Lamentablemente debemos decir que el titular es verdadero, pero no actual, es de hace exactamente cincuenta años, i.e., May-15-1969. Se trata de un despacho de agencia EFE que dice así:
Ciudad del Vaticano 15. El diario vaticano «L'Osservatore Romano» afirma hoy que los católicos rebeldes y dados a la crítica están transformando el proceso de renovación de la Iglesia en un proceso de subversión. No solamente atacan a aquello que necesita ser modificado en la Iglesia, sino incluso a sus mismos cimientos, Jerarquías y disciplina, afirma el citado diario.
El periódico hace estos comentarios al informar sobre una reunión celebrada en Turín la semana pasada por un grupo de sacerdotes disidentes para protestar de lo que ellos llaman el autoritarismo de la Iglesia.
Se cree que este es el primer incidente de esta naturaleza registrado en Italia, país en el que el clero es generalmente más conservador que en otros de Europa.
«L'Osservatore» dice que es difícil creer que las noticias de tales quejas fuesen ciertas, porque «tales declaraciones suenan mucho a falta de fe y de amor hacia la Santa Madre Iglesia».
«Por otra parte —dice—, no es difícil encontrar en las infelices «contestaciones»: el eco de tendencias que serpean en grupos y fracciones de hipercríticos y de Inquietos que llevan el concepto de «renovación» hasta el límite de la «subversión», tan lamentada por el Santo Padre; subversión no sólo de lo que puede ser mejorado en la Iglesia, sino de los mismos fundamentos de su constitución, de la visión sobrenatural de sus ordenamientos, de su disciplina.
Existe, además, la indisciplina contra la autoridad, aunque sea bajo la apariencia de una crítica al llamado «ejercicio de la misma, fácil pantalla de una sustancial negación de la autoridad en su fundamento».
La nota de «L'Osservatore» sigue diciendo: «los problemas, las dificultades, los sufrimientos del sacerdocio católico en nuestro tiempo —repitámoslo— no pueden ciertamente ser negados. Pero no se superan con actitudes que tienden a romper más que a estrechar los vínculos de la unidad y de la caridad entre clero y pastores, entre jerarquía y pueblo. Actitudes que en el diálogo de algunos parecen dudosas incluso sobre la aptitud de la Iglesia para evangelizar. Hay que recordar aquí cuanto Pablo VI ha afirmado recientemente; o sea, que «la auténtica juventud de la Iglesia no se logrará secularizando y liberalizando la vida eclesial misma, sino más bien reavivando dentro de la Iglesia la corriente del espíritu vivificante, la vida de oración de gracias, el ejercicio de la caridad y de la obediencia, la santidad.»
«Los sacerdotes contestadores —prosigue la nota— afirman, en cambio, que quieren renunciar «con sus privilegios» al «dominio de la comunidad» y a los esquemas de «nuestra cultura clásica y clerical», reivindicando la libertad de «trabajar, pensar, escribir, ejercer una profesión, inscribirse a los sindicatos», todo lo cual parece querer mundanizar más que sublimizar el sacerdocio. Pero, ¿qué libertad puede ser negada, o será negada al sacerdote si es coherente con su personalidad de pastor y con su misión de ministro de Dios? ¿Y qué significa el «dominio de la comunidad» sino el mandato de enseñar, santificar y regir el pueblo fiel? Se ha afirmado ya, por las conferencias episcopales de otros países, que la sede natural de todo posible encuentro de sacerdotes para debatir su condición es la del diálogo confiado con sus pastores, la del coloquio discreto y filial en el seno de la misma comunidad eclesial y sólo en ella, no en tribunas profanas:» «El caso de Turín —sigue diciendo el diario vaticano— es el único hasta hoy en Italia, si se prescinde del doloroso precedente florentino. Quisiéramos creer que se trata de un episodio restringido, originado por espíritu «enfermizo» más que «impaciente», pero que sólo puede encontrar una referencia útil en la relación normal con los pastores legítimos. Y porque suele hacerse apelación al Concilio, releamos cuanto el Concilio afirma.»
A continuación, el diario vaticano recuerda algunas frases conciliares, entre ellas las siguientes: «Los sacerdotes, en cada comunidad local de fieles, hacen, por decirlo así, presente al obispo, a quien están unidos con ánimo grandemente confiado... Y con motivo de esta su participación en el sacerdocio en las tareas apostólicas, los sacerdotes reconocen en el obispo a su padre y le obedecen, con respetuoso amor...»
Concluye la nota (o artículo): «Verdades y preceptos qué resultan ciertamente lejanos e irreconocibles con las citadas expresiones «contestativas», hasta el punto de que cabria decir que ignoraban el misterio de una relación que, a través de la autoridad llega a Dios.»—Efe.