Esta es una entrevista concedida por el card. Josef De Kezel, arzobispo de Bruselas, Bélgica, a New Europe, Jul-05-2019. Traducción de Secretum Meum Mihi.
El papel de la Iglesia en la Europa moderna: una entrevista con el cardenal Jozef De Kesel
Por New Europe
El periódico político europeo
El cardenal belga Jozef De Kesel se reunió con New Europe para hablar sobre el papel de la Iglesia católica en la Europa de hoy, donde el pluralismo y el secularismo han cambiado la dinámica entre los ciudadanos de Europa y su relación con una de las instituciones más antiguas del continente.
New Europe (NE): ¿Qué cree que significa ser católico en Europa hoy? ¿Cuáles son los valores fundamentales que un católico debería representar?
Cardenal De Kesel (CDK): Debemos recordar que durante siglos Europa ha sido una colección de países cristianos. Después de la antigüedad, se estableció una cultura cristiana en Europa. Desde el siglo XVII y durante la Ilustración, particularmente durante la Revolución Francesa, poco a poco la Iglesia descubrió que Europa ya no era una sociedad completamente cristiana. Es una sociedad pluralista, una sociedad secular, donde también existen otras creencias.
Creo que ser católico en Europa hoy significa ser parte de este escenario. Es el deseo de vivir juntos mientras se respeta a los demás. La Iglesia no está aquí para “reconquistar el terreno perdido”. Esta no es su misión. Ser católico es ser fiel a las convicciones de uno en un entorno que ha cambiado a una sociedad pluralista. Esto implica respeto por el ser humano y sus creencias.
Siempre debemos ser respetuosos entre nosotros, para aceptar a la persona como es, sin querer imponernos a una persona individual o a la sociedad. Sin embargo, tenemos una misión dentro de esta sociedad. Tenemos convicciones y valores que queremos defender. También se debe tener en cuenta que existe una solidaridad interreligiosa y esta es la misión de la Iglesia Católica. Nos solidarizamos con todos aquellos que luchan por una sociedad más justa y más fraterna.
Si luchamos por el respeto a la libertad de religión, es porque estamos de acuerdo con la sociedad secularizada, pero dentro de esta sociedad, tenemos valores que defender. La Iglesia católica no se opone a una sociedad secularizada. Los ciudadanos tienen el derecho de creer o no creer y yo eso lo defiendo.
NE: ¿Cuáles son los desafíos que enfrenta la Iglesia Católica en la actualidad en términos de su papel en Europa?
CDK: Quizás el mayor desafío para la Iglesia en Europa, y también es una oportunidad, porque nos ayuda a redescubrir nuestras raíces y nuestra misión, es aceptar de todo corazón a la sociedad secularizada. Debe entenderse que el cristianismo fue, durante mucho tiempo, la religión cultural en Europa. Hoy en día, esto ya no es el caso. Y sería peligroso regresar porque siempre es peligroso tener una tradición religiosa que obtenga un monopolio. Esto es cierto para el cristianismo, para el islam... para cualquier religión.
La Iglesia católica debe aceptar estas nuevas circunstancias culturales. Requiere una cierta conversión desde la Iglesia. Para mí, personalmente, y creo que también este es el caso de muchos obispos en nuestra Iglesia, veo esto como una oportunidad en tanto que esto nos obliga a redescubrirnos y encontrarnos.
Algunas personas dicen que la Iglesia Católica está buscando el poder, como en el pasado. Esto no es verdad. Lo que reclamamos es el derecho a ser quienes somos. Esto se aplica a todos, a todas las religiones, y también a los no creyentes. Para nosotros, para la Iglesia Católica, fue el Concilio Vaticano II el que marcó un cambio fundamental con respecto a la apertura. Antes del Vaticano II, la Iglesia tuvo problemas para aceptar la modernidad, pero el Vaticano II dijo “se acabó, un callejón sin salida. Es infructuoso y no es la verdad”. Esta no es una razón para condenar el pasado, es solo que las circunstancias históricas han cambiado. No es bueno vivir la vida a través de la nostalgia y por un pasado que ya no es posible.
NE: Usted personalmente es conocido por ser un Cardenal “progresista” o “liberal”, ¿cuáles son los puntos principales en los que cree que la Iglesia Católica debería evolucionar en el mundo moderno?
