Se sigue cumpliendo el patrón, para la cumbre de Febrero en el Vaticano sobre el abuso sexual con los presidentes de las conferencias episcopales, existe un comité organizador, pero solamente dos de sus miembros son los que hablan a la prensa: El card. Cupich y el P. Hans Zollner. Este último ha concedido una entrevista para el número de Enero de la revista española Palabra.
Escogemos las tres últimas preguntas, que se relacionan con la aludida cumbre.
En febrero, el Papa Francisco ha convocado a todos los presidentes de las Conferencias Episcopales sobre el tema de la protección de los menores, y a Usted le ha nombrado referente del Comité organizador. ¿Por qué es importante esta iniciativa?
—La reunión de febrero es importante porque, por primera vez, se hablará de manera focalizada y sistemática del aspecto sistémico-estructural del abuso y de su cobertura, del silencio y de la inercia en la acción contra este mal. El Papa mismo nos ha invitado a afrontar el nexo entre “abuso sexual, de poder y de conciencia”. La sexualidad es siempre, también, expresión de otras dinámicas, entre otras cosas de poder.
¿Puede anticiparme cómo se desarrollarán los trabajos y si se esperan decisiones particulares al término del encuentro?
—Habrá conferencias, grupos de trabajo y líneas temáticas. Los tres días de trabajo tendrán como tema “responsibility, accountability, transparency”, temáticas muy discutidas en los últimos meses y que, de algún modo, el Papa Francisco ha puesto en la agenda de la Iglesia con las cartas a los obispos en Chile y al Pueblo de Dios.
Resumiendo toda su experiencia en este ámbito, ¿tiene Usted confianza?
—Pienso que nos estamos dando cuenta de que los modos, los instrumentos y nuestros pensamientos sobre lo que Dios quiere de nosotros ya no son adecuados, ni para responder a lo que ha sucedido en los últimos años y decenios, ni para continuar nuestro camino de fe en el mundo de hoy, buscando a Dios y siguiendo el Evangelio de Jesucristo. Estoy confiado porque Dios ha puesto muchas personas en movimiento para que puedan nuevamente dar testimonio de Él de modo creíble y convincente. Tengo confianza porque he conocido a tantas personas que se gastan completamente por un servicio más sincero, por una atención a los más vulnerables, por una Iglesia que siga a su Señor, el Señor que elegía morir por la salvación en lugar de reinar según los criterios políticos y de poder. No obstante, la confianza reposa, en última instancia, en el Señor de la historia, que nos acompaña y nos guía, a su manera y según sus planes.