Hay que admitirlo, y tal vez ese sea uno de los motivos por los que han recibido tantos Pulitzer, los de The New York Times son bastante astutos.
Como ya hemos anotado en otras ocasiones, el periódico The New York Times, caracterizado enemigo de la Iglesia y solapado enemigo de Juan Pablo II y Benedicto XVI, está de guerra con Donald Trump y en su propósito ha encontrado bastante útil como herramienta posar de papista sin abandonar su anticatolicismo, por lo que muchas de las posiciones de Francisco las yuxtapone a las de Trump sin aparentemente verse involucrado.
Ahora nos encontramos con un ingrediente nuevo, The New York Times está intentando crear en la opinión la idea de que existe un grupo coordinado de conservadores que conspira contra Francisco y tiene un centro de comando. Si les suena familiar es porque eso ya existía en las últimas décadas, pero al contrario, se trataba de un grupo de eclesiásticos progresistas y/o liberales que se reunían de cuando en cuando en la abadía suiza de Saint-Gall/Sankt Gallen para conspirar contra Juan Pablo II, maquinar cómo montar a uno de los suyos en su sucesión, lo que no lograron obtener en el cónclave de 2005, pero siguieron maquinando contra Benedicto y lograron uno de sus objetivos en el cónclave de 2013, del cual salió electo Francisco. Lo sabemos porque uno de sus miembros, el card. Godfried Danneels, arzobispo emérito de Bruselas-Malinas, lo contó en su memorias y afirmó se autodenominaban “mafia”.
El pasado Sábado, Dic-08-2018, The New York Times trajo un ‘perfil’ dedicado a la princesa alemana Gloria Von Thurn Und Taxis —perdonen la ignorancia, pero de la nobleza desconocemos todo, de antemano la disculpa si existen imprecisiones—, a quien disimuladamente le enrostran una supuesta vida díscola y disoluta en sus años juveniles, para retratarla ahora como dueña del centro de comando, su palacio en Ratisbona (Regensburg), donde se reunen los figurados conspiradores contra Francisco, una plétora de conservadores y tradicionalistas, a los cuales obviamente relacionan con su enemigo Trump.
La princesa –que fue bautizada “Princesa TNT” por sus explosivos años como aristócrata propensa a la fiesta y corte de pelo al estilo punk– se convirtió en la reina sol en torno a la que orbitan muchos católicos tradicionalistas críticos del Papa. Su castillo de Ratisbona es una potencial “Escuela de Gladiadores” para los católicos conservadores en su cruzada para preservar las tradiciones de la Iglesia.
Su palacio romano con vista al foro antiguo es el punto de encuentro preferido para los cardenales y obispos de la oposición y políticos populistas como Stephen Bannon. Muchos de ellos esperan aprovechar la crisis por los abusos sexuales, la mayor amenaza existencial para la Iglesia, para derrocar al pontífice de 81 años, del que están convencidos de que está destruyendo la fe.
Entre los nombres de estos opositores destacan a Mons. Carlo Maria Vigano, anterior Nuncio en EE.UU., famoso en Agosto de 2018 por su “Testimonio” en el que afirmaba que Francisco sabía desde 2013 de los abusos del ex-cardenal Theodore McCarrick y lo invitaba renunciar.
La princesa estima que su responsabilidad es alimentar a diario a centenares de personas hambrientas en su comedor y brindar apoyo a los sacerdotes, cada vez más aislados. Pero algunos de ellos han respondido la llamada del deber yendo a la guerra. En agosto, el arzobispo Carlo Maria Viganò publicó una carta en la que acusaba al Papa de tapar los abusos. Aunque hasta el momento sus acusaciones carecen de fundamentos, la princesa Gloria lo calificó de “lanzador de alerta”.
Inmediatamente después de nombrar a Mons. Viganò, pasan a nombrar al card. Raymond Leo Burke.
Más tarde ese mes, el Arzobispo Viganò envió una carta a su amigo el Cardenal Raymond Burke, el líder estadounidense de la resistencia anti-Francisco, lamentando de que no pudiera asistir a la fiesta de cumpleaños del cardenal en el seminario Toscano.
La razón, explicó la Princesa Gloria, era que él estaba escondido. “Él tenía una buena excusa”, dijo.
Todavía, fue una pena porque fue una gran fiesta. El Cardenal Burke —tan cercano a ella, dijo, como un “sacerdote familiar”— comió pastel de cumpleaños llevando el sombrero rojo de cardenal, sostuvo en su mano un vaso de champán y bendijo a los seminaristas con la otra, y vio cómo los fuegos artificiales iluminaban el cielo en su honor.
El seminario Toscano es el seminario del Instituto de Cristo Rey Sumo Sacerdote.
Otro de los supuestos conspiradores nombrado en el artículo, amigo de la princesa, es el card. Gerhard Ludwig Müller.
Varios de los amigos cercanos de la princesa han pasado momentos difíciles bajo la dirección de Francisco. El año pasado, el Papa apartó a Gerhard Müller, el cardenal alemán crítico que era el guardián de la doctrina católica. En su palacio romano, Gloria presentó al cardenal ante Stephen Bannon, que posteriormente invitó al alemán a sus oficinas de Washington, más conocidas como la embajada Breitbart.
En la cita inmediatamente anterior se denota la intención de atacar a Trump, mediante la vinculación de Bannon, Jefe de Estrategia de la Casa Blanca durante los primeros meses de la administración Trump. Y de allí en adelante el artículo se concentra en Bannon, porque, siendo realistas, para The New York Times, con conspiradores o sin ellos, la salud de la Iglesia le importa un bledo, pero tiene que simular y construir el caso.
Una versión reducida en español de dicho artículo apareció en el periódico argentino La Nación, Dic-12-2018, pág. 4.
Actualización Dic-16-2018: Una traducción integral al español del aludido artículo ha sido publicada en periódico miamense El Nuevo Herald, Dic-16-2018, págs. A17 y A18.