Tuesday, February 08, 2022

Un año en prisión para religiosa ludópata


La sacó barata para el crímen que cometió. Regresamos sobre el caso de la religiosa Mary Margaret Kreuper, conocida en este blog por sus costumbres ludópatas, eso sí, con la plata ajena, que es lo grave del asunto (ver aquí y aquí).

Información de agencia Associated Press, Feb-08-2022.

LOS ÁNGELES, 8 de febrero (AP).— Una monja y directora escolar de Los Ángeles que robó más de 800 mil dólares para financiar su hábito de apostar fue sentenciada el lunes a pasar un año en una cárcel federal.

Mary Margaret Kreuper, de 80 años, reconoció haber robado el dinero de 2008 a 2018 mientras era directora de la Escuela Católica Santiago en Torrance, un suburbio de Los Ángeles.

Se declaró culpable en julio pasado de un cargo de fraude electrónico y lavado de dinero.

El Juez Otis D. Wright II de la Corte Federal de Distrito también le ordenó a Kreuper reembolsarle a la escuela aproximadamente 835 mil dólares, reportó el periódico Long Beach Press-Telegram.

“He pecado, he infringido la ley y no tengo excusas”, declaró Kreuper vía teleconferencia. “Cometí esos actos en violación a mis votos, mis mandamientos, la ley y, por encima de todo, la confianza sagrada que tantos habían puesto en mí. Estaba equivocada y lamento profundamente el dolor y el sufrimiento que le he causado a tanta gente”.

Los fiscales indicaron que, en un acuerdo de culpabilidad, la ahora retirada directora de escuela primaria reconoció que malversó donativos, pagos de matrículas y cuotas.

En su declaratoria de culpabilidad, Kreuper reconoció haber desviado dinero para pagar gastos personales que incluían cargos en tarjetas de crédito y “grandes gastos por apuestas en casinos”, señaló la fiscalía.

Colaboradores de Ratzinger niegan las acusaciones de informe alemán


información de agencia EFE, Feb-08-2022.

Ciudad del Vaticano, 8 feb (EFE).- Colaboradores del papa emérito Benedicto XVI divulgaron hoy un análisis en el que rechazan todas las acusaciones sobre su posible responsabilidad, cuando era arzobispo, en algunos casos de encubrimiento de abusos a menores por parte de religiosos, como se indicaba en el reciente informe sobre la diócesis de Múnich y Freising.

Benedicto XVI publicó hoy una carta en la que pidió perdón y expresó su dolor por los abusos y errores que ocurrieron durante sus mandatos en los distintos cargos que ha tenido y que fue acompañada por un análisis realizado por sus colaboradores y expertos de derecho canónico en el que desmontan algunas de los hechos que aparecen en el informe publicado el pasado 20 de enero.

En el documento de hoy se admite que se produjo un error en la memoria defensiva de cerca 82 páginas enviada a los investigadores y que Joseph Ratzinger sí que participó en el Ordinariato (reunión de obispado de Munich y Freising) del 15 de enero de 1980.

En aquella reunión, según la investigación, se trató el traslado de un sacerdote acusado de abusos a menores, Peter H., quien después volvió a cometer abusos en la archidiócesis de Múnich, lo que llevó a que fuera trasladado de nuevo.

Sin embargo, añaden que Ratzinger "desconocía que el sacerdote fuese un abusador" y que durante esa reunión se habló de que el joven tenía que ser trasladado a Múnich porque "se tenía que someter a una terapia" pero "no se mencionó el motivo de la terapia" y tampoco "se decidió ninguna labor pastoral" para él.

Respecto a los otros tres casos de sacerdotes pederastas que aparecen en el investigación y de los que Ratzinger habría tenido conocimiento, los colaboradores aseguran "que nada de esto es verdad" y que "la investigación no muestra pruebas al respecto".

Añaden que durante la rueda de prensa de presentación del informe uno de los peritos que lo elaboró afirmó que "no hay pruebas" y a la pregunta de un periodista sobre si el papa emérito podría saber de ello se respondió "según la opinión subjetiva de los peritos, que sería algo altamente probable".

"La pericia no contiene ninguna prueba que corrobore la acusación de comportamiento erróneo o de complicidad en el encubrimiento", aseveran.

Otro de los puntos que se discuten a Benedicto XVI es que "habría minimizado los actos de exhibicionismo" de uno de los sacerdotes, sobre lo que los colaboradores aseguran que en su respuesta a los investigadores que sólo no lo ha minimizado sino que lo ha expresamente condenado" explicando que estos actos son "terribles", "moralmente reprobables", "irreparables" y "pecaminosos" y que sólo se recordaba que "en el derecho canónico entonces vigente esto no constituía propiamente un delito".

