Monday, February 05, 2018

El lado oscuro de Maradiaga


La siguiente es la versión en español de un artículo aparecido ayer en la revista italiana L'Espresso, pág. 54. El artículo aparece como subsiguiente a uno publicado en Diciembre pasado por esa misma revista con el título “35 mil euros al mes para el cardenal: nuevo escándalo en el Vaticano”, y después de las reacciones del directamente implicado, de las cuales consignamos una aquí y otra aquí.

El lado oscuro de Maradiaga

El cardenal ataca L'Espresso. Pero todavía no ha aclarado donde fueron a parar los 35.000 euros que una universidad católica le pagaba mensualmente: en los libro contables de la diócesis de Tegucigalpa, de hecho, no hay huella de ellos. Entretanto la viuda del ex embajador de Honduras en el Vaticano lo acusa de “mediación fraudulenta” junto con una compañía financiera de Londres. Por culpa del prelado, el matrimonio resulta haber perdido todo. A seguir presentamos los documentos de la investigación

EMILIANO FITTIPALDI

“La historia de los 35.000 euros mensuales que recibo de la Universidad Católica de Tegucigalpa es una calumnia”. La respuesta del cardenal Oscar Maradiaga a la publicación de una investigación llevada a cabo por L’Espresso hace un mes – en la cual se relataba de pagos (por casi medio millón de euros por año) a favor del cardenal y de la investigación encargado por el mismo Vaticano sobre la diócesis de Honduras y sobre el obispo auxiliar Juan José Pineda – ha sido muy dura. “El artículo publicado ”, ha dicho el cardenal, según algunos medios de prensa católicos italianos y extranjeros, “es de un periodista con poco ética, condenado a fracasar, que gana dinero con libros infames. Las noticias de la revista semanal son un ataque al Santo Padre lanzado por quién no quiere que la curia sea reformada”.

Dejando de lado los insultos y las hipótesis de conspiración, el coordinador del C9, el grupo de los nueve cardenales que tienen la tarea de ayudar a Francisco en la gestión de la Iglesia Universal, ha luego entrado en el vivo de la cuestión. Las denuncias no las ha planteado quién escribe, sino algunos testigos hondureños (entre ellos seminaristas, sacerdotes, empleados de la universidad, amigos íntimos del cardenal) que han hablado en mayo de 2017 con el obispo argentino Pedro Casaretto, el enviado apostólico del mismo Bergoglio a Honduras encargado de investigar sobre una diócesis de la cual se habla mucho.

Los Pagos de la Universidad Católica a Favor de “Maradiaga”

“Fue mi obispo auxiliar Pineda a solicitar la visita con el fin de ‘limpiar’ su nombre después de las muchas calumnias de las cuales había sido objeto”, ha argumentado Maradiaga su Avvenire, confirmando así la veracidad de los documentos publicados. “En lo que respecta a la universidad, es verdad que es propiedad de la arquidiócesis. Y por esta razón, la universidad da a la diócesis una cantidad de dinero casi equivalente a la mencionada. Pero no para uso personal del cardenal. Ese dinero se usa para los seminaristas y para los sacerdotes de las parroquias rurales que casi no tienen recursos, para el mantenimiento de los edificios de culto, para los autos de las parroquias y para ayudar a muchas personas pobres”.

Si por un lado L'Espresso nunca afirmó que ese dinero se gastase para uso personal, destacando asimismo cómo los extraños desembolses de la universidad estuviesen efectivamente justificados con las palabras “sostén pastoral”, por el otro, Maradiaga no explica por qué los pagos mensuales de los primeros nueve meses del año se hicieron directamente a su nombre y no al de la diócesis de Tegucigalpa. Tampoco explica porque la universidad haya entregado dinero también a otros obispos, como el mismo Pineda o Romulo Emiliani (aunque mucho menos que a Maradiaga, solo unos 3500 euros por mes cada tres o cuatro meses). El cardenal, que acaba de cumplir 75 años, aún no ha aclarado tampoco la razón de las transferencias de importe de un millón de lempiras por mes (alrededor de 35 mil euros al tipo de cambio actual) hechas en octubre de 2015 a su nombre hayan sido luego trasferidas con el concepto genérico de “Iglesia Católica”.

