y los sacerdotes meros empleados de una multinacional. Es la gran derrota a la que nos lleva el clericalismo. Y esto con mucha pena y escándalo (basta ir a sastrerías eclesiásticas en Roma para ver el escándalo de sacerdotes jóvenes probándose sotanas y sombreros o albas y roquetes con encajes).

Y no es que no le hayamos escuchado a Francisco anteriormente expresiones como esas, lo irónico es que en la misma fecha se ha conocido que su protegido (uno de tantos), el abusador serial Marko Rupnik, encontró su nueva madriguera en una diócesis de su tierra natal. Sobre este caso los entrevistadores de turno en tiempos recientes han fallado en preguntarle a Francisco, tanto en las ruedas de prensa de sus viajes a Mongolia y Marsella, como la agencia Télam, como los que le han publicado un libro-entrevista aparecido esta semana. Reconfirme Usted cuáles son las prioridades de Francisco en materias de ‘escándalo’ adjudicable a los clérigos.

Este es un artículo de Alfa & Omega, Oct-25-2023.

Rupnik vuelve a Eslovenia y sigue ejerciendo el sacerdocio

Al haber sido expulsado de la Compañía de Jesús, el sacerdote esloveno se encontraba en un vacío legal no previsto por el derecho canónico, pero ahora ha quedado adscrito al clero de Koper

Redacción | 25 de Octubre de 2023


El exjesuita Marko Rupnik, quien fue expulsado de la Compañía de Jesús el 9 de junio, ha vuelto a su Eslovenia natal, se ha incardinado en la diócesis de Koper y, según revela katholisch.de, tiene autorización para ejercer nuevamente todos los servicios sacerdotales. Al haber sido expulsado de la Compañía de Jesús se encontraba en un vacío legal no previsto por el derecho canónico, pero ahora ha quedado adscrito al clero de Koper, una circunscripción con unos 176.000 fieles y más de cien parroquias.

Pesan serias acusaciones de abusos sexuales contra este sacerdote esloveno. Numerosas denuncias y testimonios apuntan a que entre 1980 y 2000 abusó sexual y espiritualmente de 20 mujeres, entre ellas siete religiosas. Fue excomulgado en enero de 2020 acusado de una violación grave del derecho canónico, aunque cuatro meses después le levantó la pena la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe (ahora dicasterio). En respuesta, la Compañía de Jesús le prohibió ejercer públicamente su sacerdocio y en 2022 le impuso más normas de obligado cumplimiento, aunque el esloveno desoyó repetidamente todas estas consideraciones.

En septiembre de 2023 la Vicaría de Roma visitó el Centro Aletti, donde el artista esloveno elaboraba sus mosaicos para edificios de culto. Tras hablar con sus trabajadores, publicaron un comunicado que defendía la inocencia de Rupnik, lo que causó un gran revuelo.

Cuando la Compañía de Jesús oficializó definitivamente la expulsión de Rupnik el 26 de julio al no recibir ningún tipo de apelación por su parte, Johan Verschueren, delegado para las Casas y Obras Romanas Internacionales de los jesuitas, lamentó la «incapacidad» del esloveno «para hacer frente a la voz de tantas personas que se sintieron heridas, ofendidas y humilladas por su comportamiento y conducta hacia ellas». Y prometió «a todos los que, de cualquier modo, se han sentido y se sienten heridos y lastimados por este que fue hermano nuestro mi plena solidaridad y apertura para encontrar en el futuro las mejores vías de reflexión para encontrar la paz y la reconciliación interior a través de caminos que podamos estudiar juntos».


Entradas Relacionadas: Declaración de la diócesis de Koper (Capodistria), Eslovenia, sobre la incardinación de Marko Ivan Rupnik.

Carta de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos al Pueblo de Dios


Habian dicho que los padrastros y madrastras padres y madres sinodales le iban a escribir una carta al Pueblo de Dios que conoceríamos el Sábado en la tarde (tiempo de Roma), pero la cosa se ha anticipado y el texto de la carta lo han liberado hoy a las 17:00 horas (tiempo de Roma). Este es.

