Este es un artículo de Il Giornale, Abr-23-2019, basado en una entrevista con Don Nicola Bux (click sobre la foto para ampliar). Traducción de Secretum Meum Mihi.
«Mucho espacio para los últimos y los migrantes, pero Cristo no es sólo para ellos»
Don Nicola Bux, colaborador de los dicasterios del Vaticano: «Hablemos más sobre Jesús y menos sobre los problemas del mundo»
La Iglesia siempre ha ayudado los últimos, pero la Iglesia no vino solo para ellos. Dice así justo Don Nicola Bux, durante largos años colaborador de muchos dicasterios del Vaticano: «Jesús en los Evangelios explica un concepto que hoy tendemos a olvidar: A los pobres los tendremos siempre, a Cristo no”.
A Don Nicola no le gustan las polémicas, pero en el fondo se entrevé la Iglesia en los tiempos de Francisco.
El vía crucis en la que se dedica mucho espacio, casi todo, hasta el final, a los migrantes, a los desesperados del mundo. Es normal, siempre se ha hecho así en la solemne liturgia del Viernes Santo, pero Bux advierte contra una deriva que a veces parece abrumar las certezas consolidadas: «La Iglesia debería hablar más sobre su fundador y menos sobre los problemas, incluso gravísimos, que acosan el mundo. No es cuestión de subestimar las heridas y emergencias que la afligen, Dios no lo permita, sino de colocarlas en la perspectiva correcta».
Y, en cambio, a menudo escuchamos mensajes que, si no se codifican correctamente, pueden malinterpretarse. «Incluso la forma más elevada de caridad —recuerda el sacerdote— si no encuentra su origen en Cristo es inútil. Quiero decir que a los apóstoles no les preocupaba de resolver problemas ligados a la justicia social, a la pobreza, a la ecología o a cualquier otra cosa. Cierto, ayudaban, compartían y juzgaban todo lo que encontraban, pero partiendo de Cristo».
Sin vergüenza y reticencia con polémicas anexas, incluso en tiempos en que el Papa estigmatizó las últimas masacres en Sri Lanka.
En resumen, para Don Nicola, aquellos que manejan la grey deberían estar más preocupados por lo esencial y menos por lo que viene después, incluso si es muy importante. «Por eso es por lo que enfaticé esa expresión de Jesús: A mí no me tendrán para siempre, pero a los pobres sí. Uno no puede buscar un alivio en las cosas del mundo, para poner en segundo plano lo que está más en el corazón». El sacerdote da otro ejemplo para aclarar su pensamiento: «Jesús nunca expresó una palabra sobre el Imperio Romano y entonces los romanos dominaban el mundo. Pero habló de otra cosa». Con palabras que conmovían profundamente, al amo y al esclavo, a la viuda y al centurión. Transversal a grupos étnicos, a las divisiones por casta, a todas las fallas que cruzaban o dividían a la sociedad.
«Hoy está muy de moda —Don Nicola todavía apunta— decir no a los muros y construir puentes. Perfecto, pero ¿qué significa esto?»
Una pregunta que presupone una respuesta clara: «Significa una vez más llenar el tiempo y el espacio con Jesucristo. No con las lamentaciones sobre los males, las calamidades y las desgracias que nos asaltan». O el diálogo a toda costa. Por supuesto, no sería cristiano y ni siquiera humano darse la vuelta y mostrar indiferencia ante el malestar, el dolor y la muerte. Pero lo que sucede, en toda su tragedia, ni siquiera puede escapar a la tarea decisiva. Y el sacerdote vuelve al corazón de sus preocupaciones: «Hoy se habla demasiado de todo en la Iglesia, excepto de Cristo. Y así se pierde el horizonte de la misión que la Iglesia está llamada a llevar a cabo: llevar a los hombres a la conversión. El resto importa menos y, en cualquier caso, Jesús no vino primero a esta tierra para enfrentar las inmensas tragedias que nos asedian: hambre, enfermedad, contaminación. Por supuesto, sufrió y lloró como todos los hombres por las demasiadas desgracias de la humanidad. Pero nos enseñó una verdad superior. Sabemos que cuanto más ponemos el énfasis en el misterio, más los cristianos pueden contribuir a lidiar con todas estas heridas abiertas».
Para esto se quiere una jerarquía en la forma de la razón y para que entre en los asuntos humanos. «Ciertamente yo no tengo que enseñarle al Papa lo que tiene que decir —reflexiona el pastor— pero cada cristiano puede hacer sus observaciones».
Así, Don Nicola lanza su último grito de alarma: «En los últimos días, el Papa Ratzinger ha sido muy atacado por el documento que escribió sobre la crisis de la Iglesia y la pedofilia. Pero creo que Benedicto solo ha tenido una reflexión sobre algunos temas ya conocidos. Ha puesto al centro de la escena el hecho de Cristo. La distinción entre tradicionalistas y progresistas no se sostiene. Aquí hay católicos auténticos, que beben de las fuentes siempre frescas de la tradición, y los modernistas que pliegan los Evangelios a la moda. Debemos tener cuidado con las modas».