Catholic World Report, Mar-07-2019, presenta una entrevista con el card. Gerhard Ludwig Müller, anterior prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en donde se centran sobre su reciente declaración de Fe, “¡No se turbe vuestro corazón!”, y responde a algunos de sus críticos. Traducción de Secretum Meum Mihi (con algunas adaptaciones).
CWR: Usted comienza su “Manifiesto de Fe” al notar la “creciente confusión” dentro de la Iglesia. ¿Cuáles son las principales fuentes de esta confusión? ¿Por qué esta confusión está aparentemente creciendo?
Cardenal Gerhard Müller: Incluso Jesús habló acerca de una posible confusión en la fe, diciendo que todo se alejará de él cuando llegue la hora de la Pasión. Después de todo, nadie entiende por [sola] naturaleza que el poder y la sabiduría de Dios aparecen en la impotencia y la locura humanas.
Esta es la teología de la Cruz, sin la cual no podemos entender verdaderamente los caminos de Dios ni caminar en ellos. Luego, también, a través de las posibilidades de la comunicación digital, muchos Cristianos están cada vez más expuestos a la propaganda anticristiana. Los principales medios de comunicación se encuentran firmemente en manos de los enemigos de la Cristiandad. No se dice nada de los millones de casos de abuso sexual en el mundo [secular], ni tampoco desperdician una sola palabra en compasión por las víctimas. El grave fracaso de los sacerdotes sirve de asalto a la Iglesia en general. Los medios de comunicación solo elogian al Papa cuando pueden usarlo para su agenda.
Sin embargo, reforma significa renovación espiritual y moral en Cristo, y no la descristianización de la Iglesia o su transformación en una ONG, donde el calentamiento global es más importante que la conciencia de que Dios es la fuente y la meta del hombre y de toda la creación.
CWR: Al escribir acerca de Cristo, usted declara que los católicos deben “resistir la recaída en antiguas herejías, que veían en Jesucristo sólo a un buen hombre, a un hermano y amigo, a un profeta y a un moralista”. ¿Cuáles son algunos ejemplos específicos de las herejías cristológicas que se renuevan o reciclan hoy?
Cardenal Müller: Un comentarista en Frankfurter Allgemeinen Zeitung [un periódico alemán] escribe que este manifiesto es algo premoderno, mientras que las declaraciones de los Jesuitas de Frankfurt sobre la homosexualidad, la abolición del celibato [sacerdotal] y la ordenación de mujeres como sacerdotes, todas representan lo moderno. Según este escritor, todo el que habla de Jesús como Hijo de Dios lo sobre-exalta; el hombre moderno solo puede entenderlo como un predicador moral sobre la protección del medio ambiente, no sobre la moral sexual, por supuesto.
Ya en el siglo III, [la Iglesia rechazó] la teoría de Jesús de Pablo de Samósata, como mero hombre. Esas teorías de la teología liberal desde el siglo XVIII que reconocen a Jesús solo como un hombre especial de fervor o kitsch difuso, emparejado con una moralidad basada en el deber à la Immanuel Kant, podrían preservar un resto del cristianismo burgués para [nuestros] contemporáneos secularizados, pero no tienen nada que ver con el testimonio original de la Iglesia apostólica con respecto a Jesús, el Cristo, el Hijo del Dios Viviente. La fe no es una cuestión de las circunstancias de los tiempos o la época intelectual-histórica, sino de la verdad.
O Jesús es el Hijo del Padre o no lo es. O bien creemos en él o, no siendo ya Cristianos, dejamos de declararnos Cristianos. ¿De qué sirve una botella de vino con una etiqueta que prometa “excelente calidad” si esta botella está vacía?
CWR: Algunos críticos del “Manifiesto” señalan la ausencia de una mención específica del papado. ¿Por qué no se refiere directamente al papado? ¿Y qué piensa Usted de las acusaciones de que está actuando como una especie de “antipapa”?
Cardenal Müller: Estas personas son estrategas políticos e ignorantes teológicos. Obviamente no están familiarizados con mis comentarios sobre la primacía papal en Dogmática Católica (publicados en varios idiomas) y en mis dos libros sobre el papado (de más de 700 páginas).
La clásica confesión de fe de la Iglesia habla de la Trinidad, la Encarnación, la Iglesia, los Sacramentos (Bautismo), y la vida eterna, sin mencionar al Papa y los obispos, quienes, por supuesto, son un elemento constitutivo en la Iglesia sacramental. En su ciego prejuicio, estos críticos tampoco se han dado cuenta de que el Catecismo, desde el cual el Manifiesto de la fe surge, fue declarado por el Papa Juan Pablo II como una buena transmisión del depositum fidei [depósito de la fe]. Las mismas personas que fueron críticas, incluso hostiles, hacia los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, a quienes denunciaron como traidores del espíritu del Concilio [Vaticano Segundo], ahora invocan al Papa Francisco.