Carta de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos al Pueblo de Dios

Queridas hermanas, queridos hermanos:

Cuando se acerca la conclusión de los trabajos de la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, queremos, con todos vosotros, dar gracias a Dios por la hermosa y rica experiencia que acabamos de vivir. Este tiempo bendecido lo hemos vivido en profunda comunión con todos vosotros. Hemos sido sostenidos por vuestras oraciones, llevando con nosotros vuestras expectativas, vuestras preguntas y también vuestros miedos.

Han pasado ya dos años desde que, a petición del Papa Francisco, se inició un largo proceso de escucha y discernimiento, abierto a todo el pueblo de Dios, sin excluir a nadie para “caminar juntos”, bajo la guía del Espíritu Santo, discípulos misioneros siguiendo a Jesucristo.

La sesión que nos ha reunido en Roma desde el 30 de septiembre constituye una etapa importante en este proceso. Por muchos motivos, ha sido una experiencia sin precedentes. Por primera vez, por invitación del Papa Francisco, hombres y mujeres han sido invitados, en virtud de su bautismo, a sentarse en la misma mesa para formar parte no solo de las discusiones, sino también de las votaciones de esta Asamblea del Sínodo de los Obispos. Juntos, en la complementariedad de nuestras vocaciones, de nuestros carismas y de nuestros ministerios, hemos escuchado intensamente la Palabra de Dios y la experiencia de los demás. Utilizando el método de la conversación en el Espíritu, hemos compartido con humildad las riquezas y las pobrezas de nuestras comunidades en todos los continentes, tratando de discernir lo que el Espíritu Santo quiere decir a la Iglesia hoy.

Así hemos experimentado también la importancia de favorecer intercambios recíprocos entre la tradición latina y las tradiciones del Oriente cristiano. la participación de delegados fraternos de otras Iglesias y Comunidades eclesiales ha enriquecido profundamente nuestros debates. Nuestra asamblea se ha llevado a cabo en el contexto de un mundo en crisis, cuyas heridas y escandalosas desigualdades han resonado dolorosamente en nuestros corazones y han dado a nuestros trabajos una gravedad peculiar, más aún cuando algunos de nosotros venimos de países en los que la guerra se intensifica.

Hemos rezado por las víctimas de la violencia homicida, sin olvidar a todos a los que la miseria y la corrupción les han arrojado a los peligrosos caminos de la emigración. Hemos garantizado nuestra solidaridad y nuestro compromiso al lado de las mujeres y de los hombres que en cualquier lugar del mundo actúan como artesanos de justicia y de paz.

Por invitación del Santo Padre, hemos dado un espacio importante al silencio, para favorecer entre nosotros la escucha respetuosa y el deseo de comunión en el Espíritu. Durante la vigilia ecuménica de apertura, experimentamos cómo la sed de unidad crece en la contemplación silenciosa de Cristo crucificado. “La cruz es, de hecho, la única cátedra de Aquel que, dando su vida por la salvación del mundo, encomendó sus discípulos al Padre, para que ‘todos sean uno’ (Jn 17,21). Firmemente unidos en la esperanza que nos da Su Resurrección, Le hemos encomendado nuestra Casa común, donde resuenan, cada vez con mayor urgencia, el clamor de la tierra y el clamor de los pobres: ‘¡Laudate Deum!’”, recordó el Papa Francisco precisamente al inicio de nuestros trabajos. Día tras día, hemos sentido el apremiante llamamiento a la conversión pastoral y misionera. Porque la vocación de la Iglesia es anunciar el Evangelio no concentrándose en sí misma, sino poniéndose al servicio del amor infinito con el que Dios ama el mundo (cf. Jn 3,16).

