EXCLUSIVO. Mons Bux: “Los obispos van tras el protestantismo y la sinodalidad puede destruir la Iglesia”
Michele M. Ippolito
31 de mayo de 2019
Monseñor Nicola Bux, el conocido teólogo y liturgista del Vaticano de setenta y dos años, apreciado asesor del Papa emérito Benedicto XVI, consultor de la Congregación para las Causas de los Santos (después de haberlo sido en la doctrina de la fe, del culto divino y de la oficina de celebraciones pontificias), aceptó muy cordialmente una entrevista que La Fede Quotidiana le propuso. Aquí están sus respuestas integrales, ¡sin censura!
El Cardenal Müller atacó, a través de una entrevista con Corriere della Sera, al presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y al spin doctor vaticano Antonio Spadaro. ¿Qué piensa?
“La enfermedad que ha afectado también a la Iglesia italiana se llama crisis de fe y la terapia es el regreso a Dios y el respeto de Su Voluntad, como nos enseña toda la Sagrada Escritura. Así se deduce de los Apuntes de Benedicto XVI, publicados el pasado 11 de abril. “En efecto, hoy la Iglesia es vista en gran parte sólo como una especie de aparato político. De hecho, de ella se habla solo utilizando de categorías políticas y esto vale incluso para los obispos que formulan su idea de Iglesia del mañana en gran medida casi exclusivamente en términos políticos. ... Pero una iglesia hecha por nosotros no puede representar ninguna esperanza. “Así, el colapso de la fe ha hecho a la Iglesia frágil y propensa a las ideologías y a las costumbres mundanas. Quizás se prefiera “no hablar de Dios, porque es un discurso que no parece tener utilidad práctica. Por esta razón, una pequeña mujer que trabaja en una parroquia en Mugello, le dijo a un sacerdote: Usted es muy mundano y poco sacerdote. Ni una palabra sobre el pecado, la gracia y la vida eterna —para explicar por qué el mundo va mal y para indicar al hombre la solución— me parece compararlo con la entrevista del Papa a la televisión mexicana: todo está circunscrito a la “promoción del desarrollo humano integral” en este mundo: los grandes ausentes son el alma y el otro mundo. ¿No ha sido la Iglesia enviada por Nuestro Señor sobre todo para bautizar a todos los pueblos, con lo que precede y con lo que subsigue a este sacramento? ¿Puede existir de otro modo la promoción integral del hombre? El aspecto que mayoritariamente sorprende cuando se escuchan declaraciones e intervenciones de los obispos, es que no hablan como obispos. Y si no hablan como obispos, los fieles que lo notan no los escuchan. ¿Qué significa hablar como obispos? San Pablo da un ejemplo: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal de modo que obedezcáis a sus apetencias” (Rom 6, 12); y cuando a Tito, le anuncia la Gracia que lleva la salvación: Jesucristo. Porque la gracia y el pecado llevan al hombre a interrogarse a sí mismo: debo vivir en este mundo amando a Dios y también temiendo Su juicio, especialmente después de la muerte”.
En Stilum Curiae, un abogado boloñés propuso la renuncia del cardenal Bassetti del vértice de la Conferencia Episcopal Italiana porque se ha expuesto demasiado en política. ¿Qué piensa?
““¿Qué debemos hacer? —pregunta Benedicto XVI— ¿Debemos crear otra Iglesia para que las cosas se puedan ajustar? Este experimento ya se ha realizado y ya ha fallado”. Y, sin embargo, de una manera tonta, los obispos van tras el protestantismo; o la sinodalidad que, como bien saben los orientales, paraliza y puede destruir a la Iglesia. Si los obispos se concentraran más en el pecado que oprime y en la gracia que salva, no caerían en estos errores banales típicos de la política, campo en el que por lo demás son inexpertos. “La idea de una Iglesia mejor creada por nosotros mismos —dice Benedicto XVI— es en verdad una propuesta del diablo con la que quiere distanciarnos del Dios vivo, sirviéndose de una lógica mendaz en la que caemos con mucha facilidad”. Desde 1968 en adelante, la clave para comprender nuestra época es la superación de todos los límites: ahora, esto se afirma incluso entre los pastores de la Iglesia. En cambio, “la primera tarea que debe surgir de los trastornos morales de nuestro tiempo consiste en comenzar de nuevo a vivir de Dios, convertidos a él y en obediencia a él”. De ahí el amor al prójimo que —como enseña Santo Tomás— es el vecino: para un italiano es ante todo el italiano pobre. De lo contrario, se da la impresión de que estamos haciendo política. Estoy de acuerdo con Stefano Fontana, que una primera enseñanza que los obispos deben aprovechar de estas elecciones, entonces, debe ser conocer la Doctrina Social de la Iglesia y enseñarla correctamente. Otra enseñanza es también enseñar claramente los contenidos y también jerarquizarlos. Desarrollar la democracia en Europa es menos importante que defender la vida y la familia. La verdad sobre Dios, el hombre y el mundo, es el principio —no negociable— del orden y del bien social. Es este nuestro modo de conocer, amar y servir a Dios. Debemos continuar reuniéndonos, de a pocos, para alimentar, conservar y hacer posible la transmisión de este fuego”.
