Sunday, July 01, 2018

El propio Vaticano no tiene una política contra pederastas


Esta es la versión en español de un artículo de agencia Associated Press, originalmente publicado en inglés, Jul-01-2018.

El propio Vaticano no tiene una política contra pederastas

Por NICOLE WINFIELD


CIUDAD DEL VATICANO (AP) — Aunque el papa Francisco ha tomado medidas para resolver un escándalo de abuso sexual en Chile, no ha actuado en un problema más cercano a él, en Ciudad del Vaticano. Este territorio con rango de Estado independiente no cuenta con políticas para proteger a los menores de sacerdotes pederastas ni requiere que cualquier presunto abuso sea denunciado a la policía.

Siete años después de que el Vaticano ordenó a todas las conferencias episcopales del mundo elaborar directrices para evitar tales abusos, atender a las víctimas, castigar a los infractores y mantener alejados a los pederastas del sacerdocio, la propia sede de la Iglesia católica no tiene una política como esa.

La brecha entre la “tolerancia cero” a los abusos prometida por Francisco es sorprendente, después de que la Santa Sede afirmó hace cinco años a Naciones Unidas que estaba elaborando un “programa de entorno protegido” para los menores dentro de la Ciudad del Vaticano.

Cuando se le preguntó sobre las prometidas políticas para la defensa de los menores, el secretario general del Estado Vaticano, monseñor Fernando Vérgez, dijo a The Associated Press que no podía responder eso “dado que sigue en curso un estudio y una constatación del programa”.

Lo que sí hizo el papa Francisco fue actualizar en 2013 el código legal del Vaticano para penalizar la violencia sexual contra niños y el mes pasado el tribunal del Vaticano sentenció a un exdiplomático por posesión y distribución de pornografía infantil.

Uno podría argumentar que, bajo la nueva ley, un programa de entorno protegido es innecesario en una ciudad donde apenas un puñado de niños vive a tiempo completo.

Sin embargo, hay miles de niños caminando por el Vaticano a diario, visitando museos o asistiendo a las audiencias papales y a las misas o visitando la Plaza de San Pedro y la basílica del mismo nombre.

Además, las autoridades de la Ciudad del Vaticano no tendrían que ir muy lejos para pedir ayuda en la elaboración de una política de ese tipo. La propia Pontificia Comisión para la Protección de Menores, creada para atender los casos de abuso sexual, creó un modelo para políticas de ese tipo en el sitio web del Vaticano.

La ausencia de una política clara se hizo evidente a fines del año pasado, luego de que se dio a conocer que un adolescente del seminario juvenil del Vaticano acusó en 2012 a uno de los jóvenes mayores de agresión sexual contra su compañero de habitación.

No hubo repercusiones de la acusación. Nunca se le pidió a la policía del Vaticano, que tiene la jurisdicción sobre el territorio, abrir una investigación. Varios obispos _incluido el cardenal Angelo Comastri, vicario de Francisco para Roma y el arcipreste de la Basílica de San Pedro_ dijeron que investigaron, pero ninguno entrevistó a la presunta víctima.

El estudiante que presentó la denuncia, Kamil Jarzembowski, fue expulsado rápidamente del seminario mientras que el seminarista acusado fue ordenado sacerdote el año pasado.

The Associated Press se enteró que desde entonces la víctima interpuso una querella ante el tribunal penal del Vaticano y que las autoridades eclesiásticas italianas abrieron una investigación canónica al sacerdote recién ordenado.

Dichas acciones ocurrieron luego de que los periodistas italianos Gaetano Pecoraro y Gianluigi Nuzzi expusieron el escándalo el año pasado, lo que provocó que el Vaticano reabriera el caso. En sus reportes, salieron a la luz el caso de Jarzembowski, incluidas todas las cartas que envió a las autoridades eclesiásticas, a los funcionarios del Vaticano y al papa.
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El periodista de The Associated Press Jamey Keaten en Ginebra contribuyó para este despacho

Cuando Francisco da la marcha atrás


Esta es la versión en español de la columna de Sandro Magister en L'Espresso, Jul-01-2018 (con algunas adaptaciones).

Cuando Francisco da da la marcha atrás

Sacerdocio femenino, abusos sexuales, comuniones “interconfesionales”. Todas las cuestiones sobre las cuales el papa cambia de opinión

Sandro Magister


Al menos en tres ocasiones, este año, Francisco ha dado marcha atrás en cuestiones cruciales, pero siempre sin dar a entender si lo hacía de manera definitiva y sincera, visto lo que ha dicho y hecho antes y después de aparentes marchas atrás.