Ante la pregunta de qué esperan de la Iglesia con ocasión de este sínodo, algunas personas sin hogar que viven en los alrededores de la Plaza de San Pedro respondieron: “¡Amor!” Este amor debe seguir siendo siempre el corazón ardiente de la Iglesia, amor trinitario y eucarístico, como recordó el Papa, evocando el 15 de octubre, en la mitad del camino de nuestra asamblea, el mensaje de Santa Teresa del Niño Jesús. “Es la confianza” lo que nos da la audacia y la libertad interior que hemos experimentado, sin dudar en expresar nuestras convergencias y nuestras diferencias, nuestros deseos y nuestras preguntas, libremente y humildemente.

¿Y ahora? Esperamos que los meses que nos separan de la segunda sesión, en octubre de 2024, permitan a cada uno participar concretamente en el dinamismo de la comunión misionera indicada en la palabra “sínodo”. No se trata de una ideología, sino de una experiencia arraigada en la Tradición Apostólica. Como nos recordó el Papa al inicio de este proceso: “Si no se cultiva una praxis eclesial que exprese la sinodalidad […] promoviendo la implicación real de todos y cada uno, la comunión y la misión corren el peligro de quedarse como términos un poco abstractos” (9 de octubre de 2021). Los desafíos son múltiples y las preguntas numerosas: la relación de síntesis de la primera sesión aclarará los puntos de acuerdo alcanzados, evidenciará las cuestiones abiertas e indicará cómo continuar el trabajo”.

Para progresar en su discernimiento, la Iglesia necesita absolutamente escuchar a todos, comenzando por los más pobres. Eso requiere, por su parte, un camino de conversión, que es también un camino de alabanza: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños” ( Lc 10,21). Se trata de escuchar a aquellos que no tienen derecho a la palabra en la sociedad o que se sienten excluidos, también de la Iglesia. Escuchar a las personas víctimas del racismo en todas sus formas, en particular en algunas regiones de los pueblos indígenas cuyas culturas han sido humilladas. Sobre todo, la Iglesia de nuestro tiempo tiene el deber de escuchar, con espíritu de conversión, a aquellos que han sido víctimas de abusos cometidos por miembros del cuerpo eclesial, y de comprometerse concretamente y estructuralmente para que eso no vuelva a suceder.

La Iglesia necesita también escuchar a los laicos, a las mujeres y a los hombres, todos llamados a la santidad en virtud de su vocación bautismal: el testimonio de los catequistas, que en muchas situaciones son los primeros en anunciar el Evangelio; la sencillez y la vivacidad de los niños, el entusiasmo de los jóvenes, sus preguntas y sus peticiones; los sueños de los ancianos, su sabiduría y su memoria. La Iglesia necesita escuchar a las familias, sus preocupaciones educativas, el testimonio cristiano que ofrecen en el mundo de hoy. Necesita acoger las voces de aquellos que desean ser involucrados en ministerios laicales o en organismos participativos de discernimiento y de decisión. La Iglesia necesita particularmente, para progresar en el discernimiento sinodal, recoger todavía más las palabras y la experiencia de los ministros ordenados: los sacerdotes, primeros colaboradores de los obispos, cuyo ministerio sacramental es indispensable en la vida de todo el cuerpo; los diáconos, que a través de su ministerio representan la preocupación de toda la Iglesia por el servicio a los más vulnerables. Debe también dejarse interpelar por la voz profética de la vida consagrada, centinela vigilante de las llamadas del Espíritu. Y debe también estar atenta a aquellos que no comparten su fe, pero que buscan la verdad, y en los que está presente y activo el Espíritu, Él que ofrece “a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual” (Gaudium et spes 22, 5).

“El mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión. Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” (Papa Francisco, 17 de octubre de 2015). No debemos tener miedo de responder a esta llamada. La Virgen María, primera en el camino, nos acompaña en nuestro peregrinaje. En las alegrías y en los dolores Ella nos muestra a su Hijo y nos invita a la confianza. ¡Es Él, Jesús, nuestra única esperanza!

