Para muchos ha pasado inadvertida o ha sido una noticia entre otras más, nos referimos a la reciente creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, sobre cuya creación el secretario ejecutivo de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), Mauricio López Oropeza, ha escrito un artículo publicado en la edición semanal en lengua española de L’Osservatore Romano, Jul-10-2020, pág. 3. Lo lógico es que no mencione en el artículo los ítems referidos en el título de esta entrada, pero que son algunos, entre tantos objetivos, que solapadamente se pretenden (aunque ya no estamos tan seguros si la intención todavía es solapada), y para ello el paso de la creación de este nuevo organismo es fundamental. Estos objetivos y otros a los que no nos referimos en esta entrada, están aludidos eufemísticamente —y además con lenguaje inclusivista, el cual en español no existe— en el artículo de López como “emprendimientos que el Espíritu nos ha revelado”. Un aparte del aludido artículo.
Aunque sea más difícil tejer con muchas personas, es necesario hacerlo juntos y juntas. Esta Conferencia Eclesial de la Amazonía es eso. Hay muchas propuestas que surgieron del Sínodo Amazónico que no pueden llevarse de manera aislada por las jurisdicciones eclesiásticas o por las iglesias locales o domésticas; tampoco la REPAM puede llevar adelante tareas que podrían poner en riesgo su identidad de red, de ser una plataforma ligera con servicios puntuales de articulación.
Hay muchos emprendimientos que el Espíritu nos ha revelado, que nos supera en dimensión, en institucionalidad, y requieren una visión de largo plazo, sostenida en el tiempo. Pues esto es lo que viene a hacer la Conferencia Eclesial de la Amazonía, y nos pide que purifiquemos la intención de aquellos que se niegan a la ‘metanoia’. Tenemos algunas posiciones que quieren evitar cualquier cambio en un sentido de ‘conservar’, pero también tenemos posiciones que quieren evitar cualquier cambio en un sentido o de defender una visión unívoca; esto lo vivimos en el Sínodo y no da espacio para el Espíritu Santo. La Iglesia es diversa, es como la primera carta a los Corintios, con la imagen del cuerpo, de cada parte en la complementariedad. Esta Conferencia es una invitación a lo nuevo, a lo inédito, a ir avanzando incluso más allá de lo que estos últimos años hemos considerado como esencial: la ruta del sínodo. Es tiempo de que los nuevos odres den espacio al vino nuevo, manteniendo y cuidando todos aquellos otros procesos que complementan y que convergen. Esta Conferencia Eclesial de la Amazonía va a dialogar con la REPAM , la CLAR, con las Cáritas, con las iglesias locales, con otras instituciones, y también hará parte del CELAM, vinculado de manera orgánica, pero con autonomía.
Como es sabido —y si no lo sabe sépalo ahora—, una vez obtenidos los objetivos en el Amazonas, por ejemplo el de la ordenación de hombres casados, ya existen otros lugares del planeta donde pedirán lo mismo, los primeros que a este específico respecto ya asomaron la cabeza han sido los simoniacos obispos alemanes. Este aspecto no podía quedar de lado o ignorado en el artículo de López, quien finaliza (énfasis añadido):
Hay que dar tiempo y espacio a que esta conferencia vaya madurando. Hemos dado un paso en este momento, que es confirmar con la Iglesia del territorio, en su más amplia diversidad y con la presencia de organismos de la Santa Sede, una propuesta que tiene que ir al papa Francisco, a las instancias respectivas que él considere, para su aprobación. Poco a poco se irá estructurando, intentando que pueda ser una verdadera respuesta de vida y de esperanza, en medio de esta pandemia que está marcando un antes y un después, un hito global humanitario, donde esta vivencia que creemos que es un gesto de esperanza y de vida, pueda también ser símbolo para otros biomas, para otras regiones y otras realidades, de una verdadera sinodalidad.
En la práctica, y para continuar con el mismo ejemplo, la ordenación de hombres casados sería un “símbolo… de una verdadera sinodalidad” para el bioma/región/realidad de Alemania. Y así sucesivamente con los otros objetivos pretendidos.
Ahora, para aquel que por primera vez se está enterando o está un tanto desinformado, lo de las hostias de yuca no es una broma, ni una figura que nos hemos inventado, ni una hipérbole, es mucho más real de lo que se podría imaginar.