Thursday, December 19, 2019

Secretario de la CDF: Documento sobre antropología no se abre a las uniones homosexuales

¿Y qué esperaban, que saliera alguien a aceptarlo? ¿Uds. recuerdan una instrucción por allá en 1969, llamada Memoriali Domini, que supuestamente reafirmaba que la Sagrada Comunión se recibía en la boca: “El Sumo Pontífice ha decidido no cambiar el modo, hace mucho tiempo recibido, de administrar a los fieles la sagrada comunión”? ¿Qué tenemos hoy? ¡No nos crean imbéciles!

Este es un (reactivo) artículo de Vatican News, Dic-19-2019, en el que Mons. Giacomo Morandi sale a apagar el incendio provocado por los reportes sobre un documento de la Pontificia Comisión Bíblica en el que se pregunta qué es el hombre.

Morandi: El documento sobre antropología no se abre a las uniones gays

El Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Monsignor Giacomo Morandi, comenta el reciente estudio de la Pontificia Comisión Bíblica “¿Quién es el hombre?”. Algunos argumentan ideológicamente sobre este tema, pero dice que en la Biblia “no hay ejemplos de ‘unión’ legalmente reconocida entre personas del mismo sexo”.

Excelencia, ¿puede explicar el significado del documento sobre antropología que acaba de publicar la Pontificia Comisión Bíblica? ¿Cuál es su propósito?

El mismo documento afirma que pretende ser “una interpretación fiel de toda la Sagrada Escritura respecto del tema antropológico”. Este se basa “en un procedimiento expositivo original que ha tomado como texto de referencia el relato fundacional de Génesis 2-3… porque estas páginas bíblicas son consideradas fundamentales por la literatura neotestamentaria y por la tradición dogmática de la Iglesia”. En definitiva, el texto pretende “promover una visión global del proyecto divino sobre el hombre, que comenzó con el acto de la creación y se realiza en el transcurso del tiempo, hasta su cumplimiento en Cristo, el hombre nuevo, que constituye la clave, el centro y la meta de toda la historia humana”.

Algunos se sorprendieron por la declaración sobre la posibilidad de que los cónyuges se separen, a pesar de que esta es la posición tradicional de la Iglesia. ¿Eso significa “abrir” al divorcio? ¿Qué significa ese pasaje y cómo se relaciona con la enseñanza de la indisolubilidad?

La enseñanza de la Iglesia, con el Código de Derecho Canónico, ya concede a los cónyuges válidamente unidos por el sacramento del matrimonio el derecho a separarse en ciertos casos particulares. Pero este hecho no ha significado nunca ninguna legitimación del divorcio, entre otras cosas porque un sacramento del matrimonio válidamente contraído permanece así y nunca puede ser anulado por ningún otro acto. Por el contrario, es diferente la hipótesis en la que el matrimonio se reconoce como nulo desde el principio: este es el caso de los procedimientos para la declaración de nulidad del matrimonio. Sin embargo, a veces hay situaciones en las que la convivencia entre los cónyuges se hace prácticamente imposible por diversas razones. Es precisamente en estos casos que la Iglesia admite la separación física de los cónyuges y el fin de la cohabitación. Sin embargo, los cónyuges que están válidamente unidos por el sacramento del matrimonio no dejan de ser marido y mujer ante Dios y, por lo tanto, no son libres de contraer una nueva unión. La comunidad cristiana está llamada a estar cerca de estas personas y a ayudarlas a vivir cristianamente su situación, como recuerda con autoridad el Catecismo de la Iglesia Católica en el n. 1649. El documento de la Pontificia Comisión Bíblica sigue exactamente esta línea y ciertamente no se “abre” al divorcio, como algunos, de manera distorsionada o instrumental, creen o quisieran.

Otros párrafos que han llamado la atención son los relativos a la homosexualidad. Hay quienes han leído en el documento de la Pontificia Comisión Bíblica una apertura a las uniones entre personas del mismo sexo. ¿Es así?