CDK: Primero que todo, no me gustan las etiquetas. Algunos dicen que soy progresista y otros dicen lo opuesto. No me siento cómodo cuando me dicen que soy “progresista”. Prefiero la palabra “abierto”. ¿Qué es el progreso? Si hablamos de eutanasia, por ejemplo, ¿es progreso o no? El progreso es un progreso solo si es válido para cada hombre y para toda la humanidad. Porque podemos progresar económicamente, podemos llegar a ser ricos y ser, al mismo tiempo, espiritualmente y humanamente muy pobres.
La Iglesia debe avanzar hacia la apertura basada en el respeto por el otro. Hay dos valores, el valor del ser humano y su libertad y solidaridad. Si no hay más respeto por una persona, la sociedad se desplaza hacia tendencias totalitarias.
El problema de la Revolución Francesa, por ejemplo, era colocar la libertad en primer lugar. Es cierto que la libertad es fundamental, pero no hay verdadera libertad sin solidaridad. Lo otro opuesto, por supuesto, es el Comunismo. Es fraternidad sin libertad. Eso es horrible. Si la libertad es lo que le permite a un hombre hacer lo que quiere, eso no es progreso. Si la libertad se afirma a sí misma de manera absoluta, esto no está al servicio del progreso. Los dos siempre van juntos, libertad y fraternidad. Este es un concepto cristiano que hoy ya no le pertenece solo a él, ha entrado en nuestra cultura.
El mayor desafío en el mundo de hoy es algo que el Papa Francisco siempre repite, la pobreza. Es un problema global que también afecta el problema de la inmigración. Esto solo se puede resolver a través de la solidaridad. La Iglesia debe, en nuestro mundo moderno, defender el respeto de un ser humano, por su libertad y defender la solidaridad. Debemos buscar un equilibrio entre estas dos nociones.
La Iglesia no puede retirarse de la sociedad. Estamos con todos los ciudadanos trabajando por una sociedad más justa. Como dice el Papa Francisco, nuestro planeta es nuestro “casa común”, del cual somos responsables conjuntamente. No podemos privatizar todo lo que es religioso. Cuando tenemos una convicción religiosa, somos al mismo tiempo ciudadanos. No podemos separar los dos. Es cierto para los católicos y para otras religiones y convicciones. Por supuesto, hay una separación de Iglesia y Estado, pero aún somos parte de la sociedad civil. No hay separación entre convicción religiosa y ciudadanía. Soy una persona religiosa y he votado.
Esto sigue siendo un desafío porque hay tendencias extremistas en la sociedad. También dentro de nuestra Iglesia que nos hace acercarnos a nosotros mismos. Pero la misión de la Iglesia es trabajar juntos por una sociedad más humana y justa. Debemos darnos cuenta de esto y tenemos que trabajar unos con otros.
NE: El paisaje religioso de Europa no es lo mismo que en el pasado. ¿Qué opina sobre esto y cómo cree que las religiones deberían interactuar en este nuevo paisaje?
CDK: En Bélgica, vivimos en una sociedad secularizada y pluralista. Sin embargo, en Bélgica, como en Europa, hay una tendencia a privatizar todo lo relacionado con las creencias y la religión. Una tendencia que Usted escucha en estos días es, “respetamos las creencias religiosas, pero la religión tiene relevancia solo para la privacidad del ciudadano y no tiene lugar en la esfera pública”. No estoy de acuerdo con eso. Apoyo sin reservas una sociedad pluralista, pero este pluralismo lo veo como un pluralismo activo. Por supuesto, las leyes están determinadas por el Parlamento, pero la sociedad civil es un espacio de libertad en el que las religiones tienen un papel que desempeñar. Está claro que no es una religión la que haga la ley, ni los Evangelios, ni la Sharia, ni la Torá judía, ni ninguna otra ley religiosa. Pero si estoy a favor de un gobierno secular, no estoy a favor de un secularismo forzado. No quiero ver un régimen en el que las religiones ya no cuentan y donde se les niega cualquier valor.
El respeto por un ser humano también se aplica al legislador. El estado de derecho debe reconocer sus propios límites. En el caso de la eutanasia, solo el estado tiene el monopolio de la violencia. No puede delegar este poder. Puede determinar que en ciertas situaciones particulares, la eutanasia es posible. Si esto es bueno o no es otra historia. Pero no puede decirle al médico “depende de usted decidir” delegándole su poder. Si el estado hace eso, va más allá de sus prerrogativas y su monopolio de la violencia. Lo que el estado no puede hacer es obligar a los médicos a practicar la eutanasia.