Aceptando las aclaraciones de Maradiaga (que en el 2016 perdió un juicio contra un periódico local hondureño, El Confidencial, que había mencionado pagos al cardenal usando incluso la palabra “corrupción”) y comparándolas con otros documentos secretos que L’Espresso ha podido visionar recientemente, el misterio sin embargo se vuelve aún más denso.

El Balance de la Diócesis de Tegucigalpa

Se trata de los balances finales del presupuesto entregados por la misma diócesis de Tegucigalpa al Vaticano en septiembre pasado durante la “visita ad limina apostolorum”, una reunión que tiene lugar cada cinco años y que sirve a los obispos del mundo para informar al Papa sobre el estado de salud de las diócesis que gobiernan. Bien, en el párrafo titulado “Situación económica global de la diócesis (previsión y saldo de los recursos ordinarios)” se enumeran los “ingresos brutos» del período de 2008 a 2016, crecidos de 6,4 millones de lempiras (alrededor de 220.000 de euros) a 8,9 millones en 2016 (alrededor de 305.000 euros). El dinero resulta derivar principalmente de las ofertas, una especie de “décimo” que las parroquias (Tegucigalpa controla cuarenta) pagan anualmente a su diócesis de pertenencia. Examinando los números resulta evidente que en 2015, el año en el cual la universidad paga a “Oscar Maradiaga” y luego a la “Iglesia Católica” la bella suma de 14,5 millones de lempiras (equivalente a medio millón de euros), el balance bajo el encabezado ingresos brutos señala una suma total de solo 8.4 millones de lempiras.

Si fuese verdad lo que ha dicho el principal colaborador de Bergoglio, es decir, que los pagos que la universidad católica de Honduras 'Nuestra Señora Reina de la Paz', que él mismo había fundado en 1992 y de la que es “Gran Canciller”, ha recibido se han entregado directamente a la diócesis que de hecho controla, ¿cómo es que no hay evidencia de ello en los documentos contables? No hay alguna otra indicación de entradas extraordinarias: los párrafos, muy sucintos, enumeran los montos globales divididos por año de los “gastos ordinarios” (siempre algo más altos que los ingresos) y los “extraordinarios”, así como algunas inversiones anuales en “certificados de depósito a plazo fijo“ por un total de 25 millones de lempiras.

No es solo eso. En el balance oficial que la arquidiócesis ha presentado a Francisco no figuran tampoco los 30 millones de lempiras (maás de un millón de euros), que el hombre fiel al cardenal, el obispo Pineda, ha obtenido de una agencia gubernamental en 2015 para la “seguridad de población“ y que según algunos medios del pobre estado centroamericano no aparecen en las cuentas de la diócesis porque habrían ido directamente al Obispo. Otro simple giro de dinero? Puede ser, pero es un hecho que todavía no han salido a relucir los recibos relativos a los proyectos del valor de cientos de miles de euros destinados a la “formación de los valores de los feligreses” y a “la comprensión de las leyes y la vida social”.

Maradiaga respondió también secamente a las acusaciones de algunos testigos auditados por el obispo Casaretti, que han mencionado fuertes sumas invertidas, con la mediación del cardenal, en ciertas sociedades financieras londinenses como la Leman Wealth Management del señor Youssry Henien. Ese dinero en parte parece haber desaparecido. “La arquidiócesis tiene un consejo económico que nunca ha autorizado este tipo de inversión... en lo que me respecta yo ni sé si en Londres hay una empresa financiera con ese nombre”, ha sido la respuesta de Su Excelencia.

Puede ser que el cardenal no conozca el nombre de la sociedad inglesa. Pero sin duda, durante la visita apostólica en mayo de 2017 – cuyos resultados contenidos en los informes enviados por Casaretto a la Congregación de los Obispos encabezada por el cardenal Marc Ouellet y Bergoglio, son todavía secretos – Martha Alegria Reichmann ha hablado extensamente de los estrechos vínculos entre Maradiaga y el financiero londinense Henien, que tenía sociedades también en Dubai.