Ciudad del Vaticano, 25 de octubre de 2023

Murió Wanda Półtawska, la "hermana" de Karol Wojtyła: Una profunda amistad


Artículo de Vatican News, Oct-25-2023.

Murió Wanda Półtawska, la "hermana" de Karol Wojtyła: Una profunda amistad

Sobrevivió a los inhumanos experimentos nazis realizados en el campo de concentración de Ravensbrück. Médica y psicóloga, miembro del Pontificio Consejo para la Familia, de la Pontificia Academia para la Vida y consultora del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, Półtawska estuvo unida a Juan Pablo II por una profunda amistad intelectual y espiritual

por Giampaolo Mattei


"Karol Wojtyła fue -y sigue siendo- para mí un padre, un hermano y un amigo extraordinariamente juntos en la misma persona, pero sobre todo fue -y sigue siendo- una gracia inventada por el Espíritu Santo, un soplo de esperanza cristiana entre las tinieblas del mundo, y no sólo para mí". Wanda Półtawska -fallecida a las 23.30 horas de ayer, martes 24 de octubre, y realmente todavía en la órbita espiritual de la memoria litúrgica de san Juan Pablo II celebrada el domingo- eligió estas palabras para decir "sí", con un ímpetu no debilitado por la edad, a la petición de "L'Osservatore Romano" de escribir un testimonio en el número especial (18 de mayo de 2020) dedicado al centenario del nacimiento de su "padre, hermano, amigo" que la llamaba cariñosamente dusia, es decir, hermanita.

Wanda Półtawska -su apellido de soltera era Wojtasik- habría cumplido 102 años (nació en 1921, un año menos que Wojtyła) el 2 de noviembre: por ese "juego" de casualidades (que no coincidencias), el día de la "primera misa" del padre Karol en la cripta de San Leonardo en el Wawel de Cracovia (1946).

Una mujer de estilo y carácter firmes, de maneras directas y palabras ecenciales ante cualquier interlocutor. Una mujer libre, por encima de todo. Con una historia personal que hoy la convierte casi en un "icono" de la convulsa historia del siglo XX para su Polonia y la propia Europa. Un calvario que las crónicas de estos días confirman trágicamente.

La lucha contra el nazismo

Originaria de Lublin, Wanda tuvo experiencias fundadoras en clubes juveniles católicos, en los scouts, incluso en el deporte, y estudió en el Colegio de las Hermanas Ursulinas. Luego se arremangó la camisa -un gesto enérgico típico de ella, casi como una "señal de batalla"- en la resistencia polaca a la invasión nazi de Polonia el 1 de septiembre de 1939.

Detenida el 17 de febrero de 1941 -con apenas diecinueve años-, primero fue maltratada en la lúgubre prisión de Lublin y después, a partir del 21 de noviembre del mismo año, vio cómo le cambiaban el nombre por el número 7709 en el tristemente célebre campo de concentración de Ravensbrück, especialmente famoso por sus experimentos inhumanos con prisioneras (de las cuarenta mil mujeres polacas allí encarceladas, ocho mil sobrevivieron).

Conejillo de indias en experimentos inhumanos

Wanda-7709 fue reducida a conejillo de indias. En concreto (utilizando la despreciable terminología nazi) a "Kaninchen" -es decir, "conejo"- para la "clínica de la muerte" dirigida por el "doctor" Kael Gebhard, médico personal del jefe de la Gestapo Heinrich Himmler. Con el fin de estudiar medicamentos para los soldados en el frente, las mujeres sufrían fracturas y amputaciones. Y eran sometidas a todo tipo de 'experimentos', casi siempre mortales.

Experimentar el 'infierno', la inhumanidad - repitió Wanda a lo largo de su vida tras haber sobrevivido 'por la gracia de Dios y evidentemente con razones', al lager (fue liberada entre abril y mayo de 1945 por el Ejército Rojo) - fue el 'fuego' que la convenció para licenciarse en medicina y psicología con especialización en psiquiatría, estudiando también filosofía. En el centro de todo, para ella, estaba la cuestión de la persona humana, de su dignidad. "¿Quién es el hombre?", la única pregunta de fondo que, como mujer cristiana, se planteó durante y después de Ravensbrück.