Desde hace algún tiempo, sobre todo en la cultura occidental, se han alzado voces de disensión respecto al enfoque antropológico de la Escritura, tal como la Iglesia la entiende y la transmite en sus aspectos normativos; todo ello se juzga a menudo como el simple reflejo de una mentalidad arcaica e históricamente condicionada. Sabemos que diversas afirmaciones bíblicas, en el ámbito cosmológico, biológico y sociológico, han sido consideradas gradualmente como superadas con la progresiva afirmación de las ciencias naturales y humanas. En este sentido, algunos dicen que una nueva y más adecuada comprensión de la persona humana impondría una reserva radical sobre el valor exclusivo de la unión heterosexual, a favor de una aceptación análoga de la homosexualidad y las uniones homosexuales como una expresión legítima y digna del ser humano. Además - se argumenta a veces - la Biblia dice poco o nada sobre este tipo de relaciones, que por lo tanto ya no deberían considerarse ilícitas desde el punto de vista moral. Se trata de una aproximación ideológica y parcial a la antropología. En realidad, el documento en el n. 185 dice textualmente: “La institución del matrimonio, constituida por la relación estable entre marido y mujer, se presenta constantemente como evidente y normativa en toda la tradición bíblica. No hay ejemplos de ‘unión’ legalmente reconocida entre personas del mismo sexo”. Por lo tanto, no existe ninguna “apertura” a las uniones entre personas del mismo sexo, como algunos lo han afirmado erróneamente.

19 diciembre 2019, 18:47

Un centro de terapia psicológica en Roma intenta “curar” a sacerdotes pedófilos

Este es un artículo de Clarín de Buenos Aires, Dic-19-2019, basado en una entrevista publicada previamente en italiano en La Repubblica.

Un centro de terapia psicológica en Roma intenta “curar” a sacerdotes pedófilos

La comunidad del Monte Tabor recibe a curas y monjas con distintos problemas. La mayoría fueron acusados por abusos.

Julio Algañaraz
Vaticano, corresponsal

19/12/2019


Se llama comunidad del Monte Tabor y es vecina al santuario romano del Divino Amore, en los suburbios de la capital de Italia. Es uno de los pocos centros de terapia psicológica de la Iglesia que recibe curas y monjas con distintos problemas serios, entre ellos la pedofilia. Paolo Rodari, vaticanista de La Repubblica lo visitó y entrevistó al diácono permanente Ermes Luparia, de 69 años.

El Papa Francisco​ visitó el centro hace unos meses en uno de sus personales viernes de Misericordia.

Don Ermes explicó que son los obispos los que mandan a los responsables de abusos sexuales a menores “para que los curemos”.

“Somos una unidad terapéutica a todos los efectos”, dijo a La Repubblica. Llegan cuando las acusaciones son públicas pero los procesos civiles no han llegado a una conclusión”.

El diácono Luparia dijo que “vienen a curarse para comprender a través de un camino terapéutico que los llevó a cometer crímenes inaceptables”.

Ninguno es aceptado sin el consentimiento de las autoridades civiles. “La policía conoce nuestro comportamiento correcto”, aclara el diácono.

Don Ermes señaló que los obispos italianos los mandan “para evitar que cometan otros abusos”.

Todos llegan por obediencia a la voluntad del obispo. “Hacemos un primer coloquio de evaluación para saber si detrás de la obediencia existe una conciencia del crimen cometido. De las primeras respuestas hacemos un pronóstico que es útil para seguir la terapia”.

El centro, explicó Luparia “es una fraternidad sacerdotal”. La vida comunitaria exige los internados la misa matinal y a cada uno se le asigna un deber. En la cocina, en el mantenimiento del huerto y otra actividades. “El nuestro es un camino global. Terapia y vida en comunidad”, señaló.

Quienes viven en el centro del Monte Tabor deben seguir las reglas o son denunciados al obispo que lo envío a curarse. Por ejemplo, la oración no puede ser eludida. “Es necesaria una vida de un cierto tipo para sanar ciertas heridas”.

Cuando el proceso civil concluye, si la sentencia comprende la cárcel “el sacerdote pedófilo es acompañado a la prisión. En la mayoría de los casos a este punto tienen ya una conciencia nueva”.

Pero no hay garantías de que ciertos crimenes se vuelvan a presentar. “Nosotros hacemos todo lo posible para que ciertos comportamientos sean definitivamene dejados de lado”. Don Ermes destaca que “solo la Iglesia propone este camino”.

El terapeuta Luparia se lamenta de que son pocos los obispos que visitan el centro para alentar y controlar a los pedófilos allí internados. “Sería positivo que vinieran con más frecuencia”, dijo al vaticanista Rodari.

Las sesiones terapéuticas se realizan dos veces por semana.

La Repubblica preguntó si todos los que son acogidos pueden también irse cuando quieren. La respuesta fue: “Depende. Algunos sí, otros no”.

Y si alguno de lo sacerdotes pedófilos pueden ser un peligro, ¿qué hacen?

“Tenemos el deber, incluso por los principiossque regulan nuestro trabajo y la relación con los obispos, de informar enseguida al superior, invitándolo y aconsejándole a que tome medidas”, respondió el diácono.

Don Ermes concluyó que “el peligro de vida y el peligro de escándalo, son como una liberatoria de los principios de la privacidad”.