Se trata de una testigo que el cardenal, que ama tocar el saxofón, conoce muy bien, tratándose de la viuda del ex embajador hondureño en la Santa Sede, Alejandro Valladares. Valladares era un hombre de gran alcance que conservó el prestigioso cargo por 22 años, al punto de ser nombrado en 2008 – como se lee en la homilía funeraria que recitó por él el Secretario de Estado Pietro Parolin en diciembre de 2013 – Decano del cuerpo diplomático del Vaticano.

Alegría Reichmann, a quien la Librería Editorial Vaticana ha publicado un libro, ha contado a Casaretto que Maradiaga (que era tan viejo amigo de la familia que durante lustros cuando estaba en Roma era hospedado por el embajador y su esposa) había llevado a cabo una “mediación fraudulenta“ insistiendo en que ella y su esposo invirtiesen todos sus ahorros en la sociedad del raider londinense.

Según la testigo, Maradiaga habría aconsejado esa operación financiera a los dos amigos en una reunión celebrada a principios de 2013, explicando que los intereses eran muy altos y que él estaba tan seguro de la operación que había también invertido en ella el dinero de la diócesis de Tegucigalpa. Alegría Reichmann añadió que en febrero de 2015 había descubierto que la herencia de la familia, invertida en ciertos bancos alemanes, habría desaparecido, que los certificados eran falsos y que cualquier intento de contactar a Henien o a Maradiaga para ajustar lo sucedido había fracasado estrepitosamente. L'Espresso ha logrado contactar la esposa del ex embajador sólo para recibir un seco “Sin comentarios”.

No sabemos si la viuda Valladares tenga pruebas concretas para demostrar la veracidad de las graves acusaciones lanzadas. Tampoco sabemos si existe una contabilidad paralela de la diócesis de Tegucigalpa que pueda explicar cómo se gastó el dinero que la universidad transfirió al beneficiario “Maradiaga”. Es también difícil imaginar que los testigos escuchados por el obispo Casaretto (sacerdotes humildes que dicen la misa en parroquias aisladas en las selvas de Honduras, seminaristas, empleados laicos, e incluso ancianas viudas ex amigas del cardenal) se hayan unido todos y puesto de acuerdo – como Maradiaga y una gran parte de la prensa católica y laica dejan entender –- para atacar al cardenal y a su pupilo Pineda para fomentar un complot contra el Santo Padre.

A saber, enviamos al cardenal un correo electrónico solicitando cualquier aclaración, pero no hamos recibido respuesta. El Vaticano ha preferido no emitir comentarios, especificando que sobre este caso prefiere dejar que responda la arquidiócesis.

Chile: víctimas dudan de compromiso del papa contra abusos


Información de Associated Press, Feb-05-2018

Chile: víctimas dudan de compromiso del papa contra abusos

Por PATRICIA LUNA
Associated Press


SANTIAGO DE CHILE (AP) — La contrariedad era palpable en las calles de Chile este lunes, cuando se supo que el papa había recibido una carta de víctimas que acudían a él para denunciar el encubrimiento de abusos sexuales de Juan Barros, obispo de la diócesis sureña de Osorno, lo que contradice lo dicho por Francisco, quien aseguró que las víctimas nunca lo habían reportado.

“Lo que la Associated Press ha revelado hoy día viene a confirmar lo que nosotros desde el año 2015 venimos denunciando, que finalmente es el conocimiento del papa sobre no sólo quién era Juan Barros, sino de las consecuencias nefastas que iba a traer su nombramiento”, explicó a la AP Juan Carlos Claret, vocero de los Laicos de Osorno, un grupo de católicos que han luchado contra Barros desde que fue nombrado obispo hace tres años.

“(La carta) vuelve no sólo a poner en duda sino a finiquitar este discurso de la tolerancia cero, porque para abusadores y encubridores la tolerancia del Vaticano es infinita”, agregó el vocero.

Según Claret, era insostenible argumentar que el papa “no sabía o tenía información sesgada” sobre estos abusos y con la noticia de este lunes quedaría claro que él no sólo tenía conocimiento de las acusaciones, sino que a pesar de ello decidió nombrar a Barros.

The Associated Press publicó este lunes un artículo que detalla que el papa Francisco recibió una carta en 2015 en la que una de las víctimas describía con detalle los abusos sexuales que sufrió y cómo las autoridades eclesiásticas chilenas intentaron ocultarlo. No obstante, el papa afirmó recientemente que ninguna víctima había reportado lo ocurrido.

