Thursday, September 01, 2022

El cardenal Müller a Francisco: «El cardenal Zen será procesado en China, que el Vaticano no lo sacrifique por razones de Estado»


Entrevista en Il Messaggero, presumiblemente por Franca Giansoldati, con el cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Nuestra traducción obviando la introducción.

¿Piensa que Zen ha sido abandonado a su suerte por ser un personaje embarazante, dado que defiende a los católicos chinos pertenecientes a la Iglesia clandestina no alineada con el Partido Comunista o hay algo más debajo?

«Espero que no sea abandonado. El consistorio extraordinario habría sido una oportunidad para declarar la plena solidaridad con Zen por parte de todos los cardenales del Colegio».

¿Y qué pasó en su lugar?

«Nada de nada. Obviamente existen razones políticas por parte de la Santa Sede que impiden iniciativas de tal género. Me refiero al acuerdo para la renovación de obispos firmado recientemente con el gobierno de Xi. Siento decir esto, pero no podemos someter los intereses de la Santa Sede y del Estado Vaticano a la dimensión eclesial y a la verdad».

¿En qué sentido?

«Quizás la Iglesia debería ser más libre y menos vinculada a las lógicas del poder, mundanas, en consecuencia más libre para intervenir y, si es necesario, para criticar a aquellos políticos que acaban suprimiendo los derechos humanos. En este caso, me pregunto por qué no criticar a Beijing. Zen es un símbolo y fue arrestado con un pretexto, no hizo nada, es un personajes con autoridad, valiente y muy temido por el gobierno. Tiene más de 80 años y lo hemos dejado solo».

El Vaticano ha renovado recientemente el acuerdo con China para los nombramientos episcopales, quizás haya mucho en juego y quizás sea mejor usar la diplomacia...

«Si es necesario la Iglesia también debería criticar a los poderosos de este mundo. Y entonces el ejemplo de Pío XII debería habernos enseñado algo, la verdad no siempre se puede sacrificar».

¿Podría el Papa Francisco hacerlo?

«Eso espero. Del silencio de este consistorio sobre el caso Zen tengo temores. Un poco como sucede con la cuestión relativa a Putin. Está claro que el nombre del representante de la Federación Rusa no se pronuncia en público porque se teme el efecto que podría tener sobre la minoría católica en Rusia. Un sacerdote alemán que vive en Siberia lo explicó justamente hace poco. Putin puede expulsar a todos los católicos de la noche a la mañana o hacerles pasar un mal rato. La situación no es fácil».

Mejor ahora el silencio y tal vez trabajar detrás de escena, ¿no le parece?

«Siempre se debe evidenciar la verdad ante las persecuciones. Para el zen no hubo ni siquiera una propuesta de una oración colectiva».

Disculpe, pero había más de 200 cardenales en el consistorio: ¿no podrían tomar de forma autónoma la iniciativa de un documento común de solidaridad?

“No hubo la ocasión, no encaja en la tradición y quizás con este clima interno nadie lo siente. Ha habido algunos intercambios, eso sí, pero solo entre algunos de nosotros. Lamentablemente no pudimos hacer nada más porque había tiempos ligados a los grupos de trabajo, el tiempo disponible no era tanto. Y tal vez estaban demasiado ocupados cantando las alabanzas de una constitución apostólica ya en vigencia y ahora inmodificable, un texto que nunca ha sido sometido al escrutinio del colegio cardenalicio. Lo digo irónicamente, con un toque de amargura. Es como si nos trataran como a estudiantes de primer semestre, como si necesitáramos ser adoctrinados pero no quiero hacer polémicas».

Volvamos Zen...

«El miedo a intervenir sobre un tema así que tiene que ver con las relaciones con China es evidente, en mi opinión. La situación con Beijing es compleja, las informaciones que llegan aquí son parciales y, lamentablemente, no todo es bueno y triunfal. La Iglesia clandestina es actualmente perseguida en muchas zonas y se enfrenta a obispos patrióticos más obedientes al Estado ateo de Pekín que al Papa. El silencio sobre Zen encontrado en el consistorio no quisiera que sea indicativo del hecho de que este cardenal anciano está siendo consagrado, sacrificado sobre el altar de la razón de estado, para defender y llevar a cabo el acuerdo diplomático con Pekín. Veo este riesgo y siento dolor».

¿Podría realmente ser sacrificado?

«Lamentablemente para mí esta duda avanza. Además, no es la primera vez en la historia de la Iglesia que se sacrifican cristianos ejemplares. A veces el cinismo de la política prevalece sobre la libertad que enseña el Evangelio. Que vuestro hablar sea sí sí, no no».

Francisco regresa a cargar contra “el indietrismo disfrazado de tradición” en la liturgia


De un cierto tiempo reciente a esta parte Francisco ha utilizado el término en italiano indietrismo, aún hablando en otro idioma, el cual no tiene exactamente un significado exacto en español, que sería algo así como asumir una actitud retardataria —no simplemente retroceder o dar retromarcha— para criticar la caricatura de tradición y tradicionalismo que él ha construido y considera es la única definición. Es decir, critica un constructo mental suyo propio. El día de hoy se le ha dado la oportunidad perfecta al recibir en audiencia a los miembros de la Asociación Italiana de Profesores y Cultores de la Liturgia, Sala Clementina del Palacio Apostólico, para regresar a cargar contra “el indietrismo disfrazado de tradición” al final del discurso que pronunció (la traducción oficial deberá aparecer aquí). Nuestra traducción con algunas adaptaciones.

El progreso en la comprensión y también en la celebración litúrgica debe estar siempre enraizado en la tradición, que te lleva siempre adelante en el sentido que el Señor quiere. Hay un espíritu que no es el de la verdadera tradición: el espíritu mundano del “indietrismo”, hoy de moda: pensar que ir a las raíces significa volver atrás. No, son cosas diferentes. Si tú vas a las raíces, las raíces te elevan, siempre. Como el árbol, que crece de lo que le viene de las raíces. Y la tradición es precisamente ir a la raíz, porque es la garantía del futuro, como decía Mahler. En cambio, el indietrismo es retroceder dos pasos porque es mejor el “siempre se ha hecho así”. Es una tentación en la vida de la Iglesia que te lleva a un restauracionismo mundano, disfrazado de liturgia y teología, pero es mundano. Y el indietrismo es siempre mundanidad: por esto el autor de la Carta a los Hebreos dice: “Nosotros no seamos gente que retrocede”. No, tú ve adelante, según la línea que te da la tradición. Retroceder es ir contra la verdad y también contra el Espíritu. Haz bien esta distinción. Porque en la liturgia hay muchos que se dicen “según la tradición”, pero no es así: como máximo serán tradicionalistas. Otro decía que la tradición es la fe viva de los muertos, el tradicionalismo es la fe muerta de algunos vivos. Matan ese contacto con las raíces retrocediendo. Estén atentos: hoy la tentación es el indietrismo disfrazado de tradición.