El estado no puede imponerlo todo. Mire, por ejemplo, en Italia la declaración del señor (Matteo) Salvini, quien dice que la Capitán del Sea Watch permitió que los migrantes fueran rescatados en Lampedusa cometió un acto criminal. ¿Tiene derecho a decir eso? Otros piensan que lo que hizo no fue un acto criminal.
El estado debe respetar la libertad de conciencia y la libertad de religión. Los límites del estado de derecho deben ser respetados por el estado, de lo contrario, uno se desvía hacia una dictadura. En una dictadura, las leyes se deciden arbitrariamente, y uno exige obediencia a la ley, pero también existe la objeción de conciencia.
En cierto modo, es por eso que creo que todas las religiones están ahí para decir que el hombre no solo vive de pan. Somos seres espirituales y, por lo tanto, se debe tener en cuenta la dimensión del alma cuando se habla de progreso. La dimensión espiritual del hombre es lo que defienden las religiones. Hablé de libertad y solidaridad, pero la espiritualidad también es un valor fundamental.Y también es una tentación para el rico Occidente olvidar esta dimensión. Además, en algunos de los llamados “países en desarrollo”, ellos son, en estos puntos, a veces más avanzados que nosotros.
El gran problema en Europa es que los europeos con demasiada frecuencia se han reducido a un proyecto económico y financiero sin alma. En cambio, debe ser un verdadero proyecto de paz entre los pueblos y las naciones. Las religiones deben trabajar juntas en esto, todas las religiones, cristianos, musulmanes, judíos y otras religiones. Necesitamos apertura y diálogo interreligioso.Por supuesto, este diálogo existe mientras mantenemos nuestras convicciones, porque en este diálogo, el objetivo nunca es convencer al otro para que se convierta. El objetivo es interactuar, respetando lo que cada uno de nosotros es. El objetivo es la riqueza del encuentro, de conocernos uno al otro. Por ejemplo, visité un centro de Cienciología y fue interesante conocerse, descubrir al otro en su alteridad. Así es para Europa. La unidad de Europa no afecta a la diversidad de los países. Esta es su riqueza.
NE: ¿Cuál sería su mensaje a las generaciones jóvenes con respecto a Bélgica y a Europa?
CDK: Les diría que conozcan el pasado. No debemos olvidar lo que sucedió en Europa, por ejemplo, lo que sucedió durante la Segunda Guerra Mundial. Usted tiene que saber lo que sucedió en Bélgica con respecto al exterminio de los judíos. En Amberes, la policía colaboró y arrestó a los judíos de la ciudad. En Bruselas, se negaron a obedecer esa orden. Los jóvenes necesitan recordar esto.
También les diría a los jóvenes que no pierdan sus almas. Hay una necesidad de espiritualidad. ¿Qué les dice la sociedad a los jóvenes de hoy cuando preguntan qué hacer con sus vidas? La sociedad dice “lo que quieran”. ¿Pero qué da sentido a mi vida? ¿Qué puede llenar mi vida? ¿Lo que me hace feliz? Estas preguntas encuentran su respuesta en la espiritualidad.
Y también me gustaría llamarlos a la solidaridad. Vivimos en una sociedad más bien individualista donde está de moda decir que la felicidad es “poder hacer lo que quiero”. Ello no llena una vida. Lo que me hace feliz es lo que puedo significar para otra persona. Es parte de mi compromiso preguntar qué puedo hacer por mi familia, por mis amigos, por el mundo. Por supuesto, comprometerse a esto es perder un poco de libertad. Son estos límites a mi libertad los que dan sentido a mi libertad. Es el compromiso. Es responder a la pregunta “¿Qué debo hacer con mi vida?”
La vida es tan hermosa, pero Usted tiene que hacer algo con ella. Una vida humana ilimitada no tiene sentido y no debemos vivir solo para nosotros mismos. Usted tiene que saber dar una parte de sí mismo. Hay muchos compromisos posibles para una sociedad más justa, para la belleza, para el arte, para el medio ambiente. Y eso es lo importante en la vida.