Para algunos de Ustedes el nombre del P. Gerald E. Murray, Doctor en Derecho Canónico, no les es del todo desconocido porque se le puede ver casi semanalmente los Jueves comentado en el programa “The World Over” con Raymond Arroyo en el canal en inglés de EWTN.
¿Recuerdan aquella Misa jesuítica de Mar-12-2022, en la cual Francisco participó, no supimos identificar exactamente en qué papel y de la cual prometimos hablar en el futuro? Pues el futuro llegó, y nos viene muy bien al caso esta columna del P. Murray en The Catholic Thing, Mar-22-2022, caracterizada por lo concreta que es, su título es “Abuso Papal de la Ley Litúrgica” y esta es nuestra traducción de la misma (con adaptaciones).
Abuso Papal de la Ley Litúrgica
P. Gerald E Murray
Martes, 22 de marzo de 2022
El 12 de marzo, el Papa Francisco acudió a la Iglesia Jesuita del Gesú en Roma para una Misa con motivo del 400 aniversario de las canonizaciones de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. El Papa predicó en la Misa y concelebró. Anteriormente había sido programado para ser el celebrante principal, pero el P. Arturo Sosa, SJ, Superior General de la Compañía de Jesús, por alguna razón, fue el celebrante principal en su lugar.
La teología litúrgica y la ley no permiten que un obispo, y mucho menos el obispo diocesano en su propia diócesis, concelebre Misa con un sacerdote como celebrante principal (aparte de una necesidad grave, como una enfermedad). Esto se deriva de la naturaleza del oficio episcopal: el obispo es el sumo sacerdote de su diócesis. Ofrece el sacrificio de la Misa por su pueblo, mientras sus sacerdotes, colaboradores que sirven a la Iglesia local bajo su autoridad, concelebran con él.
La Misa comenzó con la habitual procesión de entrada. El Papa Francisco ya estaba sentado en una silla cerca del altar. No vestía vestiduras litúrgicas y, por lo tanto, no dio indicios de que estuviera concelebrando o presidiendo. Predicó sin usar las vestiduras litúrgicas (muceta, roquete y estola) que se prescriben para usar cuando el predicador no es el que celebra la Misa.
Concelebró extendiendo la mano y pronunciando las palabras de consagración, sin llevar las vestiduras de la Misa (alba, estola y casulla). Esta práctica está estrictamente prohibida. En su Instrucción Redemptionis Sacramentum de 2004, la Congregación para el Culto Divino declaró: “Sea reprobado... que los sagrados ministros realicen la santa Misa,... sin llevar las vestiduras sagradas”.
¿Está el Papa sujeto a la ley litúrgica? Sí. ¿Puede dispensarse de las leyes litúrgicas? Sí, pero el canon 90 establece que debe haber “una causa justa y razonable” para una dispensa. ¿El Papa Francisco se dispensó canónicamente del requisito de usar vestimentas litúrgicas cuando predicaba y concelebraba la Misa? Es posible que lo haya hecho, pero la Santa Sede no ha dado ninguna indicación de que de hecho lo hiciera.
¿Había una causa justa y razonable para que el Papa no usara las vestiduras litúrgicas prescritas? Es muy difícil, si no imposible, afirmar que tal causa existió en este caso.
Nos enfrentamos aquí a una realidad con la que los católicos están demasiado familiarizados en la vida de la Iglesia durante el último medio siglo y más: el desacato flagrante de las leyes litúrgicas sin razón aparente más allá de la preferencia del sacerdote celebrante.
¿Es este un asunto importante? Para algunos, sin duda, tales abusos litúrgicos son insignificantes y no merecen ningún comentario. Algunos dirán que el Papa puede hacer lo que quiera, y no debemos enfadarnos por tal o cual elección suya: “Tiene que tener una buena razón, y es impertinente cuestionar su juicio, porque, después de todo, él es el Papa”.
Pero es precisamente porque él es el Papa que debería preocuparnos su decisión de ignorar las reglas que rigen la celebración de la Misa. El Papa es la autoridad suprema en la Iglesia y como tal está llamado a defender las leyes de la Iglesia, para no escandalizar a los fieles dando un mal ejemplo. El escándalo consistiría en dar la impresión de que, siguiendo el ejemplo del Papa, cualquier sacerdote es perfectamente libre de hacer lo que quiera en lo que se refiere a seguir la ley litúrgica.
No es ningún secreto que muchos católicos han acudido en masa a la celebración de la Misa tradicional en latín porque están cansados de los abusos litúrgicos generalizados que encuentran en la celebración de la Nueva Misa. El mismo Papa Francisco es consciente de esto.
Él planteó este problema en su carta del 16 de Julio de 2021 a los obispos del mundo que acompaña a Traditionis Custodes, su motu proprio que restringe la celebración de la Misa antigua: “Me duelen por igual los abusos de una parte y de otra en la celebración de la liturgia. Al igual que Benedicto XVI, yo también deploro que «en muchos lugares no se celebraba de una manera fiel a las prescripciones del nuevo Misal, sino que éste llegó a entenderse como una autorización e incluso como una obligación a la creatividad”.
Aconsejó a los obispos: “Os pido que procuréis que cada liturgia se celebre con decoro y fidelidad a los libros litúrgicos promulgados tras el Concilio Vaticano II, sin excentricidades que fácilmente degeneran en abusos”.
Las propias palabras del Papa Francisco sirven como reproche a su decisión de concelebrar la Misa sin ornamentos litúrgicos. El carácter sagrado de nuestros actos de culto se fomenta y protege cuando los sacerdotes y obispos siguen voluntaria y cuidadosamente los requisitos de la ley litúrgica. Los fieles cristianos tienen derecho a participar en la oración litúrgica sin verse obligados a experimentar “distorsiones insoportables” del buen orden litúrgico. Ese derecho depende de la voluntad de los sacerdotes y obispos de obedecer lo establecido en la ley litúrgica.
No existe ningún privilegio clerical que permita a los sacerdotes y obispos reescribir las reglas para adaptarlas a sus propios gustos. Sin embargo, eso es precisamente lo que tristemente algunos sacerdotes y obispos sacarán de este lamentable caso de abuso litúrgico papal.
El culto a Dios es el deber sagrado de los pastores de la Iglesia. La forma de ese culto les es dada por la Iglesia. Es su responsabilidad velar para que todo acto de culto litúrgico se lleve a cabo con amorosa fidelidad a lo establecido por la Iglesia en sus leyes litúrgicas. La desobediencia enseña la lección errónea de que la ley de la Iglesia no es importante.
Esta es una receta para más caos en la vida de la Iglesia. Tiene que parar.
El Revdo. Gerald E. Murray, J.C.D.es abogado canónico y párroco de la iglesia de la Sagrada Familia en la ciudad de Nueva York. Su nuevo libro (con Diane Montagna), Calming the Storm: Navigating the Crises Facing the Catholic Church and Society [Calmando la Tormenta: Navegando las Crisis que Enfrentan la Iglesia Católica y la Sociedad], será publicado el 7 de Abril, 2022.