El horror no se borra pero puede transformarse

Cuando terminó la guerra, Wanda se trasladó inmediatamente a Cracovia, precisamente para intentar borrar "la pesadilla". De nada le había servido poner por escrito sus memorias (Tengo miedo de los sueños). No, el horror no se puede borrar. Pero puede transformarse. En este sentido, convertir la dureza de la experiencia de Ravensbrück en ternura por las personas que sufren es, quizás, el mejor testimonio de la doctora Półtawska. Sí, la elección de no tomar partido por el rencor vengativo, sino por la reconstrucción de un pueblo a partir de su parte más débil: los enfermos, los discapacitados.

Hacerlo, pues, con estrategias innovadoras para la época. Tanto como para poner en marcha una "pastoral familiar" que partiera del momento de la enfermedad y de la centralidad de la persona humana.

Pero la misión de médico y psicólogo, aunque verdaderamente "en primera línea" en la Polonia comunista de posguerra, no era realmente "suficiente" para ella. Wanda buscaba "algo más", esa "chispa de fe" en la historia de los hombres y mujeres tan duramente probados por una guerra sin descuentos.

El encuentro con el padre Wojtyła

Lo que cambió -literalmente- su vida fue su encuentro con el padre Karol Wojtyła ("Enseguida me di cuenta de que era un sacerdote santo y le pedí que fuera mi confesor"). Por una comunión espiritual de amistad que duró más de medio siglo, tejida de comunión, encuentros, cartas, oración. Una camaradería viva espiritual e intelectualmente, y no interrumpido, es más, relanzado de un modo nuevo, por la elección de Wojtyła al Pontificado el 16 de octubre de 1978 ("porque la amistad está o no está y si está permanece para siempre").

Una amistad, confió Wanda, que ni siquiera la muerte interrumpió porque -después de haber estado cerca de él hasta aquel 2 de abril de 2005 (leyéndole textos espirituales y literatura polaca: las pasiones de su amigo moribundo)- estaba convencida de que la fe da la certeza de que las auténticas relaciones humanas no se rompen.

Juntos en la defensa de la vida

El encuentro con el padre Wojtyła se convirtió primero en una estima y luego en una amistad en fraternidad a partir de un verdadero "ejercicio espiritual" cotidiano y de las cuestiones más graves que tocan la vida humana. Fue la promulgación de la ley del aborto en Polonia en 1956 lo que dio lugar a una colaboración "sobre el terreno".

Wanda nunca tuvo pelos en la lengua: "En el campo de concentración de Ravensbrück, vi cómo los nazis utilizaban sin escrúpulos a mujeres embarazadas como conejillos de india e incluso arrojaban bebés a los hornos crematorios, y me prometí a mí misma que, si sobrevivía, defendería la vida en todos los sentidos, especialmente la de los niños, sin excepción". No faltaron fuertes opositores a sus firmes posiciones contra el aborto, arraigadas precisamente en la experiencia asesina de los campos de concentración.

Pero fue precisamente esa ley la que "impresionó" a los dos amigos: "Él como sacerdote, yo como médico iniciamos una colaboración para el trabajo común" para oponerse a ella con hechos. He aquí el sentido práctico, la conciencia de una mujer y un hombre que habían vivido la guerra en su piel. Tanto es así, que el joven sacerdote había puesto a disposición su pequeño apartamento como punto de encuentro para parejas. Una pastoral familiar sin complejos planes pastorales, puesta en común de forma sencilla, sin estructuras, por aquel médico tenaz y aquel sacerdote "dispuesto a escuchar con una rara habilidad", que actuaron al unísono para intentar salvar la vida de un niño - "aunque sólo fuera uno"-, "salvando al mismo tiempo con delicadeza a la familia".

