Ante todo, ¿es una “instrucción pastoral”, como lo anuncia la página de internet de la Conferencia Episcopal, ó es un “decreto”, como lo dice claramente el título del documento mismo? Los obispos de Puerto Rico, a excepción del de Arecibo, cuyo caso habíamos ya reseñado, mediante un documento conjunto han declarado abierta y oficialmente, entre otras cosas, el segregacionismo.
El decreto, con fecha Ago-24-2021, llamado “Decreto de los Obispos Católicos de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña Sobre el Requisito de Vacunación en Puerto Rico”, después de detallar los considerandos, en el punto primero dicen (énfasis añadidos):
A los fines de evitar contagios o brotes en las parroquias, ante la presencia de la variante Delta, el alza de casos y del índice alto de positividad, en nuestras respectivas diócesis y parroquias estaremos reservando un espacio para los no vacunados en la celebración litúrgica de la Eucaristía y otras celebraciones litúrgicas. Esta medida la tomamos por su propia seguridad, por la de los sacerdotes, religiosos, religiosas y también la de familiares y feligreses de las parroquias.
Si eso no es segregacionismo...
Pero no contentos con la segregación, estos obispos le espetan a los segregados que es mejor que no vayan a Misa, total han determinado que el precepto dominical no obliga, como si muchos católicos fueran a Misa simplemente porque obliga. Punto segundo.
Sugerimos que los no vacunados al menos por el tiempo presente y hasta una ulterior determinación de la CEP, se abstengan de participar en las demás actividades comunitarias presenciales de las iglesias y sigan aplicando con rigor las conocidas recomendaciones sobre el uso de mascarillas, lavado de manos, distancia física, etc. Les recordamos que el precepto dominical no obliga cuando hay una causa excusable razonable como lo es la pandemia.
Punto tercero, recuerdan que siguen imponiendo abusivamente la recepción de la Comunión en la mano.
En el punto cuarto, sacerdote que no esté vacunado no puede ministrar.
A los fines de proteger a nuestros ministros y fieles, efectivo el 15 de septiembre del 2021, todos los sacerdotes y diáconos que participen en las liturgias deben estar vacunados o al menos haber recibido la primera dosis. Presentarán su certificado de vacunación a los cancilleres de nuestras diócesis en o antes del 15 de septiembre del 2021.
El punto quinto se refiere a que prohíben a los sacerdotes y diáconos respaldar declaraciones de objeción de conciencia por motivos religiosos a quienes lo soliciten.
En el punto seis dicen que no aceptarán “declaraciones juramentadas que afirmen que las enseñanzas de la Iglesia son fundamento para rechazar la vacunación y/o texto similar” y que “ningún otro patrono o entidad pública o privada estará obligada a reconocerlas”. Aquí directamente abren fuego amigo contra el obispo de Arecibo, quien no firma el documento y previamente se había distanciado diametralmente de esas posiciones.
Punto siete, presionan a que empleados y voluntarios se vacunen, presenten certificado de vacunación al igual que los ministros y en las misma fecha límite. El que no lo haga considérese echado.
Los obispos, seis en total, olvidaron que “es evidente para la razón práctica que la vacunación no es, por regla general, una obligación moral y que, por lo tanto, la vacunación debe ser voluntaria” (Congregación para la Doctrina de la Fe, “Nota sobre la moralidad del uso de
algunas vacunas contra la Covid-19”, N° 5, Dic-21-2020).