Wednesday, March 16, 2022

“Unidad” de Traditionis Custodes en Nicaragua: Administrador Apostólico cancela a único sacerdote que celebraba Misa vetus ordo


La entrada inmediatamente anterior estaba centrada en una carta que un arzobispo emérito escribió a los sacerdotes “cancelados”, tristemente viene esta entrada para ejemplificar de qué se trata esa cancelación. Nos ocupamos del caso del único sacerdote en Nicaragua que celebraba la Misa Tridentina, el P. Augusto César Marín Araúz quien, a raíz de la aparición de Traditionis Custodes, ahora sufre la persecución del administrador apostólico sede vacante de la diócesis de Estelí, José Álvarez Lagos.

La situación se hizo patente con una larga carta de Mar-09-2022, firmada por él junto con el “Colegio de Consultores de la Diócesis”, la cual contiene varias afirmaciones que por lo menos podrían considerarse erróneas.

Pasados unos días, y siendo de dominio público la carta anterior, el P. Augusto César Marín Araúz ha respondido mediante un video distribuido en rede sociales (Youtube, Facebook) obviamente también largo, como la carta, en el cual llega a manifestar que teme por su integridad física y responsabiliza al administrador apostólico caso que algo le llegara a suceder.

A los sacerdotes “cancelados”, por Mons. Héctor Aguer, arzobispo emérito de la Plata, Argentina


Lo de “cancelados” viene siendo casi una transliteración del término que emplearon primero en inglés algunos católicos de Estados Unidos, donde se inició la circunstancia, la cual se enmarca dentro de eso que llaman “cancel culture” en el ámbito secular. Y no es que ese fenómeno se presente solamente en EEUU, un ejemplo de ello ocurrido en el mundo de habla hispana lo hemos tratado aquí y es el del sacerdote de Costa Rica, Sixto Varela, a quien no solamente lo suspendieron sino que muy extrañamente ahora le apareció un tal “delito creíble” que no dicen cuál es, pero con el que se intenta echar agua sucia sobre él ó, dicho menos coloquialmente, atacarlo moralmente. Nosotros en lo particular conocemos un caso que obedece a esta neofenomenología y que no ha aparecido en ningún medio de comunicación.

Entrando ya en sí sobre la materia de esta entrada, Mons. Héctor Aguer, arzobispo emérito de la Plata, Argentina, ha escrito una especie de carta abierta a los sacerdotes “cancelados”, aceptando de entrada no saber anteriormente qué exactamente se entiende por el término, explicando más o menos lo que significa, ocupándose de un caso doméstico, o sea, argentino, tocando el más reciente del obispo de Arecibo, Puerto Rico, y brindando palabras solidarias. La carta extrañamente la vimos primero en inglés y solamente hoy la vimos publicada en español en Infocatólica a manera de columna de opinión pero, como hemos dicho, nosotros la tomamos más como una carta abierta.

A los sacerdotes «cancelados»

Monseñor Héctor Aguer – 16/03/22


Me dicen que así se los llama, con el horrendo calificativo que estampo como título de esta especie de carta. En buen castellano, cancelar significa «anular», «borrar de la memoria», «abolir», «derogar». Sinceramente, nunca hasta ahora había oído que esto ocurriría. Aventuro, entonces, una interpretación. El general Juan Domingo Perón, tres veces presidente de la Argentina, acuñó una fórmula que expresa, no sólo lo que él mismo practicó, con un cinismo difícil de igualar, durante sus accidentales períodos de gobierno, sino también una conducta raigalmente humana, ancestral (propia del «hombre viejo», según el Apóstol Pablo) observada en los más diversos regímenes políticos. La fórmula peronista reza: Para los amigos, todo; a los enemigos, ni justicia. Es asombroso; el peronismo, que ha tratado siempre de usar a la religión, se ingenió para dejar su impronta en la Iglesia Católica. Aunque resulte odioso después de tanto tiempo, no habría que olvidar la quema de las más antiguas y bellas Iglesias de Buenos Aires, en junio de 1955; y la desaparición bajo el fuego que abrasó la Curia Eclesiástica, del Archivo Histórico -o buena parte de él- que reunía documentos desde el siglo XVII. La policía del régimen cometió esta aberración, por supuesto con el guiño aprobatorio de Perón.

