12 horas del 22 de Octubre, se renueva acuerdo secreto Vaticano-China. Negociadores vaticanos hacen saber que amenazas de Pompeo los ayudaron
¡Qué dolor, qué impotencia!, nuestros hermanos en China son la carne de cañón y la moneda de cambio de la Iglesia de la revolución de la ternura de Francisco quien, en sus desmesuradas ansias de ser el primer Papa en ir a China, hace toda clase de capitulaciones ante el gobierno comunista chino. No es cierto que el culpable sea Parolin, como dice el cardenal Joseph Zen, el responsable directo es el que está al mando.
Pues bien, los negociadores vaticanos, obviamente de forma anónima, han hecho saber a Corriere della Sera que el acuerdo secreto Vaticano-China sobre el nombramiento de obispos se renovará tal día, a tal hora y de tal forma. Y a Pompeo, que muchas gracias por el empujoncito.
El artículo está firmado por Massimo Franco y ha sido publicado en la tarde del sábado, Oct-17-2020, en el sitio web del periódico. Suponemos saldrá en la emisión impresa dominical. Traducción de Secretum Meum Mihi.
China-Vaticano, así se renovará el acuerdo secreto: «¿Las amenazas estadounidenses? Nos ayudaron»
El acuerdo sobre los obispos se renovará el 22 de octubre en Roma. Los negociadores del Vaticano: Pompeo nos hizo un favor. Ha demostrado que nuestra línea no está condicionada por nadie
Por Massimo Franco
La confirmación llega sin cautelas diplomáticas. «El 22 de octubre, a las 12 horas en Roma correspondientes a las 18 en Beijing, la Santa Sede y el gobierno chino comunicarán simultáneamente la prórroga de dos años de su Acuerdo provisional y secreto». Será anunciado el intercambio de misivas con las cuales el minúsculo “imperio” vaticano y el inmenso Imperio Medio han decidido, a despecho de las fuertes advertencias de Estados Unidos, continuar construyendo un diálogo que podría convertirse en algo más. Por ahora, el acuerdo sólo sirve para acordar el nombramiento de obispos, tratando de superar la dicotomía entre la Iglesia católica “patriótica”, reconocida oficialmente por Beijing y subordinada al Partido Comunista, y la Iglesia “clandestina” vinculada al Vaticano.
Pero si el acuerdo sigue adelante, por asimétrico y especialmente favorable que sea para los chinos, la posibilidad de restablecer las relaciones diplomáticas podría surgir en dos años. La agencia misionera Asianews recordó que fueron interrumpidos por China en 1951, cuando el entonces nuncio, monseñor Antonio Riberi, que había estado tratando de contactar a Mao Zedong por años, fue expulsado sin demasiados cumplidos. La Guerra Fría congeló las relaciones durante décadas, a pesar de las reuniones más o menos secretas entre emisarios papales y del régimen chino, y las señales llegaron tanto durante el pontificado de Juan Pablo II como de Benedicto XVI. Luego, el 22 de septiembre de 2018, llegó el punto de inflexión, resultado de una larga mediación buscada por Francisco y su “primer ministro”, el cardenal Pietro Parolin, con los hombres del presidente Xi Jinping.
Y ahora de los negociadores de la Santa Sede llega el sello para el próximo bienio, acompañado de una nota cáustica contra la Casa Blanca de Donald Trump y su secretario de Estado, Mike Pompeo. «Con su intervención de pierna fuerte contra la prórroga, casi un mensaje mafioso», es el duro comentario que viene del Vaticano, «Pompeo nos ha hecho un favor. Ha demostrado que nuestra línea no está condicionada por nadie. Paradójicamente, nos fortaleció en las negociaciones con Beijing… ». El incidente es conocido. Pompeo fue protagonista de una dura postura contra la prórroga, en vísperas de su visita a Roma a finales de septiembre. En esos días escribió que, si se renovaba el acuerdo, el Vaticano perdería su “autoridad moral”.
