Este es un artículo de Folha de São Paulo, Sep-17-2020. Traducción de Secretum Meum Mihi.
Libro revela cómo sacerdotes se aprovecharon de la miseria en Haití para abusar de niños
Muchos de los crímenes cometidos en el país por sacerdotes y nuncios se mantuvieron en la sombra, encubiertos por autoridades eclesiásticas y también por líderes políticos locales.
Renato Machado
17/09/20
En el país más miserable de América, marcado por la violencia endémica y la destrucción provocada por desastres naturales, religiosos de la Iglesia católica explotan la vulnerabilidad de los niños locales para cometer todo tipo de abuso.
Al contrario de los casos de pedofilia en el mundo, que cobraron prominencia en los últimos años, muchos de los crímenes cometidos en Haití por sacerdotes y nuncios se mantuvieron en las sombras, encubiertos por autoridades eclesiásticas y también por líderes políticos locales.
Más que eso, el país se ha convertido en un destino para los religiosos de la Iglesia Católica con un historial de violaciones.
Esta historia está narrada en el libro “La Cruz Haitiana - Cómo la Iglesia Católica usó su poder para Esconder Religiosos Pedófilos en Haití” (Editorial Tagore), con previsión de llegada a librerías el viernes (18). El trabajo es el resultado de una búsqueda de diez años realizada por la periodista Iara Lemos, reportera de la sucursal Brasilia de Folha de São Paulo.
El libro narra los casos de abusos cometidos por religiosos por más de tres décadas. Son criminales que se aprovechan no solo de la pobreza sino también de la vulnerabilidad de los niños en la cultura haitiana, utilizados como esclavos domésticos y como moneda de cambio.
Además, el poder de la Iglesia Católica cuenta a favor de los violadores, incluso en un país que conserva las tradiciones originarias del continente africano.
Gran parte de la población haitiana es adepta al vudú. Sin embargo, esta religión todavía se desarrolla en los recónditos de la sociedad, en rituales ocultos, por lo general en la noche. Por otra parte, el catolicismo es la “religión de día”, la fe de los poderosos y el alivio de la población carente, por cuenta principalmente de los proyectos asistenciales que desarrolla.
“Las historias de abusos más comunes son el intercambio de sexo por comida, medicina e incluso hasta el mismo baño”, dice la autora.
“El objetivo de estos religiosos son los niños que viven en las calles, lo que es bastante común en Haití. Ellos llevaban los niños a las escuelas, donde eran violados. Una de las víctimas, que quedó embarazada de un sacerdote, fue amenazada con un arma para que tuviera sexo con él”.
Iara estuvo la primera vez en Haití en 2008 para la producción de una serie de reportajes, desde la ciudad de Jérémie. Siguió el día a día de las monjas brasileñas en misión en el país y por primera vez escuchó hablar de casos de abuso.
En los años siguientes, comenzó su búsqueda para el libro, rescatando documentos en el Vaticano, en Canadá y en Estados Unidos. Volvió a Haití y recogió los testimonios de las víctimas, contando con el apoyo del periodista haitiano Ciro Sibert, que realizó las primeras denuncias de abusos, lo que despertó la ira de los líderes de la Iglesia.
Sibert tuvo que salir de Haití con la familia, después de que las amenazas se volvieron cada vez más frecuentes.
La periodista brasileña también trabajó en sociedad con el abogado Mitchell Garabedian, conocido por sus investigaciones de casos de abusos cometidos por religiosos. Garabedian es uno de los responsables de descubrir las violaciones cometidas por sacerdotes en el área de Boston, en Estados Unidos, y que fueron encubiertos por importantes figuras de la Iglesia.
El caso, publicado por The Boston Globe, se convirtió más tarde en el guión de la película “Spotlight” (Tom McCarthy, 2015).
Los documentos analizados por la periodista brasileña apuntan a que los primeros casos se remontan a la década de 1990, cuando el país vivió la transición de la dictadura de Jean-Claude Duvalier, el Baby Doc, a su todavía hoy frágil democracia. Se estima que ha habido cientos de víctimas de religiosos en los últimos 30 años.
El libro relata los casos de violencia con nombres y apellidos de los perpetradores. Algunos casos se han hecho notorios a nivel internacional, mientras que otros eran del conocimiento sólo por una parte de la sociedad haitiana. En todos, prevalece la impunidad por parte de la Iglesia Católica.
Uno de los casos que ganó notoriedad involucró al nuncio para Haití y la República Dominicana, una figura equivalente a la de embajador del papado, Dom Józef Wesolowski. Entre 2008 y 2013, el entonces nuncio practicó crímenes en los dos países contra jóvenes en situación de calle, que le eran traídos por otros representantes de la Iglesia.
Cuando fue denunciado por los medios de comunicación dominicanos, huyó del país con un pasaporte falso, de regreso al Vaticano. Fue destituido de su cargo, pero su proceso fue lento, con poca transparencia. El acusado aguardó en una habitación residencial en la sede del Papado, como medida de restricción.
En una rara manifestación, el Vaticano dijo en la ocasión que “la iniciativa de los órganos judiciales del Estado es una consecuencia del deseo expreso del Papa, de manera que una caso tan serio y delicado fuera tratado sin demora, con el rigor cierto y necesario, con total asunción de responsabilidad por las instituciones encabezadas por la Santa Sede”.
Wesolowski fue encontrado muerto en su cuarto, en 2015, pero las causas de muerte no se han aclarado por completo.
La situación de marginalidad en que se encuentra el país a lo largo de su historia, y que permitió la actuación de los religiosos criminales, poco a poco se está restableciendo. Después de un período de atraer la atención mundial por cuenta del terremoto que mató a 220.000 personas, en 2010, el país caribeño está cayendo en el olvido. La misión de paz de la ONU, que fue liderada por Brasil, abandonó el país en 2017. Haití vuelve a verse asolado por la pobreza y por la violencia.