La primera marcha atrás ha saltado contra la ordenación de las mujeres al sacerdocio. En esto, propiamente, Jorge Mario Bergoglio no se ha contradicho a sí mismo, porque él, desde que es Papa, todas las veces que ha sido interpelado a este propósito, siempre se ha declarado personalmente contrario, por ejemplo después de su viaje a Suecia, donde incluso había abrazado a una mujer obispo luterana.

Pero, al mismo tiempo, ha dejado que se difundieran durante largo tiempo las opiniones favorables, incluso por parte de personalidades de las que es amigo, como el cardenal de Viena, Christoph Schönborn.

Sin embargo, el pasado 29 de mayo, ha aparecido en "L'Osservatore Romano" una nota del prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, el jesuita español Luis Ladaria, que ha vuelto a confirmar que el no a las mujeres sacerdote es "definitivo" e "infalible".

Ladaria goza de la estima de Francisco, que incluso hace pocos días le ha creado cardenal. Pero hay que decir que los promotores de las mujeres sacerdotes no se han rendido, porque mientras tanto Francisco ha encargado a una comisión que estudie la ordenación de las mujeres, no al sacerdocio, sino al diaconado, que es siempre un sacramento y es el primero de los tres grados que culminan en la ordenación episcopal.

A juzgar por el documento preparatorio del Sínodo de la Amazonia, en agenda en 2019, se prevé que precisamente en esa región se ordenarán las primeras mujeres diácono. Y después, quién sabe.

La segunda marcha atrás ha saltado contra la comunión dada también al cónyuge protestante casado con un católico. Interrogado precisamente sobre tal cuestión, hace tres años, mientras visitaba la iglesia luterana de Roma, el Papa Francisco se había inclinado mucho a una respuesta favorable. Y en Alemania, donde los matrimonios mixtos son numerosos, esta nueva praxis se ha difundido hasta el punto de que los obispos alemanes, en febrero pasado, han aprobado por mayoría un documento que la justifica.

Pero siete obispos, entre los cuales un cardenal, han recurrido a Roma. El Papa les ha llamado a consulta, se ha tomado su tiempo, pero después ha puesto de nuevo la cuestión en manos del cardenal Ladaria y éste, con una carta del 25 de mayo escrita con "el explícito consenso del Papa", ha bloqueado tanto el documento como la praxis ampliamente desarrollada, remitiéndolo todo a una futura reflexión "a nivel de Iglesia universal" y de acuerdo ecuménico global, es decir, a un futuro remoto e improbable, ya que las Iglesias ortodoxas son inexorablemente contrarias a la así llamada "intercomunión".

Salvo que hace pocos días, de vuelta de su viaje a la protestante Ginevra, Francisco ha vuelto a abrir la cuestión, alabando el documento que Ladaria ha bloqueado, y afirmando que "no se había dado ningún frenazo".

Tercera y aún más impresionante marcha atrás, la que ha realizado el Papa Francisco contra los obispos de Chile –uno en particular, Juan de la Cruz Barros Madrid– cómplices de los abusos sexuales del sacerdote que, de jóvenes, fue su educador, Fernando Karadima, procesado y condenado por la congregación para la doctrina de la fe en 2011.

Hasta hace pocos meses, Francisco se decía más que seguro de la inocencia de estos obispos y les defendía con resolución de quienes les "calumniaban".

Pero después, las 2.400 páginas de la investigación canónica que finalmente ha ordenado, le han inducido a confesar que se había equivocado clamorosamente "por falta de informaciones verídicas". ¿Por culpa de quién?

Las mayores sospechas han recaído en el cardenal Francisco J. Errázuriz, amigo de Bergoglio de tiempos antiguos. Pero en el origen del engaño está, sobre todo, un jesuita, Germán Arana, que va y viene entre Roma, España y Chile, y continúa perteneciendo, incluso después de la manipulación, al círculo más íntimo de los confidentes del Papa.

En este círculo de sus fiduciarios se encuentra el punto débil de Francisco. Y, vistos los precedentes, resulta del todo improbable que lleve a cabo una futura, verdadera marcha precisamente ahí, barriéndolo todo de manera drástica.