Tuesday, April 16, 2019

“¡Ay de ti si no reconoces la mano que te hiere!”


La víspera de la Epifanía del corriente año de 1870 desaparecieron todos los objetos materiales de mi habitación y me encontré ante la consideración de cosas sobrenaturales. Fue algo que duró breves instantes, pero fueron muchas las cosas que vi. Aunque de forma y de apariencias sensibles, no se pueden comunicar a los demás sino con mucha dificultad con signos exteriores o sensibles. Cuanto sigue podrá dar una idea de ello. En todo esto se encuentra la palabra de Dios acomodada a la palabra del hombre.

Del Sur viene la guerra, del Norte viene la paz. Las leyes de Francia no reconocen ya al Creador y el Creador se hará conocer y la visitará tres veces con la vara de su furor. La primera abatirá su soberbia, con las derrotas, con el saqueo y con los estragos en las cosechas, en los animales y en los hombres.

En la segunda, la gran prostituta de Babilonia, aquella a la que los buenos llaman, suspirando, el prostíbulo de Europa, será privada del jefe y entregada al desorden.

¡París! ¡París! En vez de armarte con el nombre del Señor te rodeas de casas de inmoralidad. Estas serán por ti misma destruidas: tu ídolo, el Panteón, será reducido a cenizas, para que se cumpla lo que está escrito: mentita est iniquitas sibi. Tus enemigos te colmarán de angustias, de hambre, de espanto y quedarás convertida en la abominación de las naciones. Pero ¡ay de ti si no reconoces la mano que te hiere! Quiero castigar la inmoralidad, el abandono, el desprecio de mi ley, dice el Señor.

En la tercera caerás bajo una mano extranjera: tus enemigos verán desde lejos tus palacios incendiados, tus casas convertidas en montones de ruinas, bañadas en la sangre de tus héroes, que ya no existen.

Pero he aquí que un gran guerrero del Norte llevará un estandarte; sobre la diestra que lo sustenta está escrito: "Irresistible es la mano del Señor". En aquel instante el Venerando Anciano del Lacio le salió al encuentro flameando una antorcha de luz vivísima. Entonces el estandarte se extendió y de negro que era se trocó blanco como la nieve. En el centro del estandarte estaba escrito con caracteres de oro el nombre de Quien todo lo puede.

El guerrero y los suyos hicieron una profunda inclinación al Anciano y se estrecharon la mano.

Ahora la voz del cielo se dirige al Pastor de los pastores. Tú ahora estás en la gran conferencia con tus asesores; pero el enemigo del bien no guarda un momento de reposo; estudia y practica toda clase de argucias contra ti. Sembrará la discordia entre tus asesores; suscitará enemigos entre mis hijos. Las potencias del siglo vomitarán fuego y querrían que las palabras fuesen ahogadas en las gargantas de los custodios de mi ley. Pero esto no sucederá. Harán el mal, pero en perjuicio de sí mismos. Tú date prisa; si las dificultades no se resuelven, corta por lo sano. Si te sientes angustiado, no te detengas, sino al contrario, continúa adelante hasta que le sea cercenada la cabeza a la hidra del error. Este golpe hará temblar a la tierra y al infierno, pero el mundo recobrará la seguridad y todos los buenos se alegrarán. Conserva, pues, junto a ti solamente a dos asesores, pero a cualquier parte que vayas, continúa y termina la obra que te fue confiada.

Los días corren velozmente y tus años se acercan al número establecido; pero la gran Reina será siempre tu auxilio y como en los tiempos pasados, también en el porvenir será siempre magnum et singulare in Ecclesia proesidium.

San Juan Bosco
[“Los Sueños de Don Bosco”
sueño N° 75—año de 1870
(M. B. Tomo IX. págs. 779-783; Tomo X, págs. 59-63)]

Incendio en Catedral de Notre-Dame en París, trino de Francisco en Twitter



Además del mensaje de Francisco al arzobispo de París, las cuentas de Twitter del Pontífice en los diferentes idiomas tienen el trino arriba incrustado en su versión en español.

Incendio en Catedral de Notre-Dame en París, mensaje de Francisco al arzobispo de París

© AFP


El mensaje aparece publicado en el boletín diario de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Abr-16-2019.

S.E. Mons. Michel Aupetit
Arzobispo de París

Tras el incendio que ha devastado gran parte de la catedral de Notre-Dame, me uno a su tristeza, así como a la de los fieles de su diócesis, a de los habitantes de París y a la de todos los franceses. En estos Días Santos, donde recordamos la pasión de Jesús, su muerte y su resurrección, les aseguro mi cercanía espiritual y mi oración.

Esta catástrofe ha dañado gravemente un edificio histórico. Pero soy consciente de que también ha afectado a un símbolo nacional muy amado por los parisinos y por los franceses sean cuales sean sus creencias. Notre-Dame es la joya arquitectónica de una memoria colectiva, el lugar de encuentro de muchos eventos importantes, el testimonio de la fe y de la oración de los católicos en el seno de la ciudad.

Al mismo tiempo que elogio el valor y el trabajo de los bomberos que intervinieron para circunscribir el fuego, expreso mis mejores votos para que la catedral de Notre-Dame vuelva a convertirse, gracias a los trabajos de reconstrucción y a la movilización de todos, en este hermoso tesoro en el corazón de la ciudad, signo de la fe de quienes la edificaron, iglesia madre de su diócesis, patrimonio arquitectónico y espiritual de París, de Francia y de la humanidad.

Con esta esperanza, le otorgo de todo corazón la bendición apostólica, así como a los obispos de Francia y a los fieles de su diócesis, e invoco la bendición de Dios para los habitantes de París y para todos los franceses.

Franciscus Pp.