Ya saben Uds. que uno de los mecanismos por los cuales Francisco quiere que se sepa algo sin asumir ninguna responsabilidad es hacerlo conocer vía La Civiltà Cattolica. Con respecto a la introducción de la ordenación para hombres casados, la cual se está cocinando desde hace unos cuatro años —al menos más manifiestamente que antes, porque en los 90 el obispo, ahora cardenal, Walter Kasper ya estuvo muy empeñado en ello— y el mecanismo elegido ha sido un sínodo especial para la Amazonía, apareció ayer una entrevista con el cardenal Cláudio Hummes, recientemente escogido como relator general del Sínodo para la Amazonía. La entrevista lleva por título “Hacia el Sínodo para la Amazonía” y el pasaje que destacamos es este:
¿Y la cuestión del modo en que debe situarse la Iglesia hacia los indígenas?
Tenemos que distinguir entre Iglesia «indigenista» e Iglesia «indígena». Nosotros, sobre todo a partir de las grandes conferencias del episcopado latinoamericano, hemos buscado ser una Iglesia indigenista, que considera a los indígenas como objeto de pastoral, pero no todavía como protagonistas de la propia experiencia de fe. Pero esto no basta. Ahora sabemos que debemos dar un paso más: debemos promover una Iglesia indígena.
Por lo que me ha parecido entender, el Consejo Indigenista Misionero (CIMI) brasileño está haciendo un buen trabajo.
El CIMI es, sin duda, un ejemplo muy fuerte al respecto. Ha hecho y continúa haciendo un trabajo extraordinario sobre ese aspecto, y hace una contribución muy consistente: nos trae datos, nos presenta hechos, publica acontecimientos de violencia que han ocurrido, con números, con estadísticas. Los datos no se pueden negar, se pueden interpretar mal o bien, pero no se pueden negar. Los datos sobre la injusticia, sobre las violaciones de los derechos humanos, sobre los asesinatos, sobre la criminalización de los defensores de los derechos, esos datos están ahí, y el CIMI está siempre atento a ello, y por eso también incomoda a algunos Gobiernos y a todos los que tienen otros intereses.
En este caso, la expresión de esa Iglesia Indigenista incomoda, pero para nosotros, como Iglesia, es muy importante tener datos para presentar y para mostrar por qué estamos indignados. El CIMI en Brasil nos ha ayudado mucho a ser una Iglesia indigenista, que defiende los derechos de los indígenas; y no solo de los indígenas, sino de todos los pueblos, sobre todo en las regiones misioneras.
Nos sentimos llamados a ser una iglesia que defiende los derechos humanos, que defiende los derechos indígenas, los de los ribereños y los de otros. Esto es una Iglesia indigenista.
¿Cuál es el paso que hay que dar hacia una Iglesia indígena?
Ahora sabemos que debemos dar un paso más: debemos promover una Iglesia Indígena para los pueblos indígenas, ayudar a que nazca y crezca una Iglesia Indígena. Las comunidades indígenas que, de una o de otra forma, escuchan el anuncio del evangelio y que acogen ese Evangelio, que acogen a Jesucristo, deben estar en condiciones de que, a través de un proceso oportuno, su fe se encarne y se inculture en su realidad cultural. Entonces, desde dentro de su cultura, identidad, historia y espiritualidad puede nacer una Iglesia indígena con sus propios pastores y ministros ordenados, siempre unida en total comunión con la Iglesia católica universal, pero inculturada en las culturas indígenas.
De hecho, en la historia de los pueblos indígenas ya hay muchas huellas de Dios. Como decía antes, Dios ha estado siempre presente en su historia. ¿Cómo extraer desde su propia identidad, desde su historia, desde su cultura esos signos claros de la presencia de Dios? Estos pueblos milenarios vienen desde otra raíz que no es la europea, desde otra vertiente histórica, como los africanos, los pueblos de la India, los chinos. Entonces, dentro de su historia, de su identidad, de su espiritualidad, desde su relación con la trascendencia, debemos generar una Iglesia con rostro indígena.
El tema de una Iglesia indígena es muy importante para la Panamazonía, pero, ¿qué tipo de ministerio es necesario para esta realidad? ¿Qué perfil de sacerdotes, misioneros, etc., es necesario en esta realidad, en estas culturas tan particulares que usted ha descrito?
Muchas veces existe la preocupación de trasplantar los modelos de los sacerdotes europeos a los eventuales sacerdotes indígenas. Pero alguien alertaba, con razón, de que hay demasiada preocupación y prioridad acerca del perfil del ministro ordenado más que de la comunidad que debe recibir al ministro. Al contrario, la comunidad no es para su ministro, sino el ministro para su comunidad. El ministro debe ser adecuado a las necesidades de la comunidad.
