Del siguiente artículo hemos visto dos versiones, una en fránces, suponemos la original, y otra en inglés publicada con fecha de hoy. Hablamos de un artículo en La Croix que lleva por título «¿Francisco o Juan XXIV?», y del cual seguidamente ofrecemos nuestra propia traducción, con algunas adaptaciones, de la versión en francés.
«¿Francisco o Juan XXIV?»
Loup Besmond de Senneville (en Roma)
29/05/2021
La pequeña frase fue dicha hace unas semanas a puerta cerrada en un encuentro entre el Papa y un jefe de Estado. Mientras que este último invitó, como muchos, al sucesor de Pedro a visitar su país en los próximos dos años, Francisco, sonriendo, le dio esta intrigante respuesta. «Por qué no, pero si acepto, no sé quién irá. ¿Francisco o Juan XXIV?».
Una manera sutil de decir, por un lado, que el Papa Francisco no es eterno, por otro, que los compromisos que asume hoy serán cumplidos por su sucesor. Y que todo, los viajes como los temas de fondo, constituirán, llegado el momento, la herencia al próximo Papa, se que se llame Juan XXIV, Pío XIII o Juan Pablo III. «Los inmigrantes, el cuidado de los pobres y el medio ambiente fueron puestos sobre la mesa por Francisco. Su sucesor no podrá eludirlos», dice un observador informado.
De hecho, la cuestión de una eventual renuncia de Francisco hace parte de estos rumores, numerosos, que llevan ocho años dando vueltas y sin cesar en los pasillos de los dicasterios. ¿El sucesor de Benedicto XVI dejará algún día su cargo? En Roma chocan dos teorías: los que dicen que el Papa se quedará hasta su último aliento y los que dicen que el fin del pontificado es inminente. Entre los partidarios de la primera hipótesis hay más bien familiares y admiradores. Entre los partidarios del segundo, los escépticos e incluso los enemigos.
Ciertamente, Francisco nunca descartó poder dejar voluntariamente el trono de Pedro algún día. Pero no hay duda de que hoy nadie tiene la respuesta sobre las verdaderas intenciones del Papa en este asunto. Todo lo demás es sólo especulación.
Una vez hecha la traducción, aunque sobraría decirlo, tenemos que decir que al hecho de que algunos crean que el fin del pontificado de Francisco se acerca, contribuye el propio Francisco, quien en sus actuaciones se nota ha puesto el pie en el acelerador, y no necesariamente hay que catalogarlos como “enemigos” suyos. Por ejemplo, el desencanto que sienten con el pontificado de Francisco los obispos alemanes —apoyadores, no cabe duda— no los convierte en enemigos, al contrario, su libertad de movimiento justamente es debido a la complacencia que Francisco muestra con ello, denotado por su mutismo e inacción respecto a la situación de la Iglesia alemana.