A quien no se considera amigo, por ejemplo a causa de diferencias doctrinales -en especial por el desacuerdo respecto del valor y actualidad de la Tradición eclesial-, o pastorales, o políticas (siempre opinables) se le niega la justicia; se puede afirmar entonces que se lo cancela. Conociendo la situación doctrinal y pastoral que se registra oficialmente en toda la Iglesia en los últimos años, hace una década –digamos- podemos pensar sin temor a equivocarnos -ya que se trata de muchos casos notorios-, que quienes han sido ganados por el relativismo o incurren en posiciones ajenas a la Tradición, cuentan con la simpatía oficial, son amigos. A propósito de la Tradición, hay que recordar que ella se actualiza constantemente, pero siempre igual a sí misma; es una Tradición viva. San Vicente de Lerins explicaba que el lenguaje ciertamente puede adaptarse, se puede decir nove, pero no se puede decir nova, o sea, introducir novedades ajenas a la inmutable Verdad. Existen fenómenos como el cisma inmanente del Sínodo alemán, ante el cual Roma calla, para confusión y escándalo de los católicos fieles. ¿A dónde llevará ese camino? Sínodo significa algo así como «hacer el camino juntos», ¿hacia dónde?

Pensando en el caso de tantos sacerdotes cancelados, me permito abordar uno muy doloroso, el de la diócesis de San Rafael (Mendoza, Argentina). Resultó incomprensible la conducta del Obispo Monseñor Eduardo María Taussig; a quien siempre he estimado como hermano y amigo, y sigo estimándolo al presente, al decretar que -según lo indicaba el Estado a causa de la pandemia, y que todos debíamos por nuestras actitudes prevenir los contagios- que era obligatorio distribuir la Sagrada Eucaristía en la mano. En dos oportunidades, en conversaciones telefónicas originadas en llamadas suyas, le aconsejé que no se empeñara en mantener esa obligación, que contrariaba la disciplina vigente en la Iglesia, ya que ésta permite a los fieles que libremente comulguen de pie o de rodillas, en la mano o en la boca. Ocurrió todavía algo peor: la mayoría del clero, que no aceptó aquella disposición del obispo, fue sancionada, por lo cual se creaba una situación insostenible. No descarto que haya existido cierto componente ideológico en la oposición a la medida episcopal; resultan injustificables las marchas, manifestaciones hostiles contra la sede del obispado y otras reacciones de los laicos. Pero no comprendo cómo Monseñor Eduardo no se empeñó, con serenidad y amor, en hacerse entender; el ambiente creado semejaba el odium plebis, algo muy doloroso. El obispo, en un caso así debe sufrirlo heroicamente, sin crispar su posición. ¿Fue la iniciativa de prohibir y oponerse algo decidido por él, o le fue indicado o sugerido ex auctoritate superiori? La situación de fuerza derivó en algo gravísimo, la clausura del Seminario Diocesano, y la dispersión de los numerosos formandos ¿Qué tuvo que ver Roma en esta decisión?

En nuestro país, desde mitad de los años 60 del siglo pasado (indico una fecha aproximada), el progresismo fue apoderándose de casi todas las casas de formación sacerdotal, y se crearon «casitas» con pequeños grupos impulsados por algunos obispos; en ellas -es mi opinión- no se desarrollaba una formación integral; eran una especie de remedo de los seminarios. Si un obispo lograba excluir el suyo de esa corriente, cuyos frutos nefastos son innegables, y lo ajustaba según la gran Tradición eclesial, era mal visto por el «oficialismo». Por mi parte, a fines de los años 70, se me encomendó organizar el Seminario Diocesano de San Miguel, del cual luego fui rector durante una década, apoyado y acompañado paternalmente por los dos primeros obispos de aquella diócesis. De allí me sacó el Cardenal Antonio Quarracino, arzobispo de Buenos Aires, para hacerme Obispo Auxiliar. Estando dedicado a la formación sacerdotal, no sé qué se pensaba de mí y del seminario que dirigía; me bastó contar con el beneplácito y el apoyo del Obispo. Pero hubo algún caso en que un Seminario con orientación tradicional, y al que acudían jóvenes de distintos puntos del país, tuvo que sobrellevar la mala fama que le creaba el ubicuo progresismo.

