Con ese nombre que citamos entre comillas la arquidiócesis de Luxemburgo ha compilado las respuestas recogidas en la síntesis o como quiera que se llame. Bastante preocupante porque es como si fuera una copia al carbón de lo que están haciendo sus vecinos alemanes, porque el relator general del Sínodo sobre la Sinodalidad es precisamente el arzobispo de Luxemburgo, el card. Jean-Claude Hollerich, y porque de a poco el burro va asomando las orejas, es decir, lentamente nos van ambientando para que sepamos que el tal Sínodo de la Sinodalidad se dedicará a intentar normalizar los actos homosexuales, se dedique a ver cómo ordenar hombres casados, se dedique a ver cómo ordenan mujeres, se dedique a ver cómo ‘redefirnir’ dogmas, y así sucesivamente. Se simula consultar, pero la realidad es que este es otro sínodo pilotado, como el amazónico y el de la familia. Tal vez esas son las tales “sorpresas del Espíritu” y el “Dios de las sorpresas” a los que continuamente se refiere Francisco.
El sitio de informaciones de la conferencia episcopal italiana, la agencia SIR, presenta este artículo, Jul-28-2022.
Luxemburgo: sobre temas sinodales de "comunión, participación y misión", los católicos piden reformas, subsidiariedad, inclusión
28 de julio de 2022
“Necesitaría desarrollarse un verdadero proyecto pastoral construido de manera sinodal y no por una comisión de pocos miembros elegidos por la jerarquía”. Así escriben los luxemburgueses en su reporte sinodal, en el capítulo relativo a la “comunión” a nivel diocesano. La necesidad es mantener juntas las diferentes realidades y crear una verdadera cultura de la acogida para tejer vínculos entre las diferentes nacionalidades y culturas. Las misas deben convertirse en “la tarjeta de visita de la Iglesia” y también debe ser posible confiar la predicación a un laico o a una mujer; es necesario formar las comunidades en “cómo gestionar los conflictos, cómo discutir en forma constructiva, cómo formular y recibir críticas”. Con respecto a la Iglesia universal, nuevamente en el capítulo dedicado a la “comunión”, se dice que se necesita “reestructurar la comunidad y la jerarquía, volverse más abiertos y no tener miedo al cambio”, sin cambiar el mensaje central, “la idea de amor a Dios y al prójimo, pero adaptando la manera de vivirlo”. Y nuevamente: “La Iglesia universal permanecer siendo garante de la unidad, pero las diócesis deben poder ser capaces de inculturar la fe a nivel local: es necesaria la descentralización”. Y luego, “para que la Iglesia pueda realizar su mensaje en el mundo, debe conocer el mundo, ver el mundo hoy sin perderse en un papel moralista”. Según los jóvenes, se necesita “la acogida de todos”, “el fin del dominio masculino con la posibilidad de dar mayor responsabilidad a las mujeres y darles acceso al sacerdocio”, “un cambio de perspectiva sobre la homosexualidad, apertura al matrimonio para todos y la abolición de la obligación del celibato para los sacerdotes”. En cuanto al tema de la participación, la referencia a nivel diocesano es al “principio de subsidiariedad” y a la “posibilidad de codecisión” (se esperan también “estructuras sinodales estables”). Se necesitan competencias para que se pueda realizar una "verdadera condivisión de poder, una auténtica participación de los laicos y en particular de las mujeres”. Se pide poder expresarse también en el nombramiento de párrocos y obispos y se sugiere cultivar el espíritu de comunidad (con un elenco de sugerencias precisas). También con respecto a la Iglesia universal se propone que se “opere según el principio de subsidiariedad y transparencia” para alejarse “de la sacralización de la autoridad y el poder, del control y del dominio”, repensando la interacción entre la Iglesia universal y local, crear una estructura sinodal concreta mediante la redefinición de su papel y el poder de decisión. Y luego se propone repensar algunos dogmas y una serie de normas de derecho canónico (especialmente en el tema de los ministerios). Articulada y rica también la parte de la misión, es decir, “salir de la zona de confort, los muros de la iglesia”. Apertura, diálogo, escucha, compromiso humanitario y social, comunicación, valores, Laudato si’, formación, oración y espiritualidad son los temas tocados aquí. “Se han expresado muchas reservas sobre la posibilidad de que el proceso sinodal a nivel de la Iglesia dé frutos”, se lee en la conclusión del informe, mientras que hay “esperanzas a nivel de evolución positiva en la archidiócesis de Luxemburgo”. El informe sinodal podría “ser el punto de partida y la hoja de ruta para caminar juntos en comunión, participación y misión”.