Reiteró su ataque al hablar en una conferencia sobre libertad religiosa organizada por la embajada de Estados Unidos ante la Santa Sede. Resultado: ningún encuentro con el Papa Francisco y una fría conversación con Parolin. Pero sobre todo, aceleración de un acuerdo ya redactado. Durante unas horas, los chinos sospecharon que la presión estadounidense podría condicionar la estrategia del Vaticano, también por la fuerte resistencia existente en el mundo católico. Por otro lado, la presencia de un incómodo invitado de piedra como Estados Unidos ha aflorado y aflora continuamente en los intercambios entre Roma y Beijing. Pero la preocupación pronto se convirtió en satisfacción. Cuando se supo que Jorge Mario Bergoglio no recibiría a Pompeo y seguiría adelante, el “partido vaticano” en China pudo silenciar a los todavía numerosos opositores del Partido Comunista.
Fue la confirmación de un Papa “post-occidental”, libre de las limitaciones de las alianzas militares, promotor de una geopolítica de 360 grados, y decidido a cancelar el esquema según el cual las relaciones con un régimen autoritario como el chino solo pueden ser de contraposición. Alguien en Roma incluso pensó que el ataque del secretario de Estado de Estados Unidos podría acelerar una invitación para Francisco a Beijing, pero por el momento es solo fantapolítica. No es la primera vez que un pontífice niega una audiencia a un secretario de estado de Estados Unidos. En 2007, Benedicto XVI dijo no a Condoleezza Rice, la emisaria de George Bush. La ruptura entre la Santa Sede y la coalición angloamericana por la invasión de Irak aún estaba fresca. Y pesaba mucho la forma grosera en que Rice había tratado al mediador vaticano enviado para evitar la guerra in extremis, el cardenal Pio Laghi.
Actualización Oct-18-2020: Efectivamente, y como supusimos originalmente, el artículo ha sido publicado en la edición dominical impresa de Corriere della Sera, Oct-18-2020. Además, al final del mismo aparecen dos párrafos los cuales no estaban en la primera versión de su página web, que es de donde tomamos el artículo originalmente. Estos son los dos párrafos, para nosotros nuevos, en una traducción propia y presentando las disculpas por la involuntaria omisión.

Pero entonces el incidente diplomático se mantuvo en secreto: se supo por casualidad, meses después. Esta vez, lo provocado por Pompeyo tuvo una publicidad estudiada, contaminada por los cálculos electorales del círculo de Trumpiano, atenta al electorado católico conservador y antichino. Haberlo superado no significa que el diálogo entre el Vaticano y China haya allanado el camino. Una vez completada la ampliación, quedarán las espinas de “un acuerdo tan feo que en cualquier caso es mejor que ningún acuerdo”, en la visión de la Santa Sede. En el altar del diálogo Francisco también está dispuesto a pagar el precio de la acusación de guardar silencio ante la represión de las protestas en Hong Kong, o de los campos de reeducación para los musulmanes uigures en el lejano oeste de China: el ataque de Pompeyo evocó este punto débil.
Un diplomático que parece conocer las diez o más páginas del acuerdo afirma que todavía hay varios problemas sin resolver entre líneas. “Debían abordarse entre 2018 y 2020. Pero la epidemia de la Covid ha detenido todo. Y uno se pregunta si la ausencia forzada de contactos físicos entre las dos delegaciones no será explotada por la parte china como coartada para forzar los pactos”. No fue suficiente, está estancada la tensión entre la Iglesia oficial y la clandestina. “La verdadera incógnita es la división dentro del mundo católico chino”, explica el diplomático del Vaticano. “Por eso se debe estar atentos y esperar que el acuerdo se mantenga y posiblemente mejore. En el último año y medio, también por la actitud agresiva de los Estados Unidos, China se ha cerrado. Y la libertad religiosa sufre”. “Es un precio a pagar”, reiteran los vértices del Vaticano: aunque sólo sea para hacer el proceso irreversible.