Desde varias partes, especialmente en las últimas semanas antes de las elecciones europeas, han venido las acusaciones a la Iglesia de hacer más política que actividades relacionadas con la propagación de la fe católica. ¿Qué piensa?
“Hace sufrir ver pastores preocupados por problemas que no tienen nada que ver con su misión. ¿Los migrantes? Solo pueden ocuparse si uno quiere cumplir el mandato recibido de Cristo para evangelizarlos. ¿La ecología? Se pueden ocupar sólo si se anuncia que Dios es el creador del mundo y ciertamente no lo hará perecer. ¿La corrupción? Se puede combatir sólo predicando la conversión y no la legalidad. ¡Cristo murió entre dos ladrones! Se habla y se escribe sobre estas cosas, pero no se anuncia a Cristo, el único que da sentido a la vida y da la gracia de vivir plenamente. La respuesta a todas las perversiones que caracterizan estos tiempos modernos no es, ante todo, la denuncia, sino el anuncio de Jesús. Si soy lo que soy, es sólo gracias al encuentro con Jesús hecho visible en el abrazo humano de quienes lo testimonian. Sin ese abrazo, cuánto me podría interesarme el migrante o la ecología. San Gregorio Nacianceno preguntaba: ¿cuál es la diferencia entre un animal y yo? Ninguna: nacemos como animales, crecemos como ellos, comemos como ellos, sufrimos más que ellos y al final morimos como ellos. “Si no fuera tuyo, oh mi Cristo, sería una criatura finita”. Por esta razón, en el mundo descristianizado, sin Jesús, sin Dios, la defensa de los “valores” es inútil, por cuanto derivan del encuentro con Cristo. Dostoievski dijo que si Dios no existe, todo es lícito. No existe ética sin ontología, no existen valores sin Cristo —serían como adornos navideños en ausencia del árbol— y hoy la Iglesia, decía Don Giussani, “se avergüenza de Cristo””.
¿Cómo juzga los resultados electorales en Italia y en el resto de Europa?
“Galli della Loggia escribió que los católicos votaron al contrario de los llamados al antifascismo y al migracionismo. Sin ser expertos en análisis de datos y flujos electorales, se puede suponer que muchos católicos votaron por algunos partidos porque reconocieron presentes los principales valores de la tradición católica allí; pero también hay católicos que, en menor medida, votaron por partidos que no adhieren a tales valores: lo hicieron porque están confundidos o porque están convencidos de que ya no son más valores. Por lo demás, sin verdadero Catecismo por décadas, San Pablo diría: “¿Cómo creerán si no hay nadie que les anuncie la verdad?” Los pastores todavía están convencidos de que son tales, si no le ofrecen al hombre la ‘comida’ que deberían darle: ¿Jesucristo, camino, verdad y vida? La Iglesia tenía una inmensa autoridad moral en los años de la fundación europea, aceptada espontáneamente por un gran número de ciudadanos, con el alto valor de su enseñanza que hasta ahora ningún otro sistema filosófico ha sido capaz de igualar... hasta los años de Juan Pablo II, cuando fueron proclamados Cirilo y Metodio, patronos de Europa, y luego Brígida, Catalina y Teresa de la Cruz, como Pablo VI había hecho antes con San Benito. Ahoya ya no más. Por lo tanto, un católico no se siente con la espalda cubierta cuando escucha a los pastores decir: “de acuerdo con la sustancia pero no en el modo”, o “no es necesario orar por sí mismo” —pero, ¿en los salmos no se ora por las propias necesidades?— así las personas terminan reconociéndose en aquellos que se confían a la Virgen e invocan a los patrones, que se llaman así porque son padres que protegen la polis, la ciudad de los hombres, y por lo tanto también la política. ¿O los pastores creen que la sociedad occidental es una sociedad en la que Dios está ausente en la esfera pública y por la cual no tiene nada más que decir? Hoy, Europa incluso lucha contra la identidad cristiana y vende el relativismo y el laicismo, el indiferentismo, el filoislamismo, el pacifismo y otras drogas letales. Esto amenaza a Europa y le ha hecho perder su alma. El multiculturalismo no debe confundirse con la caridad universal: “La caridad no es un renegamiento de sí mismo. Consiste en ofrecer al otro lo que mejor se tiene y lo que es. Ahora, lo mejor que Europa tiene para ofrecer al mundo es su identidad, su civilización profundamente irrigada de cristianismo” (R. Sarah, Le soir approche y déjà le jour baisse). Sin una misma fe, las diferencias culturales e históricas no se pueden superar, y mucho menos los egoísmos nacionales.
