Este es un artículo de The Wall Street Journal, Feb-15-2019. Traducción de Secretum Meum Mihi.
La crisis del abuso sexual divide al Vaticano
El cardenal O'Malley ha encontrado resistencia en su lucha para fortalecer la respuesta del Papa Francisco
Por Francis X. Rocca
CIUDAD DEL VATICANO — El cardenal Sean O'Malley de Boston, asesor principal del Papa Francisco sobre la protección de los niños contra los abusos sexuales, convocó una reunión con los principales colaboradores papales en 2017, preocupado de que el Vaticano no estuviera a la altura de su promesa de “tolerancia cero”.
Un panel de apelaciones establecido por el Papa redujo los castigos de varios sacerdotes católicos declarados culpables de abusar de menores. En algunos casos, el panel canceló su expulsión del sacerdocio y en cambio les dio suspensiones breves.
“Si esto sale, causará un escándalo”, dijo el cardenal O'Malley al cardenal secretario de Estado Pietro Parolin, para el efecto primer ministro del papa, y a otros funcionarios del Vaticano, según una persona presente. No se tomaron medidas para abordar el problema.
El manejo de la Iglesia católica de la prolongada crisis del abuso sexual clerical ha expuesto fisuras dentro de su jerarquía. Los activistas y algunos líderes de la iglesia esperaban que el Vaticano tomaría una postura más dura sobre los abusos bajo el Papa Francisco, y pensaban que una reunión la próxima semana en una cumbre mundial de obispos avanzaría hacia ese objetivo.
En cambio, sucedió lo contrario, profundizando la brecha entre los líderes eclesiásticos del Vaticano y los de EE. UU., que han presionado por una respuesta más estricta. La brecha no está más clara en la relación entre el Papa Francisco y el Cardenal O'Malley, un fraile capuchino barbudo al que le gusta que lo llamen “Cardenal Sean”.
Después de su elección de 2013, el Papa nombró al Cardenal O'Malley [como] el hombre clave del Vaticano en materia de abuso sexual. El estadounidense, que normalmente usa un simple hábito marrón y sandalias, ejemplificó la humildad que el Papa Francisco adoptó para la jerarquía de la iglesia. El cardenal se había ganado una reputación de rigor en el manejo de las crisis de abuso sexual en Boston y en otras diócesis de los Estados Unidos. El Papa compartió la retórica del Cardenal O'Malley sobre el abuso y prometió “tolleranza zero”.
Hoy en día, las interacciones entre el papa y el cardenal, antes amistosas y espontáneas, se han vuelto notablemente formales y concisas, dice una persona que los ha observado juntos.
La influencia del cardenal de Boston ha disminuido hasta el punto en que, en Noviembre, el Papa lo excluyó del comité organizador de la cumbre de la próxima semana, que había sido idea del cardenal O'Malley.
Un portavoz del Vaticano declinó hacer comentarios.
El portavoz del cardenal O'Malley, Terrence Donilon, dijo que el cardenal tenía “esperanzas de una conferencia exitosa en Febrero como parte del compromiso del Santo Padre con los sobrevivientes, con el clero y con la comunidad católica global”.
El Cardenal O'Malley hizo su nombre como solucionador de problemas cuando los escándalos de abuso golpearon a la iglesia estadounidense en la década de 1990. Como obispo de Fall River, Massachusetts, y luego de Palm Beach, Florida, se ocupó de los casos de abuso que implicaban a los predecesores, alcanzando acuerdos y la confianza de muchas víctimas. Luchó contra las lágrimas cuando habló en público del daño causado.
En 2003, sucedió al deshonrado cardenal Bernard Law como arzobispo de Boston en medio de la crisis más grande del país por el encubrimiento de los abusos del clero. El Cardenal O'Malley se mudó a una pequeña rectoría, evitando y luego vendiendo la residencia oficial palaciega. El dinero se destinó a los acuerdos con víctimas de abusos.
El fraile nacido en Ohio también habla español con fluidez y tiene un Ph.D. en poesía religiosa española y un fuerte interés por América Latina. Participó activamente en la organización del trabajo de alivio de la pobreza de la iglesia de EE. UU. en el Hemisferio Occidental.
Este trabajo lo puso en contacto con el futuro papa Francisco. El cardenal Jorge Mario Bergoglio de Buenos Aires, segundo candidato más fuerte en el cónclave de 2005 que eligió al Papa Benedicto XVI, fue conocido como un tribuno de los pobres de América Latina.
El cardenal O'Malley “debería ser candidatizado para el Premio Nobel del sentido común”, dijo el cardenal Bergoglio a un conocido mutuo en 2010.
