Al finalizar la entrada que en su momento dedicamos a la audiencia que Francisco concedió a Mons. Georg Gänswein, pocos días después de los funerales de Benedicto XVI, preguntabamos, “¿para qué era la audiencia?”.
Traducimos, con algunas adaptaciones, el aparte primordial de un artículo firmado por Francesco Capozza y publicado en Libero, Feb-07-2023 (en la imágen).
Siga @secretummeum[...] una de nuestras fuentes nos dijo algo que no esperábamos: la verdad sobre el cara a cara entre Bergoglio y Gänswein que los medios “amigos”, en los días inmediatamente posteriores, habían retratado como una especie de reencuentro entre el padre y el hijo pródigo. En la mañana del 9 de enero, en el estudio del Papa en la tercera logia del Palacio Apostólico, sucedió lo contrario.
Ya el motivo de la audiencia, que fue solicitada por Bergoglio y no por el padre Georg, tiene en sí mismo algo increíble: la herencia de Benedicto XVI. Quién conozca las cosas sobre el Vaticano sabe que todo lo que el Papa recibe como regalo durante el ejercicio de su Ministerio y por lo tanto joyería, vestiduras, joyas (cruces pectorales, anillos...), objetos sagrados, cuadros, no son de su propiedad como individuo particular sino de la Santa Sede. Y en el patrimonio de ésta deben confluir a la muerte del Pontífice. Luego está la inmensa biblioteca de Ratzinger, que es pequeña comparada con las sumas obtenidas a lo largo de los años por los derechos de sus numerosos libros, algunos de los cuales —como la trilogía sobre Jesús— han vendido millones de ejemplares en todo el mundo y en varios idiomas. Benedicto ya se había ocupado de esto cuando estaba en el cargo, estableciendo la Fundación Ratzinger (hoy presidida por el Padre Federico Lombardi, portavoz de la Oficina de Prensa del Vaticano en el momento del pontificado), estableciendo que los derechos de sus obras deben confluir a un fondo instituido en su nombre para el mantenimiento y continuación cultural de la misma.
Es una lástima, sin embargo, que este también esté formalmente incardinado como órgano científico y divulgativo de la Santa Sede y, por lo tanto, subordinado al total poder discrecional del Pontífice reinante, es decir, Bergoglio. El legado material de Benedicto parece pueda ser bastante conspicuo y si, por un lado, el testamento espiritual del ilustre difunto se dio a conocer pocas horas después de su muerte, de aquello más prosaicamente material, redactado en su última versión en 2021, no hay noticia cierta. Aparte del hecho de que el Padre Georg fue nombrado no sólo albacea, sino también heredero universal.
¡Bergoglio, por lo tanto, habría convocado a Gänswein en primer lugar para sacar cuentas, propiamente dichas! Pero eso no es todo: nuestra fuente también nos habló del otro plato del menú que supuestamente el Papa Francisco le habría servido al Prefecto de la casa pontificia el pasado 9 de enero, y serían las amenazas. La conversación de hecho se habría trasladado a un punto muy espinoso para el Pontífice argentino, a saber, lo que Gänswein puso en blanco y negro en su reciente libro, “Nada más que la verdad”. Muchos se les ha pasado por alto un detalle, no a Bergoglio: al recordar los momentos del Cónclave de 2013 en el que Francisco fue elegido, Gänswein involuntariamente y potencialmente cayó en lo que la Iglesia llama excomunión Latae Sententiae, es decir, de facto, por haber revelado hechos de un Cónclave todavía no disuelto. Las reglas sobre el secreto de todo lo que sucede antes, durante y después de la votación para la elección del Sumo Pontífice son muy estrictas y todas sancionadas por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis de Juan Pablo II y Gänswein, en calidad de Prefecto de la casa pontificia, ha jurado respetarlos exactamente como los cardenales votantes y demás personalidades eclesiásticas admitidas dentro del recinto inaccesible del Cónclave para sus funciones operativas cubiertas.
Según la reconstrucción que se nos ha confiado, Bergoglio no habría sido demasiado sutil en el encuentro cara a cara con el padre Georg e incluso habría prospectado el proceso canónico (que en el peor de los casos puede conducir a la reducción al estado laical), por el grave incumplimiento cometido, si desde ese día en adelante hubiera vuelto a abrir la boca con la prensa. Es evidente que Gänswein debió tomarse en serio la amenaza, porque a nuestra solicitud de entrevista por escrito hace dos días, respondió: «Lamentablemente, actualmente no veo la posibilidad de dar entrevistas, por una simple razón que se explica en el Eclesiastés 3.7». No siendo tan expertos en las Sagradas Escrituras, fuimos a comprobar lo que dice este versículo: “Un tiempo de rasgar y tiempo de coser, tiempo de callar y tiempo de hablar”.