Saturday, August 11, 2018

La dictadura según Francisco


Esta es una columna aparecida en la revista argentina Noticias, Ago-11-2018, págs 110 y 112.

LOS GESTOS DEL PAPA
La dictadura según Francisco

Critica a los gobiernos neoliberales que persiguen a líderes de las causas populares.

POR CLAUDIO FANTINI*


Recibe a gremialistas, activistas y políticos a los que pide que no publiquen fotos con él en las redes, pero a veces olvida pedirles que tampoco comenten lo hablado. Por eso algunos visitantes, al salir del Vaticano, cuentan que el Papa dijo tal o cual cosa. La suma de descripciones evidencia la adhesión de Francisco a una versión ideológica de este momento político en Latinoamérica.

Más que adherir, el Papa empieza a ser el abanderado de la versión según la cual, en América Latina, hay "dictaduras" neoliberales que persiguen a los líderes que defienden causas populares y los convierten en presos políticos.

Aparentemente Bergoglio pasó, de creer, a difundir la idea de que los procesos por corrupción son impulsados por Washington para alinear la región con "el modelo económico que requiere la represión de las masas" y la prisión de quienes gobernaron oponiéndose al "capitalismo deshumano", como lo llamó el propio pontífice.

En la mirada de Francisco, la prisión de Lula da Silva responde a las mismas causas por las que Cristina Kirchner está acosada por procesos judiciales. En rigor, en el mismo estante de Lula, el Papa coloca a Es-teche y a Milagro Sala, además de otros ex presidentes como el ecuatoriano Rafael Correa. La corrupción, según esta versión de los hechos, es la excusa para perseguir dirigentes y líderes que resisten las políticas económicas impuestas por EE.UU. a través de dictaduras.

Con Gabriel Mariotto como guía, sindicalistas que adhieren al kirchnerismo recorrieron los pasillos vaticanos hasta los aposentos donde escucharon a Francisco decir que el gobierno de Macri es comparable al régimen de la "revolución libertadora" y a la última dictadura militar.

Cuando el ex titular de la CIA John Brennan usó la palabra "traición" para referirse a la relación de Trump con Putin, hubo expertos norteamericanos que explicaron que semejante palabra puede ser usada livianamente por un periodista, un intelectual o un político, pero si la usa un ex director de la CIA, tiene que estar absolutamente convencido de lo que habla.

Lo mismo se supone que vale para la palabra "dictadura". Que la banalicen dirigentes marginales o extremistas es una cosa, y otra muy distinta es que la use un Papa.

Poco después que un grupo de obispos la estampan en un documento contra la legalización el aborto, el mismísimo Papa comparó al gobierno argentino con los golpistas que fusilaron a los derrotados del '55, y con la dictadura genocida iniciada en 1976.

A Francisco no se le chispoteó ese término desmesurado. En el razonamiento que fue adquiriendo desde que llegó al trono de Pedro, la palabra dictadura vale tanto para quien habilita un debate sobre el aborto como para quien "impone" un "capitalismo deshumano" y usa de "excusa" la corrupción para encarcelar dirigentes que "defienden a los pue-blos" contra los designios del imperialismo. Amén.

Además del absurdo de comparar un gobierno actual con el régimen más exterminador y cruel de la Argentina, ésta versión del momento latinoamericano choca contra realidades evidentes. La institución que no usó la palabra "dictadura" para referirse a las dictaduras militares, la usa para gobiernos con legitimidad institucional. El Papa también hace flotar el término sobre situaciones como las de Brasil y Ecuador, pero no lo usa para regímenes como el de Nicolás Maduro, que se erige sobre cientos de cadáveres y prisiones atestadas de estudiantes.

Con más de trescientos civiles muertos por los disparos de policías, militares y paramilitares, el régimen nicaragüense no ha merecido la calificación que Francisco usa para gobiernos como el argentino. Su nuncio apostólico en Managua fue brutalmente golpeado por bandas orteguistas, igual que otros altos miembros de la heroica iglesia de ese país centroamericano: pero Ortega no está en el cuadrante ideológico que usa Francisco para hablar de dictadores.

Hay otro punto que hace naufragar el argumento papal de la corrupción como pretexto para encarcelar líderes de causas populares. La mayoría de los gobernantes latinoamericanos que sufrieron destitución, procesamientos y prisión, no son izquierdistas sino de derecha.

Perú es la muestra más clara: Fujimori, el autócrata que sentó las bases de la economía liberal, pasó largos arios en prisión. Tiene un pie en la cárcel Alejandro Toledo, el presidente que consolidó el modelo liberal peruano. También estuvo entre rejas Ollanta Humala, caudillo nacionalista que al llegar al poder mantuvo la economía abrazada al mercado.