Ese año, el estadounidense le hizo una visita en Buenos Aires. En una sala de reuniones adornada con retratos de cardenales pasados, al fondo de un pasillo en los sencillos cuarteles del cardenal Bergoglio, los dos hombres sondearon la iglesia y la política local en América Latina, según un testigo.
Cuando el Papa Benedicto se retiró en 2013, el Cardenal O'Malley fue uno de los primeros estadounidenses en apoyar al Cardenal Bergoglio en el cónclave de ese año, según el biógrafo del Papa Francisco Austen Ivereigh.
El nuevo papa, a su vez, eligió al hombre de Boston para representar a América del Norte en su Consejo de Cardenales, un nuevo cuerpo compuesto originalmente por ocho miembros que asesorarían al Papa sobre el Vaticano y el gobierno de la iglesia en general.
El Cardenal O'Malley utilizó su papel en el nuevo pontificado para presionar por un más fuerte liderazgo del Vaticano en materia de abuso sexual. Persuadió al Papa para que creara un panel asesor sobre protección infantil, dirigido por él mismo, encargado de proponer cambios a las políticas y procedimientos de la iglesia.
En 2015, el panel recomendó un tribunal especial para juzgar a los obispos que ignoran o encubren el abuso. En una reunión del Consejo de Cardenales, el cardenal O'Malley ganó la aprobación del Papa. Al año siguiente, el papa cambió de opinión.
Peter Saunders, antigua víctima de abuso en el panel, le preguntó al cardenal O'Malley qué había pasado con el plan del tribunal. El cardenal visiblemente frustrado se encogió de hombros, puso los ojos en blanco y dijo: “Realmente no sé la respuesta. Ojalá la tuviera”, según el Sr. Saunders.
El panel propuso que las investigaciones de la iglesia sobre acusaciones de abuso debían involucrar a personas externas, no solo sacerdotes, y que los archivos del Vaticano sobre casos de abuso deberían compartirse con las víctimas y las autoridades civiles. Ninguna de las dos ideas se hizo realidad. El Sr. Saunders y la representante de las otras víctimas, Marie Collins, renunciaron al panel en 2017 en protesta por lo que dijeron era la inacción del Vaticano.
El panel cambió su enfoque de proponer cambios a la organización de conferencias académicas y el Papa reorganizó la membresía del panel. En una reunión con víctimas de abuso en Dublín en Agosto de 2018, la Sra. Collins le preguntó al Papa Francisco sobre los cambios de personal. El Papa respondió que “se cometieron errores en los nombramientos”. También dijo que la comisión no había sido honesta con él.
“No puedo entender por qué habría dicho eso”, dijo el cardenal O'Malley a la Sra. Collins, recuerda Ella.
El cardenal O'Malley evitó criticar al papa, incluso en conversaciones privadas con confidentes. Culpó la inercia burocrática y parecía estar seguro de que el Santo Padre haría lo correcto.
La opinión dominante en el Vaticano era que los estadounidenses estaban yendo demasiado lejos en la lucha contra el abuso sexual. Cuando el Cardenal O'Malley pidió la adopción mundial de la práctica estadounidense de publicar los nombres de los sacerdotes acusados, otros funcionarios del Vaticano condenaron la práctica en privado como difamación.
El fiscal principal del Vaticano para casos de abuso, el reverendo Robert Geisinger, un estadounidense, pronunció un discurso ante abogados canónicos en Indianápolis a finales de 2017 que enfatizaba los derechos de los sacerdotes acusados y pedía penas proporcionales. Si los sacerdotes ancianos cometieron abusos hace mucho tiempo, el castigo duro “abre una cuestión humana y quizás incluso moral”, dijo. Sugirió que las políticas de los Estados Unidos reflejaban la presión política y señaló que algunas personas fabrican acusaciones.
Al equilibrar la dureza con los derechos de los acusados, el péndulo debería girar hacia el centro, dijo el padre Geisinger . El cardenal O'Malley escribió al superior del fiscal, el jefe de la oficina doctrinal del Vaticano, para protestar por el discurso.
En un viaje a Chile en enero de 2018, el Papa defendió a un obispo local acusado de encubrir el abuso sexual. Las alegaciones persistentes de las víctimas, dijo, eran “calumnias” sin pruebas.
El Cardenal O'Malley emitió una declaración pública criticando al Papa, una acción inusual para cualquier cardenal, menos alguien tan cercano al Papa. “Es comprensible que las declaraciones del Papa Francisco de ayer (...) hayan sido una fuente de gran dolor para los sobrevivientes de abuso sexual”, dijo. “Las palabras que transmite el mensaje ‘si no puede probar sus afirmaciones, entonces no le creerán’ abandona a los que han sufrido... al exilio desacreditado”.