Una traducción al español del análisis (publicado en alemán, inglés e italiano) la hemos visto en Infocatólica.

Análisis de los hechos por los colaboradores de Benedicto XVI

Prof. Dr. Stefan Mückl - Roma (Derecho Canónico)
Prof. em. Dr. Dr. Mag. Helmuth Pree - "Ludwig-Maximilians-Universität" de Munich (Derecho Canónico)
Dr. Stefan Korta - Buchloe (Derecho eclesiástico)
Abogado Dr. Carsten Brennecke - Colonia (Derecho a la libertad de expresión)


En el informe sobre los abusos en la archidiócesis de Múnich y Freising se afirma que:
Joseph Ratzinger, en contra de lo que afirma en el memorando redactado en respuesta a los expertos, estuvo presente en la reunión del Ordinariato del 15 de enero de 1980, en la que se habló del sacerdote X. Y se afirma que el cardenal Ratzinger había empleado a este sacerdote en la actividad pastoral, aun conociendo los abusos cometidos por él, por lo que habría encubierto sus abusos sexuales.

Esto no se corresponde con la verdad, según nuestras comprobaciones:
Joseph Ratzinger no tenía conocimiento de que el sacerdote X. fuera un abusador, ni de que estuviera incluido en la actividad pastoral. Las actas muestran que en la reunión del Ordinariato del 15 de enero de 1980 no se decidió incluir al sacerdote X. en la actividad pastoral. Las actas también muestran que en la reunión en cuestión no se discutió el hecho de que el sacerdote hubiera cometido abusos sexuales. Se trató exclusivamente del alojamiento del joven Sacerdote X. en Múnich porque tenía que hacer terapia allí. Esta petición fue atendida. Durante la reunión no se mencionó el motivo de la terapia. Por lo tanto, en la reunión no se decidió contratar al abusador para realizar trabajo pastoral.

En el informe de abusos de la archidiócesis de Múnich y Freising se indica que:
Con respecto a su presencia en la reunión del Ordinariato del 15 de enero de 1980, Benedicto XVI habría perjurado a sabiendas, habría mentido.

De hecho, esto no es cierto:
La afirmación contenida en las memorias de Benedicto XVI de que no participó en la reunión del Ordinariato del 15 de enero de 1980 es efectivamente incorrecta. Sin embargo, Benedicto XVI no mintió ni hizo una declaración falsa a sabiendas: En la redacción de las memorias, Benedicto XVI contó con el apoyo de un grupo de colaboradores. Estaba formado por el abogado Dr. Carsten Brennecke (Colonia) y los colaboradores para el derecho eclesiástico El Prof. Dr. Stefan Mückl (Roma), que a instancias de Benedicto XVI examinó los documentos, el Prof. Dr. Helmuth Pree y el Dr. Stefan Korta. Se llamó a los colaboradores porque Benedicto XVI no podía analizar la enorme cantidad de cuestiones por sí mismo en un corto período de tiempo y porque el bufete de abogados encargado del informe pericial formuló preguntas que hacían referencia al derecho canónico, por lo que era necesario un marco en derecho canónico para la respuesta. Sólo se permitió al profesor Mückl ver los documentos electrónicamente, y no se le permitió almacenar, imprimir o fotocopiar ningún documento. A ningún otro colaborador se le permitió ver los documentos. Después de que el Prof. Mückl examinara los documentos digitales (8.000 páginas) y los analizara, el Dr. Korta llevó a cabo un nuevo paso de procesamiento y cometió inadvertidamente un error de transcripción. El Dr. Korta anotó por error que Joseph Ratzinger no estuvo presente en la reunión del Ordinariato del 15 de enero de 1980. Los colaboradores pasaron por alto esta anotación errónea de una ausencia que no se había producido. Se basaron en la falsa indicación introducida erróneamente al no preguntar expresamente a Benedicto XVI si había estado presente en esa reunión. Sobre la base de la transcripción errónea del acta, se asumió en cambio que Joseph Ratzinger no había estado presente. Benedicto XVI, debido a la gran prisa con la que tuvo que verificar su memoria en pocos días, dados los plazos impuestos por los expertos, no se dio cuenta del error, sino que confió en la supuesta transcripción de su ausencia.
No se puede imputar este error de transcripción a Benedicto XVI como una declaración falsa o una «mentira» consciente.
Además, no habría tenido sentido que Benedicto negara intencionadamente su presencia en la reunión: de hecho, el acta de la reunión recoge declaraciones de Joseph Ratzinger. Por lo tanto, la presencia de Joseph Ratzinger era evidente. Además, en 2010 varios artículos de prensa informan -sin desmentirlo posteriormente- de la presencia del cardenal Ratzinger en la reunión. Asimismo, en una biografía de Benedicto XVI publicada en 2020 se afirma: «Como obispo, durante una reunión del Ordinariato en 1980, sólo aceptó que el sacerdote en cuestión pudiera venir a Múnich para someterse a psicoterapia» (Peter Seewald, Benedikt XVI., Droemer Verlag 2020, p. 938).