Volviendo a San Rafael, no era posible que la injusta cancelación de sacerdotes y seminaristas se prolongara indefinidamente. Me entristece sobremanera la situación de Monseñor Taussig; ¿renunció por su propia iniciativa, o la «renuncia» le fue impuesta por la superior auctoritas? ¿Se podrá sanar en breve el daño que se ha causado? ¿Cuál será el destino de tantos buenos sacerdotes cancelados?

Me he detenido en este caso –creo que la memoria no me ha traicionado al exponerlo- porque me resulta cercano al pensamiento y el corazón; pero estoy informado de que en toda la Iglesia se verifica el fenómeno de la cancelación sacerdotal. Por ejemplo, si un presbítero desea celebrar en latín, o utilizar el Misal de 1962, o si en su predicación aborda los temas que la Iglesia Católica ha abandonado (los temas doctrinales espirituales, que no se deben descuidar), lo más probable es que resulte cancelado. Quedará sin un oficio pastoral normalmente encomendado, y será privado de los ingresos económicos necesarios para llevar una vida decente; su familia, o los fieles que lo siguen con devoción y gratitud, tendrán que ayudarlo a sobrevivir. Que esto ocurra en una Iglesia en la cual -se dice- ha sido redescubierto el valor de la misericordia, constituye simplemente un escándalo. Como es escandaloso que se haya depuesto, el pasado miércoles 9 de marzo, al buen obispo de Arecibo, Puerto Rico, Mons. Daniel Fernández; por defender la objeción de conciencia, ante la ridícula «obligación moral» de vacunarse, impuesta por la Santa Sede. Volveré a ocuparme de este caso en próximos artículos.

El pontificado de Benedicto XVI, y su decidida y sabia intención de evangelización de la cultura y de reivindicación de la Verdad natural y sobrenatural, había entusiasmado a muchos sacerdotes (también a mí), pero su pase a la condición de Papa emérito (¡qué cosa extraña!) ha ensombrecido la Iglesia, y ha abierto en ella grietas por las que se deslizan afuera muchos de sus miembros. Es sabido que en la historia de la Iglesia se han presentado problemas análogos; la mirada de la fe debe dirigirse a los orígenes, a los tiempos apostólicos, de los cuales tenemos testimonios en el Nuevo Testamento. En varias ocasiones el Santo Padre invitó a sus oyentes a hacer lío (es esta una expresión figurada y familiar con la que ha soliviantado especialmente a los jóvenes). Significa promover agitación, barullo, para manifestar la situación que se vive, pero ruidosamente, buscando la participación de otros y para oponerse a algo. Pero estoy seguro que no le agradaría que los sacerdotes «cancelados» se uniesen para «hacer lío» ¿Cómo reaccionaría si eso sucediera?

Ahora me dirijo personalmente a ustedes, hermanos sacerdotes, con una palabra que quiere ser de comprensión y consolación. En la Segunda Carta a los Corintios, San Pablo comenzó escribiendo: «Bendito sea Dios, el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de toda consolación (pasēs paraklēseōs), que nos consuela (parakalōn) en la tribulación (thlipsei)… si abundan en nosotros los sufrimientos (pathēmata) de Cristo, también abunda nuestra consolación (paraklēsis)», ¡Pueden ustedes, queridos hermanos, vivir intensamente estas palabras! La situación de injusticia que están experimentando vívanla con fortaleza; libres de toda indignación y acrimonia. El Apóstol nos enseña a vivir alegres en la esperanza. Pueden aparecer como excesivas la alegría y la esperanza, en este contexto; pero yo no me refiero a esperar, temporalmente, que la situación cambie. Sería esta actitud legítima, humana. Pero yo me refiero a la Esperanza teologal, que nos conecta con el Cielo.

