A las madres francesas de sacerdotes tradis, “rígidos” según la mentalidad de Francisco, escasamente les concedieron unos minutos al final de una audiencia general en la Plaza de San Pedro, y escribimos mal porque solamente fue a una de ellas, quien pudo entregarle unas cartas que deseaban entregar pidiéndole que reconsiderara Traditionis Custodes. El octogenario cardenal Joseph Zen, quien en plena pandemia viajo desde Hong Kong con la esperanza de ser recibido por Francisco, sin tener éxito. Otros casos que ahora no nombramos, de personas que han querido hablar con Francisco, no han tenido el privilegio que tuvo el Jueves el hombre más rico del mundo en este momento, Elon Musk, quien en su cuenta de Twitter puso una foto que atestigua haber sido recibido por Francisco junto con cuatro de sus cinco hijos en una audiencia privada; el otro, que ahora legalmente es mujer, recientemente declaró no querer tener nada que ver con su padre biológico, obviamente no estaba.
Honored to meet @Pontifex yesterday pic.twitter.com/sLZY8mAQtd
— Elon Musk (@elonmusk) July 2, 2022
Según la corresponsal en Roma de Catholic News Agency, Courtney Mares, “el Vaticano todavía no ha reconocido publicamente que el encuentro tuvo lugar. La audiencia privada no estaba incluida en la agenda del Papa, la cual usualmente incluye audiencias privadas, y la Oficina de Prensa de la Santa Sede no ha respondido todavía a un pedido de comentario sobre la reunión”.
Sobre lo anterior aclaramos que de esas audiencia privadas hay varios testimonios que atestiguan que ellas han ocurrido porque los propios recibidos lo divulgan, como en el caso presente, y no aparecieron nunca agendadas en los boletines de la Oficina de Prensa ni fueron oficialmente reconocidas por esta, ni comentadas. El ejemplo más recurrente del cual hemos hablado aquí en particular son las acontecidas con personajes de la izquierda de América Latina.
Ojalá el grupo de amigos del descabezado obispo de Arecibo, Puerto Rico, Daniel Fernández, tengan una suerte parecida a la del oligarca, en su intención de entregar en propia mano a Francisco las 30 mil cartas que recogieron con personas que solicitan restituir al obispo en su cargo. Lo decimos por aquello de lo de la tal “cultura del encuentro”.