El informe argumenta que:
El informe de los expertos también acusa a Benedicto XVI de mala conducta en otros tres casos. De hecho, también en estos casos habría sabido que los sacerdotes eran abusadores.

Esto no se corresponde con la verdad, según nuestras comprobaciones, de hecho:
En ninguno de los casos analizados por el informe pericial Joseph Ratzinger tuvo conocimiento de los abusos sexuales cometidos o de las sospechas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes. El informe pericial no aporta ninguna prueba de lo contrario.
En cuanto al caso del sacerdote X. que se discutió públicamente en la reunión del Ordinariato en 1980 sobre el alojamiento que se le debía dar para la terapia, el mismo perito -en la rueda de prensa del 20.01.2022 con motivo de la presentación del informe sobre los abusos- afirmó que no hay pruebas de que Joseph Ratzinger tuviera conocimiento de ello. A la pregunta posterior de un periodista sobre si los peritos pudieron probar que Joseph Ratzinger había tenido conocimiento de que el sacerdote X. había cometido abusos sexuales, el perito afirmó claramente que no hay pruebas de que Joseph Ratzinger tuviera conocimiento. Sólo en la opinión subjetiva de los peritos sería «más probable».
La rueda de prensa está disponible en el siguiente enlace: https://vimeo.com/668314410
En el minuto 2:03:46 se puede encontrar la pregunta del periodista: «Mi pregunta sigue refiriéndose al caso del sacerdote X. ¿Puede el bufete de abogados probar que el cardenal Ratzinger sabía entonces que el sacerdote X. era un abusador? ¿Qué significa »muy probablemente« en este contexto?» [...]
Un experto responde: «[...] Más probable significa que lo suponemos con mayor probabilidad. [...]».
El informe pericial no contiene ninguna prueba de una acusación de mala conducta o de conspiración en ningún encubrimiento.
Como arzobispo, el cardenal Ratzinger no participó en ningún encubrimiento de actos de abuso.

El informe alega que:
En sus memorias, Benedicto XVI habría restado importancia a los actos de exhibicionismo. Como prueba de esta afirmación se informa de la siguiente indicación contenida en las memorias: "El párroco X. fue señalado como exhibicionista, pero no como abusador en sentido propio".

Esto no se corresponde con la verdad, de hecho:
En sus memorias, Benedicto XVI no minimizó el comportamiento exhibicionista, sino que lo condenó expresamente. La frase utilizada como supuesta prueba de minimizar el exhibicionismo está sacada de contexto.
En las memorias, de hecho, Benedicto XVI dice con la mayor claridad que los abusos, incluido el exhibicionismo, son "terribles", "pecaminosos", "moralmente reprobables" e "irreparables". En la valoración canónica del hecho, insertada en la memoria por nosotros los colaboradores y expresada según nuestro juicio, sólo se quiso recordar que, según el derecho canónico entonces vigente, el exhibicionismo no era un delito en sentido restringido, porque la norma penal pertinente no incluía en el caso en cuestión conductas de ese tipo.
Así pues, la memoria de Benedicto XVI no minimizaba el exhibicionismo, sino que lo condenaba clara y explícitamente.

Esta comprobación de hechos fue redactada por los colaboradores en alemán. En caso de que haya discrepancias lingüísticas en el curso de la traducción, prevalecerá la versión alemana.

Prof. Dr. Stefan Mückl - Roma (Derecho Canónico)
Prof. em. Dr. Dr. Mag. Helmuth Pree - "Ludwig-Maximilians-Universität" de Munich (Derecho Canónico)
Dr. Stefan Korta - Buchloe (Derecho eclesiástico)
Abogado Dr. Carsten Brennecke - Colonia (Derecho a la libertad de expresión)

Segundo editorial de Tornielli en defensa de Benedicto


Nos había parecido un tanto extraño que todavía no hubiera aparecido una nueva defensa vaticana de Benedicto en vista de la publicación de su carta de hoy. Pues bien, a las trece horas romanas fue publicado en Vatican News un nuevo editorial de Tornielli.