Es esta necesidad de la comunidad la que debe movernos a pensar, tal vez, en ministerios diferenciados, porque la comunidad allí necesita una presencia adecuada. No queramos defender una especie de figura histórica de cómo debe ser un ministro, sin posibles variaciones, de modo que las comunidades deban aceptarlo así tal cual porque nosotros lo enviamos así.
Sí, los ministros son enviados, pero tenemos que saber enviar de tal forma de respetar la comunidad concreta, que tiene necesidades propias y específicas. También los ministerios deben pensarse a partir de la comunidad, de su cultura, de su historia, y de sus necesidades. Todo eso significa la apertura.
Esta Iglesia indígena no se hace por decreto. El Sínodo tiene que abrir el camino para que eso sea posible y se pueda provocar un proceso que tenga suficiente libertad y que reconozca la dignidad que tiene todo cristiano y todo hijo de Dios. Esa es la grandeza de este Sínodo. El papa sabe cuán histórico puede ser este Sínodo para toda la Iglesia. Pero debemos caminar en esa dirección y cuidarnos de no reproducir una cosa que ya existe.
Obviamente nunca los maquinadores van admitir abiertamente que lo que se busca es la abolición del celibato sacerdotal y el sínodo amazónico va a introducir la ordenación de hombres casados, pero en las entrelíneas está claro, como ocurre en el pasaje que acabamos de citar de la entrevista aludida. La expresión en la que debemos concentrarnos es “Iglesia indídena” ó “Iglesia con rostro indígena”. Una vez aparezcan estos Viri Probati en la Amazonía, los obispos alemanes van a solicitar lo mismo para ellos.
Por otra parte, y al mismo tiempo, el cardenal Secretario de Estado del Estado Vaticano, Pietro Parolin, concedió una entrevista al periódico chino Global Times, May-13-2019. Ya Uds. saben que en China no existe la libertad de expresión ni de prensa, por lo que ese medio, como todos los demás, está bajo supervisión y control del gobierno comunista chino. Al card. Parolin le preguntan sobre el proceso de “cinización” de las religiones que dicho gobierno viene implementando (por todos los medios, incluída la fuerza bruta).
[Global Times:] La inculturación siempre ha sido importante para la Iglesia Católica cuando predica el Evangelio. Ahora China está llevando a cabo la “sinicización” de las religiones. ¿Cuál es su opinión sobre la inculturación y la “sinicización”?
[Card. Pietro Parolin:] La inculturación es una condición esencial para una buena proclamación del Evangelio que, para dar fruto, requiere, por un lado, salvaguardar su auténtica pureza e integridad y, por el otro, presentarla de acuerdo a la experiencia particular de cada pueblo y cultura. La fructífera experiencia de Matteo Ricci es un sobresaliente testimonio de esto: Él sabía cómo hacerse auténticamente chino para promover los valores de la amistad humana y el amor Cristiano. Para el futuro, sin duda será importante profundizar este tema, especialmente la relación entre “inculturación” y “sinicización”, teniendo en mente cómo el liderazgo chino ha sido capaz de reiterar su voluntad de no socavar la naturaleza y la doctrina de cada religión. Estos dos términos, “inculturación” y “sinicización”, se refieren entre sí sin confusión y sin oposición: de algunas maneras, pueden ser complementarios y pueden abrir vías para el diálogo a nivel religioso y cultural. Finalmente, diría que los principales actores en este compromiso son los católicos chinos, llamados a vivir la reconciliación para ser auténticamente chinos y completamente Católicos.
Como se puede apreciar, la respuesta es meramente genérica, quedando bien con Dios y con el Diablo. Y no podría ser de otra manera, no va el card. Parolin a arriesgar, con una respuesta en una entrevista, un incidente ahora que todo es dulzura en las relaciones Vaticano-China después del acuerdo secreto sobre el nombramiento de obispos.
Muy convenientemente la entrevista con Hummes y la respectiva con Parolin le vinieron muy bien a L'Osservatore Romano el cual, en su edición diaria en italiano de May-13/14-2019, en páginas sucesivas, destacó la primera haciéndo énfasis en “una Iglesia indígena en la Amazonía”, y presentó una traducción integral de la segunda.
“Cinización” de la Iglesia en China, “Iglesia indígena” en la Amazonía, ¿por qué no enfrentarlo y llamarlo por lo que es: La anglicanización de la Iglesia toda?