“Creo que el papa Francisco debería convocar a la gente abusada a su despacho si es necesario y pedirles disculpas a ellos y hacer una disculpa pública mundial”, dijo a la AP Paulina Fernández, chilena de 39 años. “Que se retracte también por no haber tenido conciencia en el minuto en el que le preguntaron, que se retracte por la palabra ‘calumnia’, porque el ánimo de esta gente bajo ninguna circunstancia es calumniar, sino que se haga justicia y que estas atrocidades que hacen los sacerdotes no se repita con otros niños”.

La AP se puso en contacto con Barros y el Obispado de Osorno a través de email, pero no recibió respuesta. Otras dos víctimas de Karadima que acusan a Barros tampoco han querido manifestarse por el momento.

Por su parte, la Conferencia Episcopal de Chile afirmó que “no hay comentarios” por su parte.

Víctima de Karadima, Juan Carlos Cruz, afirma que Francisco conocía la carta revelada hoy, “pero su tozudez impidió que se hiciera algo”


El valor de este artículo del periódico chileno La Segunda, Feb-05-2018, pág. 11, está en que fue lograda después de haber sido revelado hoy por Associated Press que una carta suya de ocho páginas, en la que resumía los abusos cometidos por el sacerdote Karadima e implicaba a sus complices, fue recibida por Francisco en 2015, a pesar de que Francisco desconoce haber tenido una sóla evidencia por parte de las víctimas. En la entrevista se recogen unas breves reacciones de Cruz sobre esta revelación.

El 20 o 21 de febrero próximo, desde una parroquia de Filadelfia y vía Skype, el periodista y uno de los primeros denunciantes del sacerdote Fernando Karadima por abusos sexuales, Juan Carlos Cruz, entregará su testimonio ante el arzobispo de Malta, Charles Scicluna.

Hace una semana, el religioso fue nombrado por el Papa Francisco para venir a Chile a escuchar a víctimas que acu-san al obispo de Osorno, Juan Barros, de encubrir los delitos cometidos por el ex párroco de El Bosque.

En su visita a Chile en enero pasado, el Sumo Pontífice hizo una férrea defensa de Barros, al afirmar que "el día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar. No hay una sola prueba en contra, todo es calumnia".

Desde Estados Unidos, donde actual-mente vive y trabaja como ejecutivo de comunicación corporativa, Cruz dijo a La Segunda que "hace unos días me llamó un monseñor de la nunciatura del Vaticano para pedirme que testificara en la investigación contra Barros. Tengo que decidir si lo hago el 20 o 21 de febrero porque me pidieron que lo hiciera desde una parroquia de Filadelfia". El periodista contó que "será el propio Scicluna quien reciba mi testimonio vía Skype"

— ¿Fueron contactadas las otras víctimas de Karadima?

—Sí, supongo. Siempre que nos piden ayuda, cooperamos.

—¿Qué le parece el nombramiento Scicluna?, ¿Le da confianza?

—Sí, supongo. Estoy esperanzado. Pero veamos qué pasa. Consultado los Laicos de Osorno, su vocero Juan Carlos Claret, confirmó que hasta ahora ningún representante de la Iglesia Católica los ha contactado para pedirles que testifiquen.

La polémica carta

Esta mañana, The Associated Press publicó un artículo en el que la Comisión Pontificia para la Protección de Menores del Vaticano, creada por el propio Sumo Pontífice, que en 2015 el Papa Francisco recibió una carta del periodista Juan Carlos Cruz, donde exponía en ocho páginas, los abusos del sacerdote Karadima y quienes lo encubrieron, entre ellos, el obispo de Osorno.

La misiva además detallaba cómo las autoridades eclesiásticas chilenas no colaboraban, contradiciendo las insistencias del Papa sobre que ninguna víctima había reportado lo ocurrido.

Hoy, al enterarse de esta noticia, Juan Carlos Cruz recuerda que "esto no es nada desconocido. Varias veces traté de hablar con el nuncio para pedirle ayuda y dar mi testimonio, pero me lo negó como fiel discípulo de Angelo Sodano (ex nuncio en Chile). Hasta que en 2015, Marie Collins, una de las integrantes de esta comisión, recibió mi carta y se comprometió a entregársela al cardenal Sean O'Malley, quien se la entregó al Sumo Pontífice".