Confesión personal desde el fondo de mi corazón

"Mea maxima culpa" por el abominable pecado de los abusos y los errores que se produjeron. La mirada cristiana del Papa emérito que expresa "profunda vergüenza", "gran dolor" y "sincera petición de perdón".

ANDREA TORNIELLI


Tal como había prometido, Benedicto XVI finalmente ha hablado. Ha hablado como cristiano. Un cristiano que ahora tiene casi 95 años, que vive los últimos años de su larga vida cada vez más frágil de cuerpo, con una voz débil y una mente lúcida, y que se ha encontrado de nuevo en el centro de acusaciones y polémicas. La respuesta, breve y sentida, nace de su profunda fe. Ratzinger ha tomado el acto penitencial de la Misa diaria como punto de partida para su personal y conmovedora "confesión". Al comienzo de cada liturgia Eucarística, celebrante y fieles repiten el "mea culpa" que termina con las palabras "mi grandísima culpa". Es la conciencia de ser pecadores y, por tanto, necesitados de implorar misericordia y perdón. Es una actitud "penitencial" alejada tanto del triunfalismo que considera a la Iglesia un poder terrenal, como del estilo corporativista que reduce su vida a la organización, la estructura y las estrategias. Una actitud alejada también de la actitud generalizada de juzgar siempre a los demás y sus culpas, en lugar de cuestionarse por los propios.

Como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger libró una batalla contra los abusos del clero a principios del nuevo milenio. Como Papa, ha promulgado leyes muy duras para combatir esta abominable plaga. Pero en su carta no recuerda ni afirma nada de esto.

Los días siguientes a la publicación del informe le sirvieron para hacer un "examen de conciencia" y una "reflexión" personal sobre lo ocurrido. El Papa emérito dice que miró a los ojos "las consecuencias de una grandísima culpa" en el encuentro con aquellos que habían sido abusados, y de haber aprendido que "nosotros mismos somos arrastrados a esta grandísima culpa cuando la descuidamos o cuando no la afrontamos con la necesaria decisión y responsabilidad, como demasiadas veces ha sucedido y sucede". Expresa su "profunda vergüenza", "gran dolor" y "sincera petición de perdón" por todos los abusos y errores, incluidos los que se produjeron durante su mandato en los respectivos lugares en los que sirvió, en Alemania y Roma. Escribe, sin retirarse, que él mismo se siente interpelado por la actitud de los que todavía hoy subestiman el fenómeno, es decir, los que duermen, como los apóstoles durmieron en el Monte de los Olivos, dejando a Jesús solo para orar y sudar sangre ante el abismo del pecado. Pide a los "hermanos y hermanas" que recen por él.

Las de Benedicto XVI en la carta son las palabras de un anciano desvalido, que intuye que se acerca el encuentro con el Dios cuyo nombre es misericordia. Son las palabras de un "humilde trabajador de la viña del Señor", que pide sinceramente perdón sin escapar a la concreción de los problemas e invita a toda la Iglesia a sentir como propia la herida sangrante de los abusos.

Carta del Papa emérito Benedicto XVI acerca del informe sobre los abusos en la Arquidiócesis de Múnich y Freising


La carta en ocho idiomas fue publicada hoy por el Vaticano. Este es el texto correspondiente al español.

Carta del Papa emérito Benedicto XVI acerca del informe sobre los abusos en la Arquidiócesis di Múnich y Freising

Ciudad del Vaticano, 6 de febrero de 2022

Queridas hermanas y queridos hermanos:

Tras la presentación del informe sobre los abusos en la arquidiócesis de Múnich y Freising el 20 de enero de 2022, quisiera dirigiros a todos vosotros unas palabras personales. En efecto, aunque fui arzobispo de Múnich y Freising menos de cinco años, sigo teniendo un profundo sentimiento de pertenencia a la arquidiócesis de Múnich como mi patria.

En primer lugar, me gustaría expresar unas palabras de sincero agradecimiento. En estos días de examen de conciencia y reflexión he experimentado tanto apoyo, tanta amistad y tantas muestras de confianza como no hubiera imaginado. Quisiera agradecer especialmente al pequeño grupo de amigos que redactó, con abnegación, mi memorial de 82 páginas para el bufete de abogados de Múnich, que no podría haber escrito solo. Además de las respuestas a las preguntas que me planteó el bufete, también se añadían la lectura y el análisis de casi 8.000 páginas de documentos en formato digital. Estos colaboradores me ayudaron después a estudiar y analizar el informe pericial de casi 2.000 páginas. El resultado se publicará más adelante, como suplemento a esta carta.

