Monday, May 25, 2020

Tiempos pandémicos: Los católicos reducidos al nivel de una asociacioón de consumidores

Esta es una traducción al español de Secretum Meum Mihi de un artículo aparecido en Il Messaggero, May-13-2020.

El politólogo Olivier Roy, “La Iglesia se ha reducido a una especie de sindicato”

Miércoles 13 de mayo de 2020
por Franca Giansoldati


Ante la epidemia y el cierre impuesto por los gobiernos, la Iglesia se movió como si fuera una especie de “sindicato de creyentes”, incapaz de hacer entender a los políticos que el derecho a la libertad de culto es mucho más importante que la necesidad de ir al partido de fútbol o a comer una hamburguesa de McDonald's. Olivier Roy, politólogo, entre los más importantes de Europa, experto en religiones, ha abierto un acalorado debate que desde Francia se ha extendido a otras partes, preguntándose —después del cierre de todos los lugares de culto— si los creyentes no se han convertido en consumidores como los demás.

Roy publicó su reflexión en Le Nouvel Observateur. En el ensayo, hace notar que la Iglesia Católica (junto con los otros cultos) nunca ha hablado “nunca en forma religiosa sobre esta epidemia”. “En todo caso, habla de conciliar la racionalidad médica y el derecho de los creyentes, como si presentar un enfoque religioso de la epidemia en términos de sentido (lo que significa la epidemia para la humanidad) fuese inaudito. Pero esto, al final, solo reduce el discurso y su acción universal. Y la Iglesia termina comportándose como una especie de sindicato de católicos”.

El análisis de Roy parte de una pregunta que se adapta bien al caso italiano e incluye otros credos. Los rabinos, los imanes, los obispos, la federación de protestantes, budistas e hindúes aceptaron sin reserva alguna la consigna del gobierno y las instrucciones que de hecho sometieron a los fieles, hasta la reducción de feriados esenciales como la Pascua, el Ramadán el Pesaḥ. No faltaron los incidentes y las protestas, pero fueron muy limitadísimos, algunas misas clandestinas, algunas reuniones celebradas en los márgenes. Alrededor de Pascua, algunos católicos se preguntaban por qué era necesario controlar que las iglesias permanecieran cerradas.

Roy deduce que este marco conduce a reforzar que el estado no considera la práctica religiosa como una necesidad esencial. La Iglesia Católica ha “notado con horror esta laicidad que pretende respetar e integrar un pasaje contrario, no en la confrontación, sino peor, en la ignorancia y en la indiferencia hacia las religiones”. Un debate que naturalmente se desarrolló también en Alemania.

¿Por qué no confesar con Skype y recibir la hostia consagrada para Amazon? “Las reglas de los gobiernos —explicó Roy— ponen a McDonald’s al nivel de la iglesia, la mezquita o la sinagoga. En Italia, el gobierno abrió los museos antes que iglesias como si la religión viniera después de la cultura, o peor aún, no tendría nada que ver con la cultura”. Macron y Merkel hicieron lo mismo.

“El problema más grave es que la práctica religiosa es vista por los políticos y por la opinión pública como opcional, individual y no concierne a una comunidad de individuos. Los cristianos se ven privados de las misas como los fanáticos del fútbol se ven privados de los partidos. Esta indiferencia está muy cercana a la persecución.