Tuesday, June 14, 2022

Francisco: “El restauracionismo ha llegado a amordazar al Concilio”


En May-19-2022 los directores de las revistas de los Jesuitas en Europa fueron recibidos en audiencia por Francisco, Vatican News en su reseña sobre la audiencia dijo a grandes rasgos que se había tratado sobre “la guerra en Ucrania, la vida de la Iglesia y el camino sinodal”.

El diálogo ha sido publicado hoy por La Civiltà Cattolica (i.e., Antonio Spadaro, quien estuvo presente en la audiencia), y los medios de comunicación de informaciones generales están haciendo énfasis sobre la parte correspondiente a la guerra en Ucrania. Nosotros queremos destacar, con algunas adaptaciones, esta respuesta de Francisco sobre lo que el llama “el restauracionismo” y “los restauracionistas”, especial atención a lo que dice sobre el P. Arrupe porque precisamente al final de la conversación Francisco afirmó que en dicha conversación “quería hacer hincapié en los temas del postconcilio y de Arrupe, porque el problema actual de la Iglesia es precisamente la no aceptación del Concilio”.

¿Qué signos de renovación espiritual ve en la Iglesia? ¿Ve alguno? ¿Hay signos de vida nueva, de frescura?

[Francisco:] Es muy difícil ver un renovación espiritual usando esquemas muy anticuados. Tenemos que renovar nuestra forma de ver la realidad, de evaluarla. En la Iglesia europea veo más renovación en las cosas espontáneas que están surgiendo: movimientos, grupos, nuevos obispos que recuerdan que hay un Concilio detrás, porque el Concilio que más recuerdan algunos pastores es el de Trento. Y no lo digo en broma.

El restauracionismo ha llegado a amordazar al Concilio. El número de grupos de «restauradores» – hay muchos en Estados Unidos, por ejemplo – es asombroso. Un obispo argentino me dijo que le habían pedido que administrara una diócesis que había caído en manos de estos «restauradores». Nunca habían aceptado el Concilio. Hay ideas, comportamientos que provienen de un restauracionismo que no aceptó el Concilio después de todo. El problema es precisamente éste: que en algunos contextos el Concilio aún no ha sido aceptado. También es cierto que un Concilio tarda un siglo en echar raíces. Por tanto, ¡todavía nos quedan cuarenta años para que arraigue!

Hay signos de renovación también en los grupos que dan un nuevo rostro a la Iglesia a través de la asistencia social o pastoral. Los franceses son muy creativos en esto.

Ustedes aún no habían nacido, pero yo fui testigo en 1974 del calvario del Prepósito General p. Pedro Arrupe en la Congregación General XXXII. En ese momento hubo una reacción conservadora para bloquear la voz profética de Arrupe. Hoy para nosotros ese General es un santo, pero tuvo que soportar muchos ataques. Fue valiente porque se atrevió a dar el paso. Arrupe era un hombre de gran obediencia al Papa. Una gran obediencia. Y Pablo VI lo entendió. El mejor discurso jamás escrito por un Papa a la Compañía de Jesús es el que pronunció Pablo VI el 3 de diciembre de 1974. Y lo escribió a mano. Ahí están los originales. El profeta Pablo VI tuvo la libertad de escribirlo. Por otro lado, personas vinculadas a la Curia alimentaban de alguna manera a un grupo de jesuitas españoles que se consideraban los verdaderos «ortodoxos» y se oponían a Arrupe. Pablo VI nunca entró en ese juego. Arrupe tenía la capacidad de ver la voluntad de Dios, unida a una sencillez infantil a la hora de adherirse al Papa. Recuerdo que un día, mientras tomábamos un café con un pequeño grupo, pasó y dijo: «¡Vamos, vamos! El Papa está a punto de pasar, ¡vamos a saludarlo!». ¡Era como un niño! ¡Con ese amor espontáneo!

Un jesuita de la Provincia de Loyola se había ensañado especialmente con el p. Arrupe, recordémoslo. Lo enviaron a varios lugares, incluso a Argentina, y siempre dio problemas. Una vez me dijo: «Tú eres uno de los que no entiende nada. Pero los verdaderos culpables son el padre Arrupe y el padre Calvez. El día más feliz de mi vida será cuando los vea colgados de la horca en la Plaza de San Pedro». ¿Por qué les cuento esta historia? Para que entiendan lo que fue el periodo post-conciliar. Y esto está sucediendo de nuevo, especialmente con los tradicionalistas. Por eso es importante salvar a estas figuras que defendieron el Concilio y la lealtad al Papa. Hay que volver a Arrupe: es una luz de ese momento que nos ilumina a todos. Y fue él quien redescubrió los Ejercicios Espirituales como fuente, liberándose de las rígidas formulaciones del Epitome Instituti*, expresión de un pensamiento cerrado y rígido, más instructivo-ascético que místico.

* Aquí el Papa se refiere a una especie de resumen práctico en uso en la Compañía y formulado en el siglo XX, que fue considerado como un sustituto de las Constituciones. La formación de los jesuitas de la Compañía durante un tiempo estuvo marcada por este texto hasta el punto de que algunos nunca leyeron las Constituciones, que son el texto fundacional. Para el Papa, durante este periodo en la Compañía, las reglas corrían el riesgo de ahogar el espíritu.

Hay también una referencia de Francisco al llamado camino sinodal alemán, a la cual también hay que prestarle atención.