El cardenal mitigó el castigo al agregar que el Papa Francisco estaba comprometido con la tolerancia cero del abuso sexual. El Papa, hablando con los reporteros, aprovechó esa parte de la declaración del cardenal y le dio las gracias por ello.
El Papa también repitió su opinión de que las acusaciones sin evidencia son “calumnias” y dijo que las víctimas nunca se habían acercado a él.
Associated Press pronto informó que el Cardenal O'Malley le había entregado al Papa en 2015 una carta detallada de una víctima chilena que contaba su historia.
Los problemas del Papa Francisco aumentaron el verano pasado cuando un ex diplomático del Vaticano lo acusó de ignorar informes anteriores de conducta sexual inapropiada con adultos por parte del retirado Arzobispo Theodore McCarrick de Washington. El Papa se negó a responder a las acusaciones en conferencias de prensa el año pasado.
El arzobispo McCarrick está actualmente a la espera de los resultados de un juicio eclesiástico por múltiples cargos de abuso sexual y otras faltas de conducta. Él ha dicho que es inocente de uno de los cargos. Su abogado se negó a comentar.
El asunto McCarrick, y el informe de un fiscal que documenta décadas de abuso sexual clerical en Pensilvania, impulsaron a los obispos de Estados Unidos a elaborar nuevas medidas anti-abuso. Una propuesta, por un cuerpo de vigilancia que incluya personas externas para que denuncien las faltas de conducta de los obispos, levantó la mirada en el Vaticano.
El cardenal O'Malley, a quien los obispos de Estados Unidos habían consultado sobre las medidas propuestas, también aconsejó al Papa Francisco que convocara la cumbre de obispos de Febrero para abordar la crisis de abuso sexual. El anuncio, el 12 de Septiembre, levantó las esperanzas de los Estados Unidos de una línea parteaguas en el enfoque del Vaticano.
Al día siguiente, el cardenal O'Malley visitó al papa Francisco en el Vaticano, junto con tres líderes de la conferencia epicopal de Estados Unidos. Querían explicar sus propuestas de medidas de protección contra el abuso para la iglesia de los EE. UU., y solicitar una investigación del caso de McCarrick por el Vaticano.
Las fotos oficiales muestran a los hombres luciendo alegres en la espaciosa biblioteca privada del Papa al comienzo de la reunión.
El estado de ánimo se tornó más sombrío cuando el Papa Francisco, hablando en su español natal, dejó en claro que no autorizaría una investigación de pleno derecho sobre el asunto McCarrick. El Vaticano luego dijo que estudiaría sus archivos al respecto.
El Papa también sorprendió a sus invitados estadounidenses al sugerirles que cancelaran su asamblea nacional anual, prevista para Noviembre, donde planeaban discutir las propuestas contra el abuso. Él sugirió que tuvieran un retiro espiritual en su lugar. Los norteamericanos declinaron cortésmente cancelar su asamblea.
Los obispos de EE. UU. más tarde fijaron fechas en Enero para un retiro espiritual para satisfacer la solicitud del Papa, pero también procedieron a desarrollar las propuestas contra el abuso para la asamblea de Noviembre. La semana anterior, el cardenal O'Malley le dijo a The Boston Globe que la reunión establecería penas claras para los obispos que cometen, descuidan o encubren los abusos. “Eso es algo que los obispos pedirán. Tendrá que ser Roma la que tomará [la decisión]. Y creo que nos responderán”, dijo.
Roma respondió ordenando al presidente de la conferencia de obispos de Estados Unidos, cardenal Daniel DiNardo de Galveston-Houston, que cancelara la votación sobre las medidas contra el abuso. El Vaticano dijo que no había tenido tiempo suficiente para revisar las propuestas. El cardenal DiNardo hizo el anuncio en los primeros minutos de la asamblea en Baltimore, en medio de murmullos de inquietud en la sala.
Nueve días después de la finalización de la asamblea, el Vaticano anunció los organizadores de su cumbre de Febrero sobre el abuso sexual, incluido un cardenal estadounidense. El cardenal O'Malley, el hombre clave del papa en abuso durante cinco años, no fue mencionado.
Esa tarde, el cardenal O'Malley respondió que de todos modos asistiría a la cumbre y trató de establecer una agenda. A fines de Enero, el Papa Francisco minimizó las ambiciones del Vaticano para la reunión, describiéndolo a los reporteros como esencialmente educativa.
“Tenemos que desinflar las expectativas”, dijo el Papa a los reporteros.
—Ian Lovett contribuyó a este artículo.