Sin embargo, lo hacen no porque lo reconozcan como papa en términos del dogma Católico, sino más bien porque quieren usarlo como un vehículo para su agenda de izquierda liberal para desacramentalizar la Iglesia. En lo que respecta a los delitos sexuales de algunos sacerdotes, sostienen que el celibato sacerdotal o la sacramentalidad de los oficios episcopales y sacerdotales son responsables, en lugar de buscar el colapso del ethos sacerdotal y la moral sexual durante los años 80, de los cuales los predecesores intelectuales estos de críticos fueron los culpables.
CWR: Al escribir sobre los sacramentos, usted observa que “las opiniones de una mayoría o el espíritu de los tiempos” no deben reemplazar a Cristo como el punto de referencia para la verdad. ¿En qué grado y de qué manera un espíritu democrático o “espíritu de los tiempos” ha reemplazado el depósito de la fe como una guía segura para la doctrina de la Iglesia?
Cardenal Müller: La democracia en la vida política es nuestra premisa común para vivir juntos en una comunidad social. Sin embargo, la Iglesia es la comunidad de creyentes llamada por la gracia de Dios. La Iglesia vive de la verdad de Dios; ella no hace uso de la verdad a su gusto o de acuerdo con los intereses y reclamos de poder sobre los demás. Juntos escuchamos la Palabra de Dios y asumimos toda la responsabilidad de la transmisión completa y sin adulterar de la fe a todas las generaciones hasta la Venida de Cristo.
Sin embargo, la tarea de ejercer el inquebrantable oficio de enseñanza de la Iglesia se confiere a los sucesores de Pedro y a los Apóstoles para que presenten a toda la Iglesia la verdad revelada, a fin de que ella pueda creerlo. Los dos primeros capítulos de Dei Verbum expresan claramente estas relaciones.
CWR: Ha habido bastante discusión acerca de sus referencias a la apostasía y “el engaño del Anticristo” (§ 5). ¿Estaba sugiriendo que podríamos estar viviendo la “última prueba de la Iglesia”? ¿Y qué tipo de apostasía, específicamente, tenía en mente?
Cardenal Müller: El anticristo es una figura que encarna la oposición a Cristo. Él no aparece simplemente al final de la historia, sino que emerge en todas las épocas como el que nos tienta en el hoyo y el que destruye la casa de Dios. Jesús ha preguntado si todavía encontrará fe cuando regrese. Y a veces en la historia de la Iglesia, parece como si la fe se agotara en la Iglesia. En la lucha contra el ultra-poderoso Arrianismo, que fue sustentado por la opinión pública y el poder político, San Atanasio a menudo parece superado. En aquel entonces, el Arrianismo era moderno y el Catolicismo premoderno a los ojos de aquellos cuya fe estaba adelantando hacia el progreso. Como San Jerónimo lo dice con un gemido, el mundo se despertó y descubrió que se había vuelto Arriano. Esta es la hora de San Pedro. Jesús le dijo que Satanás había anhelado zarandear a los discípulos y a toda la Iglesia como al trigo. Luego siguió la palabra de tremenda fuerza y relevancia de Jesús, incluso en este tiempo presente de sufrimiento en la Iglesia: “pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos” (Lc 22, 32).
CWR: Usted repite una crítica que ha elevado antes: que algunos obispos actúan más como políticos que como pastores. ¿Es esta una forma del clericalismo condenada por el Papa Francisco? ¿Cuáles son algunas características de esta orientación política de los líderes de la Iglesia?
Cardenal Müller: Hay un uso nuevo e incorrecto del lenguaje: el lema antieclesiástico de “clericalismo” ahora se aplica dentro de la Iglesia como un grito de batalla contra el oficio instituido por Dios. Kleros significa la participación en el servicio de los apóstoles instituidos por Cristo (Hechos 1:20). De lo que se trata el término “clericalismo” es del abuso de autoridad para obtener ventajas personales al promover a los amigos, quienes son trasladados a posiciones en la Iglesia a pesar de su incompetencia e indignidad. [Sin embargo,] el motivo del abuso sexual de menores e inferiores eclesiásticos no es la sed de poder sobre los demás, sino el deseo sexual no dominado, que conduce al pecado de la lujuria y deshumaniza a las víctimas.
CWR: Yendo a la cumbre del Vaticano, ¿qué pensó acerca de la reunión? ¿Qué piensa de la decisión del cardenal Cupich y otros líderes de la cumbre de no centrarse en absoluto en la homosexualidad y el abuso de adultos?
Cardenal Müller: No tiene sentido hablar de estructuras que hacen posible el abuso. Esta es una conversación política más allá del alcance de la Iglesia como institución de Dios. La constitución sacramental de la Iglesia, la obediencia a los Diez Mandamientos y la fidelidad al llamado como cristianos bautizados, ordenados o casados/solteros, son la mejor protección contra toda forma de desobediencia a nuestro Creador y Redentor y contra el daño al amor de Dios y al prójimo, ese amor que encapsula todos los mandamientos.