En la gigantesca tarea de aquellos días ―la redacción del pronunciamiento― se produjo un error en cuanto a mi participación a la reunión del Ordinariato del 15 de enero de 1980. Este error, que lamentablemente se produjo, no fue intencionado y espero que sea disculpado. Decidí, en su momento, que el arzobispo Gänswein lo hiciera presente en el comunicado de prensa del 24 de enero de 2022. Esto no disminuye en absoluto el cuidado y la dedicación que era y sigue siendo un imperativo evidente para esos amigos. Me afectó profundamente que el descuido se utilizara para dudar de mi veracidad, y presentarme incluso como mentiroso. Pero me han conmovido aún más las numerosas expresiones de confianza, los cordiales testimonios y las conmovedoras cartas de aliento que he recibido de tantas personas. Estoy especialmente agradecido al Papa Francisco por la confianza, el apoyo y las oraciones que me ha manifestado personalmente. Por último, quisiera agradecer a la pequeña familia del Monasterio “Mater Ecclesiae”, cuya comunión de vida en los momentos felices y en los difíciles me da esa solidez interior que me sostiene.

A las palabras de agradecimiento es necesario que siga ahora una confesión. Cada vez me llama más la atención que, día tras día, la Iglesia ponga al principio de la celebración de la Santa Misa ―en la que el Señor nos entrega su palabra y a sí mismo― la confesión de nuestras culpas y la petición de perdón. Rogamos públicamente al Dios vivo que perdone nuestra culpa, nuestra grande, grandísima, culpa. Está claro que la palabra “grandísima” no se aplica de la misma manera a cada día, a cada día en particular. Pero cada día me interpela si también hoy no deba hablar de grandísima culpa. Y me dice de forma consoladora que por muy grande que hoy sea mi culpa, el Señor me perdona, si me dejo examinar sinceramente por él y si estoy realmente dispuesto al cambio de mí mismo.

En todos mis encuentros con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, especialmente durante mis numerosos viajes apostólicos, he percibido en sus ojos las consecuencias de una grandísima culpa y he aprendido a entender que nosotros mismos caemos dentro de esta grandísima culpa cuando la descuidamos o cuando no la afrontamos con la necesaria decisión y responsabilidad, como ha sucedido y sucede demasiadas veces. Como en aquellos encuentros, hoy nuevamente puedo sólo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón. Ya que he tenido importantes responsabilidades en la Iglesia Católica, mayor es mi dolor por los abusos y errores que se han producido durante el tiempo de mi misión en los respectivos lugares. Cada caso de abuso sexual es terrible e irreparable. Me siento consternado por cada uno de ellos en particular, y a las víctimas de esos abusos quisiera hacerles llegar mi más profunda compasión. Comprendo cada vez más la repugnancia y el miedo que Cristo experimentó en el Monte de los Olivos cuando vio todas las cosas terribles que debía superar interiormente. El hecho de que los discípulos estuvieran dormidos en ese momento representa, por desgracia, una situación que se repite incluso hoy y por la que también me siento interpelado. Por eso, sólo puedo elevar mis oraciones al Señor y suplicar a todos los ángeles y a los santos, y a vosotros, queridas hermanas y queridos hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

Muy pronto me presentaré ante al juez definitivo de mi vida. Aunque pueda tener muchos motivos de temor y miedo cuando miro hacia atrás en mi larga vida, me siento sin embargo feliz porque creo firmemente que el Señor no sólo es el juez justo, sino también el amigo y el hermano que ya padeció Él mismo mis deficiencias y por eso, como juez, es también mi abogado (Paráclito). En vista de la hora del juicio, la gracia de ser cristiano se hace evidente para mí. Ser cristiano me da el conocimiento y, más aún, la amistad con el juez de mi vida y me permite atravesar con confianza la oscura puerta de la muerte. A este respecto, recuerdo constantemente lo que dice Juan al principio del Apocalipsis: ve al Hijo del Hombre en toda su grandeza y cae a sus pies como muerto. Pero el Señor, poniendo su mano derecha sobre él, le dice: «No temas: Soy yo...». (cf. Ap 1,12-17).

Queridos amigos, con estos sentimientos os bendigo a todos.

Benedicto XVI

Junto a la publicación de la carta hay una entrevista en Vatican News con el anterior portavoz vaticano, P. Federico Lombardi, hoy presidente de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. Por ahora ninguna defensa directa del Vaticano del Papa Emérito, ya en el pasado dimos cuenta de un insuficiente editorial de Andrea Tornielli, pero seguimos aguardando una defensa realmente vigorosa, como correspondería.