“El Papa abraza la Fraternidad Universal, el gran principio de la Masonería”, titulaba recientemente El Oriente, órgano informativo de la Gran Logia de España. Indicador, no bueno, de la inconvenientísima identificación de “Fratelli Tutti” con los principios masónicos.
Han transcurrido unos pocos días más y ahora la revista mensual Erasmo del Gran Oriente de Italia, la mayor logia masónica del país, dedica su editorial del más reciente número (N° 9. Octubre de 2020) a señalar las “no pocas analogías con los principios y la visión masónica” de la reciente carta de Francisco “Fratelli Tutti”. En la práctica, Francisco al exaltar la fraternidad celebra “el trinómio masónico”.
Se lee en un aparte del editorial (traducción de Secretum Meum Mihi):
En su última encíclica “Fratelli tutti”, publicada el 3 de octubre, el Papa Francisco expresó apertis verbis en clave absolutamente inédita una idea de hermandad universal, como vínculo que une a todos los seres humanos, más allá de su fe, ideología, color de piel, extracción social, lengua, cultura y nación. Se trata de un pensamiento que es cercano a los ideales que constituyen desde los orígenes los fundamentos mismos de la Masonería. Por más de 300 años el principio de la Fraternidad ha sido escrito indeleblemente en el trinomio masónico puesto al Oriente en los templos junto con los de Libertad e Igualdad.
Y, la realización de una Fraternidad universal, es desde el origen la gran misión y el gran sueño de la Masonería Libre. Y esto ha sido subrayado en sus comentarios por algunos filósofos, periodistas e incluso algún alto prelado de la Santa Iglesia Romana, expresándose sin reservas con respecto al mensaje que salió de la Encíclica Bergogliana.
Un límite teológico que el Papa evidentemente consideró superado, eligiendo una vez más inspirarse en San Francisco de Asís, que “se sentía hermano del sol, del mar y del viento”, que “sabía que estaba aún más unido a los que eran de su propia carne”, y que “en todas partes sembraba la paz” y que “caminaba al lado de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos”. Del santo poverello, el Papa también quiere recordar un episodio de la vida “que muestra —explica— su corazón sin límites, capaz de ir más allá de las distancias debido a su origen, nacionalidad, color o religión”: su visita al Sultán Malik-al-Kamil en Egipto.