Estamos en el mes mariano (y en el mes de Ramadán para los musulmanes). ¿Cómo juzga la encomienda de Italia al Inmaculado Corazón de María propuesta por Salvini, la participación en la Consagración a la Inmaculado Corazón del presidente brasileño Bolsonaro y el intento por parte de un cierto círculo de “católicos” de sustituir la veneración por María en el mes de mayo con la sobrevaloración ecuménica del ayuno islámico?
“Una advertencia de Jean Daniélou SJ: “Todos los intentos de un internacionalismo, fundado en la ciencia o en la ‘religión de la humanidad‘, son golpeados por el juicio de Dios sobre Babel y presentan un carácter de idolatría. Son una negativa por parte del hombre de aceptar la condición que Dios le ha dado; son un esfuerzo por reconstruir por sí mismos una unidad que solo puede provenir de Dios. Sólo llevan al desarraigo y la destrucción” (Ensayo sobre el misterio de la historia, Morcelliana, Brescia 2012, p.70). Como escribió Guido Vignelli, el modelo de globalismo contemporáneo es la Torre de Babel, con la marca ONU y UE. Un reclamo para construir un reino al basarlo no en obediencia a la ley divina, como fue el pacto de Noé, sino en un mero contrato social, que reapareció en Abu Dhabi como “fraternidad universal”. Babel fue el primer intento de crear un nuevo orden mundial, construyendo una sociedad multiétnica, multicultural y multirreligiosa, basada en el consenso a una ideología y una legislación laica. Un asalto al cielo, un intento de recuperar los poderes sobrenaturales perdidos con el pecado original, para realizar un nuevo paraíso terrenal. Los babelistas no querían que Dios descendiera a ellos, sino que pretendían salir de él; no esperaban ser salvados por la Encarnación de Dios, sino que pretendían salvarse a sí mismos elevándose al nivel divino, probablemente mediante el uso de artes mágicas e influencias demoníacas. Se repite el pecado de soberbia de nuestros progenitores. Un delirio de omnipotencia: y Dios intervino para hacer fracasar el impío proyecto. Confusas las mentes y los idiomas, y ya no podían entenderse y comprenderse entre sí. Surgieron contrastes y divisiones que interrumpieron la construcción y arruinaron toda la ciudad. Esa construcción política, en lugar de la comprensión universal, la unión y la paz, provocó esos malentendidos, desconfianzas y odios que siguen siendo las causas de los conflictos humanos. Desde entonces hasta Pentecostés, la raza humana ya no podía unirse para realizar una obra común, porque “si Dios no es el fundamento de la ciudad, sus constructores se fatigan en vano” (Salmo 126, 1). Babel no quería unir a la gente en la verdad y la caridad, sino esclavizarla en el error y la injusticia, construyendo no un paraíso en la tierra sino un infierno. Este intento ha ocurrido varias veces a lo largo de los siglos (cfr Dan 2.31-43) destinado a colapsar porque no tiene fundamento religioso ni moral. Piense en los proyectos desastrosos de los movimientos políticos utópicos de la historia moderna”.
¿Qué se puede hacer para convertirse verdaderamente a Cristo?
““Si reflexionamos sobre qué hacer —declara Benedicto XVI— está claro que no hay necesidad de otra Iglesia inventada por nosotros. Lo que se necesita, en cambio, es la renovación de la fe en la realidad de Jesucristo que nos fue dada en el Sacramento”. El hecho de que esto se olvide e incluso se combata es demostrado por las deformaciones, abusos y crímenes causados a los sacramentos y a la liturgia. Cuando se derrumba la liturgia, que por su naturaleza es la obra de la redención humana y la glorificación perfecta de Dios, a través del ejercicio del sacerdocio de Jesucristo (ver Sacrosanctum Concilium, n. 5 y 7), gran parte de la Iglesia entra en crisis. Sólo una Iglesia viva que pone a Dios y no al hombre en el centro de la liturgia —por eso es sagrada— es un sustento para el mundo en la lucha contra el pecado. La solución a la crisis de la Iglesia y, en consecuencia, del mundo es hacer conocer a Jesucristo, el redentor del hombre, el centro del cosmos y de la historia, como lo hizo Juan Pablo II en 1978, a través de la evangelización y los sacramentos, sin los cuales no nace la vida moral”.