Kuczynski no está en la cárcel pero, igual que Dilma y que Lugo, fue derribado. Y se trata del liberal que consolidó el modelo como ministro de Toledo, y se disponía a profundizarlo como presidente.

Hay más ejemplos. El general con-servador guatemalteco Otto Pérez Molina y su neoliberal vicepresidenta Roxana Baldetti, fueron destituidos y encarcelados por corrupción. El empresario panameño Ricardo Martinelli gobernó con el manual del centro-derechista y, tras dejar el poder, fue procesado por usar los servicios de inteligencia contra opositores. Se fue a Estados Unidos pero un tribunal norteamericano resolvió extraditado a Panamá, donde lo condenaron a 21 años de prisión.

No hubo rosarios del Papa para estos gobernantes encarcelados. Por cierto, la lista es más larga y, si se incluyen funcionarios de menor rango, se vuelve interminable. Pero con lo señalado sobra para desnudar el lado falaz de la teoría de ciertos perseguidos políticos. También es falaz poner el caso Lula en el mismo estante del caso Néstor y Cristina. Una cosa es financiación ilegal de la política y otra muy distinta es enriquecimiento ilícito personal a escalas siderales.

Más allá de los desajustes entre la realidad y la teoría del Papa sobre neoliberalismo dictatorial y cárcel, está el peligro de banalizar la palabra dictadura. Y más peligrosa aún es la consecuencia de esa banalización.

Desde Tomás de Aquino en adelante, muchas corrientes dentro de la iglesia justifican la rebelión contra la tiranía. Es precisamente lo que quieren algunos de los ex gobernantes latinoamericanos acusados de corrupción: estallidos sociales.

No sólo lo quieren, sino que mueven estructuras de base buscando provocarlos. Y a los argumentos que usan como si fueran fósforos, están sumando los razonamientos pontificios.

* PROFESOR y mentor de Ciencia Política, Universidad Empresarial Siglo 21.

“Francisco aparece no sólo respaldando a un exmandatario condenado por corrupción sino que avalando los cuestionamientos a las decisiones autónomas del sistema judicial de un tercer país”, editorial de La Tercera


Hacemos notar que no es una simple columna de opinión publicada en el periódico más leído en Chile, se trata de la posición editorial de dicho periódico, La Tercera, publicada en su edición de Ago-11-2018, pág. 11 (foto), en la que tocan el evidente apoyo que muestra Francisco por el emproblemado político y exmandatario brasileño Lula Da Silva, al cual lo están promocionando de nuevo como candidato presidencial con la bendición de Francisco, cosa que no parece importarle mucho al Pontífice, quien el los últimos días ha protagonizado varios hechos que hacen pensar que evidentemente son para dar apoyo político al Sr. Lula Da Silva.

El Papa, Lula y la reunión en Santa Marta

El 2 de agosto pasado el Papa Francisco recibió en la residencia de Santa Marta al ex canciller de Brasil Celso Amorim, el ex jefe de gabinete del fallecido presidente argentino Néstor Kirchner, Alberto Fernández, y el ex senador chileno Carlos Ominami. La cita fue solicitada, según sostienen quienes participaron en ella, expresamente para plantear la situación del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y lo que califican de “politización de la justicia”. El exmandatario brasileño se encuentra cumpliendo una condena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero y la sentencia no sólo fue ratificada en segunda instancia, sino que incluso el Supremo Tribunal Federal rechazó un recurso de habeas corpus que resolvió que el exmandatario debía comenzar a cumplir su pena.

Nadie puede cuestionar el legítimo derecho del Papa en su calidad de líder religioso de entregar apoyo espiritual a quien estime conveniente o incluso a quien ha sido condenado por algún delito. Pero el Pontífice tampoco puede obviar su calidad de jefe de Estado y los efectos políticos de sus actos. Si bien en este caso no hubo una declaración oficial del Vaticano ni se informó de un apoyo explícito del Papa al expresidente, es evidente que la reunión en sí misma y la rapidez con que fue concedida -se solicitó solo “días antes”, según uno de los asistentes- entregan una señal preocupante, porque Francisco aparece no sólo respaldando a un exmandatario condenado por corrupción sino que avalando los cuestionamientos a las decisiones autónomas del sistema judicial de un tercer país.

Lo anterior es aún más grave si como se asegura, el Papa hizo referencia durante la cita a un mensaje que entregó en mayo pasado y en el que criticaba lo que considera la “politización de la justicia”. “En la vida civil, en la vida política, cuando se quiere hacer un golpe de estado los medios comienzan a hablar mal de la gente, de los dirigentes y (…) los ensucian. Después entra la justicia, los condena y, al final, se da el golpe de estado” dijo en esa ocasión el Papa. Unas palabras que inevitablemente adquieren una dimensión distinta a la luz de la cita en Santa Marta. El encuentro entrega, además, una señal preocupante y contradictoria frente a la corrupción, un delito por el cual fue condenado Lula y que el Papa calificó en su reciente viaje a Perú como un “un virus social” que corrompe la democracia y cuyo combate “exige el compromiso de todos”.

