Sunday, August 15, 2021

Barniz católico a visita de Francisco a conferencia de la ONU, COP26: Una Misa


Para darle un semblante católico a la anunciada visita a Escocia de Francisco el próximo mes de Noviembre para la conferencia de la ONU, COP26, ahora la pretensión es que celebre una Misa campal, para lo cual buscan cómo acuñarla porque, como es obvio, la intención de la visita de Francisco no es por motivos espirituales sino medioambientalistas.

Lo ha reportado The Scottish Mail on Sunday, Ago-15-2021 (imágen), citando una fuente propia, cuyo aparte principal traducimos.

Una fuente de alto nivel dijo: “Que el Papa diga la misa, si bien no está 100% confirmado, hemos tenido noticias de que quiere hacerlo y es por eso que la gente está mirando los aspectos prácticos, como el lugar y el momento, dependiendo del resto de su agenda bastante apretada.

“Tendría que encajar con su discurso en la conferencia y su encuentro con los obispos.

“Hay algunas dudas sobre si se puede integrar, pero el Papa dice misa todos los días y le gustaría decir una misa para la gente de Escocia.

“No está absolutamente confirmado, pero él quiere hacerlo, y si el Papa quiere decir misa para el público escocés, habrá un gran deseo de que suceda”.


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Nuestra Sra. de la Asunción contra el Universalismo


A fecha actual, es decir, mientras escribimos estas líneas, poco parece importar que desde el más alto escalón vaticano se enseñe el Universalismo. Pues bien, eso nos da pie para traer a colación esta cita, casi al final de de “La Mística Ciudad de Dios”, Parte Tercera, Libro VIII, Capítulo XXI, en la cual la Santísima Vírgen alude a los que tal enseñan, ¡y eso que eran mediados del 1600! (el enlace al documento original, por si queda duda, se puede ver aquí, aquí y aquí)

Hija mía, lamentable y sin excusa es la ignorancia de los hombres en olvidar tan de propósito la eterna gloria que Dios tiene prevenida para los que se disponen a merecerla. Este olvido tan pernicioso quiero que llores con amargura y te lamentes sobre él, pues no hay duda que quien con voluntad se olvida de la felicidad y gloria eterna está en evidente peligro de perderla. Y ninguno tiene legítimo descargo en esta culpa, no sólo porque el tener esta memoria y procurar alcanzarla no les cuesta a todos mucho trabajo, sino antes, para olvidar el fin para que fueron criados, trabajan muchos con todas sus fuerzas. Cierto es que nace este olvido de entregarse los hombres a la soberbia de la vida, a la codicia de los ojos y a la concupiscencia de la carne (1 Jn 2, 16); porque, empleando en esto todas las fuerzas y potencias del alma y todo el tiempo de la vida, no queda cuidado ni atención ni lugar para pensar con sosiego, ni aun sin él, en la felicidad eterna de las bienaventuranzas. Pues digan los hombres y confiesen si les cuesta mayor trabajo esta memoria que el seguir sus pasiones ciegas, en adquirir honra, hacienda y deleites transitorios, que se acaban antes que la vida. Y muchas veces después de fatigados no los consiguen ni pueden.

¡Cuánto más fácil es para los mortales no caer en esta perversidad, y más para los hijos de la Iglesia, pues a la mano tienen la fe y la esperanza, que sin trabajo les enseña esta verdad! Y cuando merecer el bien eterno les fuera tan costoso como lo es alcanzar la honra y la hacienda y otros deleites aparentes, gran locura es trabajar tanto por lo falso como por lo verdadero, por las penas eternas como por la eterna gloria. Esta abominable estulticia conocerás bien, hija mía, para llorarla, si consideras en el siglo que vives, tan turbado con guerras y discordias, cuántos son los infelices que se van a buscar la muerte por un breve y vano estipendio de honra, de venganza y otros vilísimos intereses; y de la vida eterna ni se acuerdan ni cuidan más que si fueran irracionales; y sería dicha suya acabar como ellos con la muerte temporal, pero como los más obran contra justicia y otros que la tienen viven olvidados de su fin, los unos y los otros mueren eternamente.

