Cuando hace 50 años Paulo VI defendió el celibato sacerdotal contra el ataque neerlandés (cualquier parecido con la actualidad...)
Fue hace exactamente 50 años en las palabras previas al rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro del Domingo Feb-01-1970, cuando el Pontífice se manifestó de la siguiente forma en defensa del celibato sacerdotal, por aquellos días atacado no por los obispos alemanes, como sucede hoy, sino por los neerlandeses (nuestra traducción).
Necesitamos, queridos Hijos, de vuestras oraciones. Vosotros ciertamente adivinarán por qué.
Entre las grandes causas que necesitan de la ayuda de Dios, hacia las cuales Nosotros dirigimos las oraciones de cuántos buenos y fieles las dirigen al Señor por Nosotros y por Nuestras intenciones, hay una que está ahora muy en el corazón, y de la cual se habla mucho, el sagrado celibato de los Sacerdotes.
Es una ley capital de nuestra Iglesia latina.
Abandonarla o ponerla en discusión no se puede: sería retroceder; sería no cumplir una fidelidad de amor y de sacrificio, que nuestra Iglesia latina, después de una experiencia consumada, con inmenso coraje y con serenidad evangélica, se ha impuesto en el esfuerzo secular de severa selección y de perenne renovación de su ministerio sacerdotal, del cual luego depende de la vitalidad de todo el Pueblo de Dios.
Ciertamente es una norma muy alta y muy exigente, cuya observancia exige, además de un irrevocable propósito, un especial carisma, es decir, una gracia superior e interior; (Mat. 19, 12; 19, 29; 1 Cor. 7, 7.) y es lo que lo hace del todo conforme a la vocación al único seguimiento de Cristo y conforme a la respuesta total del discípulo, que deja todo para seguir a Él solo y para dedicarse completa y exclusivamente, con un corazón indiviso, al ministerio en favor de los hermanos y de la comunidad cristiana.
Todo esto hace del celibato eclesiástico un testimonio supremo del reino de Dios, un signo único y hablante de los valores de fe, de esperanza, del amor, una condición incomparable de pleno servicio pastoral, una ascética continua de perfección cristiana.
Sí, es difícil; pero es precisamente este el carácter que lo hace atrayente para las almas jóvenes y ardientes; y es más que nunca válido para las necesidades de nuestro tiempo. Digamos más: puede volverse fácil, feliz, bello, católico. Debemos conservarlo y defenderlo, y debemos justo rezar para que el Señor hoy lo haga a todos, llamados o no llamados, comprender más profundamente, y para todos, laicos, religiosos y eclesiásticos, estimar y venerar.
Y que la Virgen nos revele, para los elegidos para el ministerio sacerdotal, la dignidad, la posibilidad, la necesidad.
Como era apenas obvio, dicha intervención fue atacada y/o minimizada haciéndola parecer como que el que hablaba no era el Pontífice sino el obispo de Roma, por lo que la intervención no tenía alcance para la Iglesia Universal. Ya Uds. saben que hoy día las cosas han cambiado, y es el propio Francisco el que prohija que se hagan esa diferencias, como cuando en su primerísima visita a una parroquia romana dijo: “El Papa está en el Vaticano: hoy ha venido el obispo aquí”.
Visto el ataque, el portavoz vaticano tuvo que emerger a hacer una aclaración. Este es un despacho de la época de agencia EFE, Feb-02-1970.
Ciudad del. Vaticano 2. El director de la sala de Prensa de la Santa Sede, monseñor Fausto Vallaine, ha criticado hoy, duramente, en una declaración hecha ésta mañana a los periodistas, el intento de minimizar la importancia del discurso pronunciado ayer por Pablo VI sobre el celibato eclesiástico, por parte de algunos-periódicos italianos.
«Es admisible —precisó— el intente que emerge claramente de los comentarios de algunos periódicos al discurso del Papa de ayer, antes del Angelus, de minimizar el valor de las palabras del Santo Padre en defensa del celibato como si fueran expresiones más que del Pontífice universal del obispo de Roma».
Monseñor Vallaine hizo notar que «distinguir entre sede más o menos comprometida para valorar, siguiendo los propios gustos, la importancia de una intervención del Papa, o, peor aún, buscar la separación de la autoridad del obispo de Roma de la del pastor de la Iglesia, significa recurrir a un medio para consolar, en este caso concreto, a los partidarios de la abolición del, celibato sacerdotal obligatorio».
«Ha sido de hecho, precisamente —manifestó el portavoz— durante los encuentros festivos de mediodía, que, frecuentemente, Pablo VI, sabiendo que hablaba no sólo a pocos fieles de la diócesis de Roma, sino a numerosos peregrinos procedentes de varias partes del mundo, ha tratado argumentos de viva actualidad y gran relieve, empeñando, sin recurrir a posibles distinciones, la propia autoridad de Jefe de la Iglesia Católica».
Con la declaración del director del sala de Prensa de la Santa Sede se subraya en los medios periodísticos vaticanos las posibles dudas sobre el valor a atribuir al pronunciamiento del Santo Padre se han disipado: la confirmación del celibato hecha ayer por el Papa se refiere a toda la Iglesia y no se puede ocultar su referencia al caso concreto de la Iglesia holandesa». —Efe.
Con respecto a la reacción de los obispos neerlandeses, otro despacho de la misma agencia EFE, Feb-02-1970.
Utrecht 2. «Los obispos holandeses están siempre en contacto con el Vaticano, y no tienen la impresión de que el discurso del Santo Padre tuviera la intención de ser una respuesta a los problemas que ellos (los obispos holandeses) han sometido a Su Santidad», declara un comunicado, publicado hoy en Utrecht (Holanda) por el secretariado, de la Conferencia Episcopal holandesa. Esta nota del episcopado holandés hace referencia al discurso que el Papa pronunció el domingo.—Efe.