La segunda familia de Karol

Sí, la familia. En Wanda, en su marido Andrzej, filósofo, y en sus cuatro hijos, "Karol Wojtyła encontró una segunda familia, la familia que había perdido a una edad muy temprana: primero su madre, luego su querido hermano médico Edmund, y más tarde su padre. Se quedó solo en sus afectos familiares". Una sencilla intimidad de vida familiar vivida de manera especial, durante los periodos estivales, en la Villa Papal de Castel Gandolfo. "Viví muchos años con una pierna en Cracovia y la otra en Roma", sus palabras. Son "las personas más queridas para mí" confió el Papa Wojtyła, recordando en particular "la primera Navidad en Roma".

Sin duda, para Wanda "el signo más fuerte" de esta amistad, "extraordinaria porque sencilla y sencilla porque extraordinaria", es el momento de la enfermedad, la frontera de la vida. El cáncer. Así relataba ella el estilo espiritual, 'místico', elegido por Wojtyła 'para intentarlo todo' con el fin de que se recuperara: 'La amistad nunca tiene momentos dolorosos'.

En 1962, cuando el obispo Karol estaba en Roma para el Concilio Vaticano II, me sentí enferma y fue informado por mi marido en un telegrama que yo estaba en el hospital en Cracovia. Por sugerencia del padre Andrzej Maria Deskur, que había llegado a cardenal, se dirigió directamente al padre Pío de Pietrelcina pidiéndole oraciones por mí, pero sin mencionar mi nombre. En aquella época, en Polonia no sabíamos nada -al menos yo- de aquel santo fraile capuchino del sur de Italia. Sólo después de mi curación supe que Karol había escrito al Padre Pío y sentí una emoción, que continúa hasta hoy, al descubrir el contenido. A decir verdad, mi curación, en lugar de hacerme poner de rodillas para dar gracias a Dios, casi provocó en mí una rebelión: me asustaba el poder de Dios y también el hecho de que "dependemos totalmente de Él". Como si dijera: ¿qué quiere Dios ahora de mí para curarme? ¿Qué misión me confía?

Una extensa colección de pensamientos y cartas con Karol Wojtyła fue editada por Wanda y publicada en Italia con el título "Diario de una amistad. La familia Półtawski y Karol Wojtyła" (ediciones San Paolo).

El testimonio de una superviviente hoy

En medio de la experiencia del Sínodo, el testimonio de una mujer de más de 100 años, superviviente del sangriento siglo XX y de las ideologías del nazismo y el comunismo, tiene una relevancia desconcertante. Alejada del asombro clerical (¿pero de qué podía tener "miedo" una conejilla de Indias de Ravensbrück?), colaboró como protagonista, con ese "genio femenino" tan querido por su amigo, en la redacción de textos y documentos de alto nivel. En un estilo de intercambio mutuo de ideas, proyectos, visiones. Sobre temas centrales y acuciantes como la persona humana, la familia, la sexualidad.

También está la inteligencia y el corazón de Wanda en la contribución de Wojtyła a la encíclica Humanae vitae de Pablo vi. Con pasión convencida, Wanda no escatimó energías para relanzar, a todos los niveles, los contenidos de esa encíclica, como alma del Instituto de Teología para la Familia cofundado en Cracovia con Wojtyła, quien -como sacerdote, obispo y cardenal arzobispo apoyó -no solo con palabras- el papel de los laicos y de las mujeres.

Desde el ensayo "Amor y responsabilidad" hasta los textos de Wojtyła, antes y después de su elección al papado, Wanda encarnó, también como profesora universitaria, toda esa "teología del cuerpo" que plantea claramente cómo la misma "transmisión de la vida debe ser un proyecto de Dios" por descubrir. Y, significativamente, en la Curia Romana ha sido miembro del Pontificio Consejo para la Familia desde 1983, miembro de la Pontificia Academia para la Vida desde 1994, y también consultora del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios.