Esta es una versión en español de la columna de Sandro Magister publicada originalmente en italiano en la revista L'Espresso, Ago-12-2018 (con algunas adaptaciones para ceñirnos más fielmente al original).
EL PAPA A LOS TEOLOGOS: VÁYANSE A UNA ISLA
Francisco gana nuevos caminos en la relación con cristianos no católicos. Y desafía la distinción de los estudiosos
SANDRO MAGISTER
También en el terreno político el papa Francisco gana caminos nuevos.
Antes de él, ningún Papa habría puesto un protestante a la cabeza de "L'Osservatore Romano". Él lo hizo, nombrando director de la edición argentina del diario oficial de la Santa Sede al presbiteriano Marcelo Figueroa, viejo amigo suyo.
Ningún Papa había llegado jamás a compartir un encuentro con el Patriarca ortodoxo de Moscú. Él lo logró, con una cita en el aeropuerto de La Habana.
En el diálogo con los cristianos no católicos, Jorge Mario Bergoglio no omite justamente a nadie. Muestra un rostro amigo también a los interlocutores más difíciles, como esas corrientes evangélicas y pentecostales que hacen estragos entre los católicos de su América latina, arrastrando a millones de su parte.
Su amigo Figueroa, de cepa calvinista, firmó en el último número de "La Civiltà Cattolica" un ataque frontal contra la llamada "teología de la prosperidad", profesada por una corriente pentecostal nacida en Estados Unidos y extendida en el sur del continente, según la cual la pobreza es culpable y la verdadera fe hace vivir ricos, sanos y felices.
Pero uno de los líderes de esta teología, el pastor tejano Kenneth Copeland, ha sido recibido como huésped del Papa en el Vaticano. Y a otros líderes evangélicos Francisco les dijo una vez, conversando en forma espontánea: "Dios está con nosotros allí donde vamos. No porque soy católico ni porque soy luterano, ni porque soy ortodoxo", porque si fuese así estaríamos, agregó, en "un manicomio teológico".
En el boletín vaticano que transcribe sus conversaciones está escrito en este punto, entre paréntesis: "risas". Y otras "risas", junto a "aplausos", aparecen después de esta otra frase suya: "Los teólogos hacen su trabajo. Pero no esperemos que se pongan de acuerdo".
Francisco lo ha dicho decenas de veces. Las monumentales divergencias de fe que dividen al mundo cristiano deben ser dejadas de lado. El suyo es un ecumenismo del hacer, a favor de la paz entre los pueblos.
Por la unidad de fe, por el contrario, para él ya es suficiente el ser bautizado, y sobre el resto "pongamos a todos los teólogos a discutir en una isla desierta". Bergoglio repite con frecuencia esta frase y la atribuye al patriarca ecuménico de Constantinopla, Atenágoras, el del memorable abrazo con Pablo VI en Jerusalén en 1964. No hay evidencia que ese patriarca la haya pronunciado alguna vez, pero ahora ha ingresado en forma estable en la narrativa del actual Papa.
Pero este ecumenismo del hacer también tiene sus dolores, con repercusiones dramáticas fuera y dentro de la Iglesia Católica.
Para los católicos, por ejemplo, la Comunión en la Misa es algo completamente distinto respecto a cómo la ven los protestantes. Pero Francisco, al responder hace tres años a una luterana que le preguntó si podía recibir la comunión junto al marido católico: le dijo antes que sí, después que no, después que no sé, y por último hagan como quieran.
El resultado es que en Alemania, donde los matrimonios interconfesionales son numerosos, la mayoría de los obispos permite dar la comunión a ambos cónyuges. Con siete obispos alemanes, entre ellos un cardenal, pero que han apelado a la Congregación para la Doctrina de la Fe, la cual bloqueó todo, exigiendo que antes se deberá llegar a un acuerdo, sobre una materia tan sensible, no sólo en la Iglesia Católica en su totalidad, sino también entre las otras confesiones cristianas. Que es como decir jamás, siendo los ortodoxos inamoviblemente contrarios a cualquier tipo de “intercomunión”, juzgada por ellos como una abominación.
Ucrania es otra de estas materias explosivas. Allí los ortodoxos están sometidos desde hace siglos al patriarcado de Moscú. Pero ahora quieren establecerse por su cuenta, con los connacionales greco-católicos que les dan su fuerza y con el apoyo de Bartolomé, el patriarca de Constantinopla.
En Moscú naturalmente no quieren ceder, y en el ínterin el presidente ruso Vladimir Putin anexó Crimea y agredió militarmente a Ucrania. ¿Y Francisco? Se ha alineado de lleno con Moscú, reprendiendo públicamente a los greco-católicos e intimándolos a "no inmiscuirse". El ecumenismo de Francisco está hecho también de este modo.