“Existe un régimen anticristiano que también en Europa limíta la libertad de profesar la Fe”, la denuncia del Card. Angelo Bagnasco


La catedral de Génova, Italia, está dedicada a San Lorenzo Mártir, y en su solemnidad el Card. Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova y anterior presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, ha pronunciado en su homilía estás concisas palabras respecto de esa solapada persecución al Cristianismo que campea en el planeta (nuestra traducción).

Queridos amigos, su ejemplo [el de San Lorenzo] nos recuerda que la persecución es parte de la fe cristiana: “Si me persiguieron a mí, os perseguirán también a vosotros”(Jn 15,20). No deberíamos sorprendernos por esto, así como tampoco debemos ceder al optimismo ingenuo según el cual solo hay respeto y benevolencia a nuestro alrededor. ¡Eso no es así! Incluso si no se habla, existe un régimen discriminatorio anticristiano. Y esto sucede incluso en nuestra Europa, el útero del Evangelio y la cuna de la civilización. A través de normas refinadas, se limita la libertad de profesar la fe públicamente, y siempre cada vez más se la empuja a la esfera privada. Con el pretexto de que no molestar las diferentes sensibilidades religiosas o culturales, se quiere crear un modo de vivir uniformado por lo bajo, eliminando tradiciones legítimas y respetuosas de todos, o cambiando nombres, lugares, símbolos. Es claro que —de esta manera— se pretende diluir la fisonomía de la fe con el fin de apagarla en la conciencia colectiva y en la personal, reduciéndola de una tradición a un vago recuerdo.

Alegacioners de mala conducta sexual en seminario investigadas por el card. Seán Patrick O’Malley

El card. Seán Patrick O’Malley, no solamente es el arzobispo de Boston, sino uno de los miembros del C-9 ó grupo de cardenales que ayuda a Francisco en las reformas de la Curia y Presidente de la Pontificia Comisión para la Tutela de Menores. Pues a nivel doméstico le ha surgido una carga de profundidad en relación a unas denuncias de mala conducta sexual en el seminario de San Juan denunciadas por dos antiguos seminaristas, ante lo cual se vio obligado a emitir ayer una declaración.

En este artículo en español de un medio no propiamente conservador, Vida Nueva, se sumariza la situación./p>

El cardenal O’Malley sale al paso de las acusaciones sobre el seminario de Boston

• Dos antiguos seminaristas han destapado en las redes sociales supuestos abusos y formas de intimidación
• El cambio de rector y la puesta en marcha de una investigación, entre las medidas aprobadas por el arzobispo


11/08/2018
MATEO GONZÁLEZ ALONSO


Con cierta frecuencia se están repitiendo las sospechas sobre algunos de los obispos y cardenales más cercanos al papa Francisco. Este semana, el cardenal Sean Patrick O’Malley, arzobispo de Boston y uno de los miembros del C-9 que asesora a Bergoglio en la reforma de la Curia Romana, ha tenido que salir al paso de las acusaciones que dos antiguos seminaristas de la diócesis estadounidenses vertieron en diferentes redes sociales –incluida la página de Facebook oficial de la archidiócesis–.

Una investigación, entre las medidas inmediatas

En sus mensajes, estos dos exseminaristas denuncian que “presenciaron y experimentaron actividades que son directamente contrarias a la moral y a los requisitos formativos de un sacerdocio católico”, según se especifica en un comunicado a la diócesis que se ha hecho público ayer.

Aunque el prelado asegura que aún no se han podido “verificar ni refutar estas acusaciones”, pero ha anunciado una serie de medidas para el Seminario de San Juan. El cardenal capuchino se muestra “comprometido para abordar inmediatamente para estos asuntos serios”.

Tras estas acusaciones, el rector del seminario James P. Moroney comenzará un año sabático mientras la diócesis impulsa “una consulta totalmente independiente con respecto a estos asuntos”. A este cambio se suman el nombramiento de un rector interino y la puesta en marcha de una investigación en la que formarán parte el obispo auxiliar de Mark O’Connell y un grupo de laicos que tendrá la función de afrontar cualquier “tema de acoso sexual en el seminario u otras formas de intimidación o discriminación” y analizar los procesos formativos de estos candidatos al sacerdocio.

“Estoy decidido a que todos nuestros seminarios cumplan con un alto nivel de confianza y proporcionen la formación necesaria para que los sacerdotes vivan una vocación exigente de servicio a nuestra sociedad contemporánea”, concluye el cardenal.