Una de las dimensiones más bellas de la espiritualidad católica, que la tradición elaboró a partir de la enseñanza del Cardenal Pierre de Bérulle, es el abandono confiado en las manos de Dios. La escuela sulpiciana y, en general, la espiritualidad francesa, pasando por Santa Teresita del Niño Jesús, llega al beato Charles de Foucauld, a quien debemos la siguiente oración:

«Padre, me abandono a Ti, haz de mí lo que quieras.
Sea lo que sea, te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo con tal que tu voluntad se cumpla en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Te confío mi alma: te la doy con todo el amor del que soy capaz.
Porque te amo, necesito darme, ponerme en tus manos sin medida,
con una infinita confianza.
Porque tú eres mi Padre»

Esta actitud pasiva tiene una fuerza maravillosa para cambiar las cosas. Recen los unos por los otros; recen también por los que los hacen sufrir. Háganlo delante del Sagrario, adorando al Señor, allí presente. Encomiéndense filialmente a la Santísima Virgen María, Madre del Dios hecho Hombre, Madre de la Iglesia, Madre de cada uno de nosotros.

¿Qué más puedo decirles? Pienso en los sacerdotes cancelados de todo el mundo; les estoy cercano, de corazón, los bendigo y les pido que ustedes me bendigan a mí.

+ Héctor Aguer

Arzobispo Emérito de La Plata.
Buenos Aires, miércoles 16 de marzo de 2022.
Memoria de San José Gabriel del Rosario Cura Brochero.

Francisco y patriarca Kirill hablan sobre la situación en Ucrania


Esta es una información de agencia Europa Press, Mar-16-2022.

ROMA, 16 (EUROPA PRESS) - El Papa y el Patriarca Kirill, máximo representante de la Iglesia Ortodoxa en Rusia, han conversado sobre la situación en Ucrania y, en concreto, sobre las condiciones humanitarias de la población y el avance de las negociaciones entre las delegaciones de ambos países para lograr un alto el fuego.

Así lo ha confirmado en un comunicado el Patriarcado de Moscú recogido por Europa Press. "Tuvo lugar una conversación sobre la situación en suelo ucraniano. Se prestó especial atención a los aspectos humanitarios de la crisis actual y las acciones emprendidas por la Iglesia Ortodoxa Rusa y la Iglesia Católica Romana para superar sus consecuencias", añade el Patriarcado de Moscú.

Además, indica que durante las conversaciones se ha destacado "la importancia excepcional del proceso de negociación en curso, expresando su esperanza de lograr lo antes posible una paz justa".

En este momento la negociación entre Rusia y Ucrania para tratar de frenar la guerra ha registrado un avance reconocido por ambas partes. Según el borrador del acuerdo preliminar que ha adelantado el 'Financial Times', se ha puesto por escrito la renuncia por parte de las autoridades ucranianas a ser socio de la OTAN y una reducción de sus fuerzas armadas militares. Estas concesiones a cambio de un alto el fuego y la retirada de Rusia.

"El Papa Francisco y Su Santidad el Patriarca Kirill también discutieron de una serie de temas actuales de cooperación bilateral", se lee en la nota publicada por el Patriarcado Ortodoxo Ruso. En las conversación también estuvo presente el presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Externas del Patriarcado Ortodoxo Ruso, el Metropolitano Hilarion de Volokolamsk ; un funcionario de la secretaría para las relaciones entre los cristianos, I.A. Nikolaev; así como el presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el cardenal Kurt Koch, y el sacerdote Jaromir Zadrapa, del mismo organismo del Vaticano.

El patriarca Kirril también sostuvo horas después una conversación parecida con la cabeza de la Iglesa Anglicana, el Arzobispo de Canterbury, Justin Welby, según informó el Patriarcado de Moscú.


Actualización Mar-16-2022 (17:54 UTC): Hacia las 17:30 horas (UTC) la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha confirmado la conversación mediante una comunicación de su director, Matteo Bruni, a los periodistas. Nuestra traducción.

Comunicación a los periodistas: Conversación entre el Papa Francisco y el Patriarca Kirill

Respondiendo a las preguntas de los periodistas, el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, dijo lo siguiente:

Puedo confirmar que hoy a primera hora de la tarde ha tenido lugar un encuentro telemático entre el Papa Francisco y Su Santidad Kirill, Patriarca de Moscú y de toda Rusia.

