Este es un buen ejemplo de cómo siendo los cardenales la Curia del Papa, la prensa secular prefiere amplificar las voces de aquellos cardenales poco o nada ortodoxos ó heteroprácticos. En el caso que abordamos, se trata de un cardenal africano, más exactamente del arzobispo de Uagadugú, Burkina Faso, Philippe Ouédraogo.
El cardenal Philippe Ouédraogo utilizó la homilía del Domingo de Pascua para defender la vida humana y el matrimonio, condenando la “cultura de la muerte”, incluyendo el matrimonio homosexual.
El cardenal Ouédraogo, creado tal en 2014 por Francisco, criticó a quienes “engañan y comprometen la vida de generaciones enteras, promoviendo ‘la cultura de la muerte’, aborto, eutanasia, métodos anticonceptivos y abortivos”.
En su homilía, Ouédraogo reafirmó los grandes principios de la enseñanza de la Iglesia sobre el valor de la vida humana y el matrimonio, y dijo que esperaba que los católicos los defendieran “sin miedo”.
El Cardenal Ouédraogo dijo a los creyentes en Pascua que ha visto la propagación de ideas y políticas que alegan que la alta tasa de nacimientos es la razón por la que hay tanta pobreza en África.
El cardenal Ouédraogo señaló que la Iglesia no se opone a todas las formas de regular el nacimiento. Pero dijo que Ella quiere ayudar a los esposos “a vivir de manera armónica y consciente la comunión del amor en todas sus misiones, incluida la responsabilidad de procrear y educar, que constituye un propósito esencial del matrimonio”.
“La Iglesia da fe de que el control de la natalidad por el método natural no debe ser proscrito ni excluido, porque expresa la dignidad de la vida”, dijo.
El cardenal dijo que todo cristiano debe, “a imagen de San José, mostrarse acogedor de la vida humana, estar disponible a ella y protegerla”.
“Es dando valor a la vida que José logró fundar la primera familia cristiana en Nazaret”, dijo Ouédraogo.
Al finalizar su homilía y defendiendo la sacralidad del matrimonio el cardenal puntualizó:
Queridos amigos, “el futuro del mundo y de la Iglesia pasa a través de la familia”, nos enseña el Papa Juan Pablo II. En efecto, en África como en el mundo, no sólo la familia es la primera célula de la comunidad eclesial viva, sino también la de la sociedad. Sin embargo, asistimos a cambios significativos en la sociedad contemporánea que contradicen muchos valores familiares, especialmente los africanos. Adoptando valores positivos de la modernidad como sujetos activos del futuro del mundo, las familias cristianas y africanas deben rebelarse contra el imperialismo de ciertos lobbies y asociaciones que abogan y quieren imponer el matrimonio homosexual, el desenfreno sexual, el divorcio ... etc.
En efecto, el consentimiento matrimonial es el acto de la voluntad por el cual un hombre (vir) y una mujer (mulier) se dan y reciben mediante una alianza irrevocable para constituir el matrimonio. El matrimonio cristiano es monogámico, es decir, un hombre, una mujer como la pareja prototipo bíblica inicial «Adán y Eva» (cf. Gen 1). Esto excluye toda tentativa de poligamia e incluso cualquier adulterio.
La indisolubilidad se convierte entonces en la consecuencia de la entrega total en el matrimonio y en la familia. Muchas familias viven esta situación en fidelidad a los valores que constituyen el fundamento de la institución familiar, el futuro de la Iglesia y de la humanidad.
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