Es el slogan de moda, pero nosotros lo aplicamos a un caso en concreto, el Card. Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos.
Mañana cumple 75 años, edad de retiro obligatorio, presumiblemente Francisco le aceptará la renuncia por límite de edad para poner uno de sus alfiles. Para nosotros existen altas probabilidades de que así sea, no de otra manera se explica que en estos tiempos en que los obispos nos están pisoteando la conciencia imponiéndonos la Comunión en la mano, esa congregación no haya salido a defendernos, como sucedió en el pasado en ocasiones parecidas. Una vez llegado el neoprefecto procederá a emitir cualquier documento que legitíme el clericalismo de los obispados del mundo.
En todo caso, ya el card. Sarah ha hecho lo más que se puede en las concretas circunstancias. Primero que todo, en esa congregación estaba sitiado desde 2016; Francisco hace rato que no lo recibe en las rutinarias audiencias semanales que tiene individualmente con cada uno de los jefes de dicasterio; cuando Francisco emitió el motu proprio Magnum Principium, por el cual confirió autoridad a las conferencias episcopales sobre las traducciones litúrgicas, lo hizo ignorando al prefecto, i.e., el card. Sarah, y se valió del segundo, Mons. Arthur Roche, el card. Sarah intentó intervenir mediante una carta publicada en varios sitios de internet que explicaba el sentido del motu proprio, el cual sería el que la Santa Sede tendría la última palabra en cuanto estas traducciones, para ser desautorizado casi de inmediato por Francisco; más recientemente el hecho que infurió a Francisco fue la publicación del libro que en co-autoría con Benedicto XVI escribió Sarah, Des Profondeurs de nos coeurs, en el cual prevenían sobre la apertura del sacerdocio a hombres casados. De forma soterrada la Casa Santa Marta pidió el retiro del nombre de Benedicto como co-autor, Mons. Gänswein salió con el cuento de que era Benedicto el que no quería ya figurar en él, aunque reconocía que lo escrito en el libro era 100% de Benedicto y limpiando la imágen de Francisco, afirmando que él no había intervenido para nada en el episodio del libro. Al final el bien ya estaba hecho y como Gänswein no pudo alcanzar los niveles de efectividad que Francisco esperaba, también él ha sido desde entonces alejado, sigue siendo el Prefecto de la Casa Pontificia, pero no ejerce como tal, Francisco recurre al segundo, Mons Leonardo Sapienza, es decir, hizo lo mismo que anotamos arriba con Sarah, recurriendo a su segundo, Mons. Roche.
Queda la esperanza de que Francisco deje al card. Sarah por un tiempo más, mientras baja la ola mediática “Black Lives Matter”, para proceder según sus deseos. ¡Qué tal que los medios se den cuenta que Francisco prescindió del cardenal africano y comiencen a hacerle bullying tachándolo de racista! Mejor esperar que baje la marea.
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