A la reunión también asistieron Su Eminencia el Cardenal Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, y el Metropolita Hilarion de Volokolamsk, Jefe del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú.

La conversación se centró en la guerra en Ucrania y el papel de los cristianos y de sus pastores en hacer todo lo posible para que prevalezca la paz.

El Papa Francisco agradeció al Patriarca por este encuentro, motivado por la voluntad de indicar, como pastores de su pueblo, un camino para la paz, de orar por el don de la paz, para que cese el fuego. “La Iglesia —coincidió el Papa con el Patriarca— no debe utilizar la lengua de la política, sino el lenguaje de Jesús”. “Somos pastores de un mismo Pueblo Santo que cree en Dios, en la Santísima Trinidad, en la Santa Madre de Dios: por eso debemos unirnos en el esfuerzo de ayudar a la paz, de ayudar a los que sufren, de buscar caminos de paz, para detener el fuego”. Ambos subrayaron la excepcional importancia del proceso de negociación en curso porque, dijo el Papa: “Quien paga la cuenta de la guerra es la gente, son los soldados rusos y es la gente que es bombardeada y muere”.

“Como pastores —prosiguió el Papa— tenemos el deber de estar cerca y ayudar a todas las personas que sufren por la guerra. Hubo un tiempo en que también en nuestras Iglesias se hablaba de guerra santa o guerra justa. Hoy no se puede hablar así. Se ha desarrollado la conciencia cristiana de la importancia de la paz”. Y, coincidiendo con el Patriarca en que “Las Iglesias están llamadas a contribuir al fortalecimiento de la paz y la justicia”, concluyó el Papa Francisco: “Las guerras son siempre injustas. Porque el que paga es el pueblo de Dios. Nuestros corazones no pueden dejar de llorar frente a los niños, las mujeres asesinadas, a todas las víctimas de la guerra. La guerra nunca es el camino. El Espíritu que nos une nos pide como pastores ayudar a los pueblos que sufren por la guerra”.

Llamamiento y oración por Ucrania


En el marco de la audiencia general del Miércoles, Mar-16-2022, Francisco ha hecho un “llamamiento y oración por Ucrania” (todavía sin versión oficial en español). La oración fue compuesta por el Arzobispo de Nápoles, Domenico Battaglia, a quien le dicen “Mimmo”, incluso utilizan ese apelativo en su arquidiócesis, como por ejemplo, cuando presentan la oración aludida.


LLAMAMIENTO Y ORACIÓN POR UCRANIA

Queridos hermanos y hermanas,

En el dolor de esta guerra hagamos una oración todos juntos, pidiendo al Señor el perdón y pidiendo la paz. Oraremos una oración escrita por un Obispo italiano.

Perdónanos por la Guerra, Señor.

Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de nosotros, pecadores.

Señor Jesús, nacido bajo las bombas de Kiev, ten piedad de nosotros.

Señor Jesús, que murió en los brazos de su madre en un búnker de Kharkiv, ¡ten piedad de nosotros!

Señor Jesús, enviado con veinte años al frente, ¡ten piedad de nosotros! Señor Jesús, que aún ves las manos armadas a la sombra de tu cruz, ¡ten piedad de nosotros!

Perdónanos, Señor, si, no contentos con los clavos con los que atravesamos tu mano, seguimos bebiendo la sangre de los muertos desgarrados por las armas.

Perdónanos, Señor, si estas manos, que creaste para cuidar, se han convertido en instrumentos de muerte.

Perdónanos, Señor, si seguimos matando a nuestro hermano, si seguimos como Caín sacando piedras de nuestro campo para matar a Abel.

Perdónanos, Señor, si seguimos justificando la crueldad con nuestro cansancio, si con nuestro dolor legitimamos la crueldad de nuestros actos.

Perdona la guerra, Señor.

Señor Jesucristo, Hijo de Dios, te lo imploramos. ¡Detengan la mano de Caín!

Ilumina nuestra conciencia, que no se haga nuestra voluntad, ¡no nos abandones a nuestras propias acciones! ¡Para todo, Señor, detennos!

Y cuando hayas detenido la mano de Caín, ocúpate también de él. Es nuestro hermano.

¡Oh, Señor, detén la violencia! ¡Detennos, Señor!