Este dolor es sobre todo dolor y desdicha sin igual y sin remedio. Aflígete, laméntate y duélete sin consuelo sobre esta ruina de tantas almas compradas con la sangre de mi Hijo santísimo. Y te aseguro, carísima, que desde el cielo, donde estoy en la gloria que has conocido, si los hombres no la desmerecieran, me inclina la caridad a darles una voz que se oyera por todo el mundo y clamando les dijera: Hombres mortales y engañados, ¿qué hacéis?, ¿en qué vivis?, ¿por ventura sabéis lo que es ver a Dios cara a cara y participar su eterna gloria y compañía?, ¿en qué pensáis?, ¿quién así os ha turbado y fascinado el juicio?, ¿qué buscáis, si perdéis este verdadero bien y felicidad sin haber otra? El trabajo es breve, la gloria infinita y la pena eterna.

Con este dolor que en ti quiero despertar, procura trabajar con desvelo para no incurrir en este peligro. El ejemplo vivo tienes en mi vida, que toda fue un continuado padecer y tal como has conocido, pero cuando llegué a los premios que recibí, todo me pareció nada y lo olvidé como si nada fuera. Determínate, amiga, a seguirme en el trabajo y aunque sea sobre todos los de los mortales, repútalo como levísimo y nada dificultes ni te parezca grave ni muy amargo aunque sea entrar por fuego y acero. Alarga la mano a cosas fuertes y guarnece a los domésticos, tus sentidos, con dobladas vestiduras (Prov 31, 19.21) de padecer y obrar con todas tus potencias. Y junto con esto quiero que no te toque otro común error de los hombres que dicen: procuremos asegurar la salvación, que más o menos gloria no importa mucho, pues allá estaremos todos. Con esta ignorancia, hija mía, no se asegura la salvación, antes se aventura, porque se origina de grande estulticia y poco amor a Dios, y quien pretende estos partidos con Su Majestad le desobliga para que le deje en el peligro de perderlo todo. La flaqueza humana siempre obra menos en lo bueno de lo que se extiende su deseo, y cuando éste no es grande ejecuta muy poco, pues si desea poco pónese a riesgo de perderlo todo.

El que se contenta con lo mediano o ínfimo de la virtud, siempre deja lugar en la voluntad y en las inclinaciones para admitir de intento otros afectos terrenos y amar a lo transitorio, y esto no se puede conservar sin encontrarse luego con el amor divino; y por esto es imposible dejar de que se pierda el uno y permanezca el otro. Determinándose la criatura a amar a Dios de todo corazón y con todas sus fuerzas, como él lo manda (Dt 6, 5), este afecto y determinación toma el Señor en cuenta cuando el alma por otros defectos no alcanza a los más levantados premios. Pero el despreciarlos o no estimarlos de intento, no es amor de hijo ni de amigos verdaderos, sino de esclavos que se contentan con vivir y pasar. Y si los Santos pudieran volver a merecer de nuevo algún grado de gloria padeciendo los tormentos del mundo hasta el día del juicio, sin duda lo hicieran, porque tienen verdadero y perfecto conocimiento de lo que vale aquel premio y aman a Dios con caridad perfecta. No conviene que se conceda esto a los Santos, pero concedióseme a mí, como lo dejas escrito en esta Historia (Cf. supra n. 2); y con mi ejemplo queda confirmada esta verdad y reprobada la insipiencia de los que por no padecer ni abrazarse con la Cruz de Cristo quieren el premio limitado contra la misma inclinación de la bondad infinita del Altísimo, que desea que las almas tengan méritos para ser premiadas copiosamente en la felicidad de la gloria.

Cardenal Burke en el hospital y asistido por ventilador


En la cuenta oficial de Twitter del cardenal Raymond Leo Burke, fue puesta ayer la siguiente información (nuestra traducción):

El Cardenal Burke ha sido admitido en el hospital con COVID-19 y está siendo asistido por un ventilador. Los doctores están animados por su progreso. Su Eminencia oró el Rosario por aquellos que sufren por el virus. En esta vigilia de la Asución, oremos ahora el Rosario por él.