Cruz cuenta que al tiempo el cardenal O'Malley lo llamó por teléfono para decirle que le había entregado la carta al Papa, en sus propias manos.

— ¿Nunca recibió una respuesta?

— No. Me quedé con que el Papa ya conocía el contenido de la misiva y esperando que algo pasara. Pero, su tozudez impidió que se hiciera algo y todo siguió su curso.

— ¿Y qué pensó cuando escuchó la defensa que hizo del obispo Barros?

—Bueno, me han mentido los cardenales Errázuriz y Ezzati, los obispos y el Vaticano. Así que estoy acostumbrado a las mentiras de la Iglesia.

El contraataque del card. Joseph Zen al Vaticano por haberlo señalado de causar “confusión y polémica”


Este es un artículo de South China Morning Post, Feb-05-2018, basado en una entrada aparecida hoy en el blog personal del Card. Joseph Zen Ze-kiun, obispo emérito de Hong Kong.

El cardenal retirado de Hong Kong critica al Vaticano por las afirmaciones de que causó ‘confusión y polémica’

Joseph Zen Ze-kiun anteriormente acusó a la Santa Sede de ‘vender’ a los católicos de China continental

Raymond Yeung

El cardenal retirado de Hong Kong Joseph Zen Ze-kiun contraatacó al Vaticano el Lunes después de que lo culpó a él de crear “confusión y polémica” al acusar a la Santa Sede de “vender” a los católicos de China continental para normalizar las relaciones con Pekín.

En una declaración enérgica, el franco clérigo dijo que no necesitaba compasión y que continuaría expresando su opinión sin miedo mientras todavía pudiera hacerlo.

Zen, un prominente activista a favor de la democracia, causó revuelo el mes pasado luego de que reveló en una publicación en Facebook los detalles de su viaje al Vaticano, donde se reunió con el Papa Francisco para discutir sus preocupaciones sobre los fieles reprimidos por Pekín.

Tras expresar su preocupación por la solicitud del Vaticano de que dos obispos de China continental renuncien y den paso a prelados nombrados por Pekín, Zen afirmó que el pontífice había sido dejado en la ignorancia sobre el asunto.

Sin nombrar a Zen, el Vaticano emitió un comunicado la semana pasada para negar tales afirmaciones, y agregó que era lamentable que algunas personas en la iglesia hayan fomentado la “confusión y la polémica”.

“Algunas personas me han pedido que no hable tanto y que sólo ore... Probablemente estaban preocupadas de que me convirtiera en un objetivo, pero no tengo miedo en lo absoluto”, escribió Zen el Lunes.

Luego golpeó a un alto funcionario no identificado del Vaticano que confirmó con la agencia de noticias Reuters un acuerdo propuesto entre el Vaticano y Pekín que daría voz a la Iglesia Católica en el nombramiento de futuros obispos en China continental.

El funcionario fue citado diciendo que los católicos en China seguirían siendo “como un pájaro en una jaula... pero la jaula será más grande”.

“El problema no es el tamaño de la jaula, sino quién está adentro”, replicó Zen.

Pekín rompió relaciones diplomáticas con el Vaticano en 1951. Los católicos pueden legalmente rendir culto en las iglesias aprobadas por el estado, que no son supervisadas por la Santa Sede y tienen obispos nombrados por Pekín en lugar del Papa. Pero todavía hay una red de iglesias católicas operando clandestinamente en China.

A dos obispos chinos, Peter Zhuang Jianjian y Joseph Guo Xijin, se les pidió hace poco que abrieran el camino a los obispos preferidos por Pekín, impactando a la comunidad de la iglesia clandestina.


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Texto completo de la carta al Papa Francisco en que la víctima Juan Carlos Cruz denunciaba al obispo Barros en 2015



Información de La Tercera, Feb-05-2018.

La carta al Papa Francisco en que Juan Carlos Cruz denunciaba al obispo Barros en 2015

Autor: Carlos Reyes y Sebastián Rivas

“Santo Padre, me animé a escribirle esta carta porque estoy cansado de pelear, llorar y sufrir”. Así comienza una carta fechada el 3 de marzo de 2015 y cuyo remitente es Juan Carlos Cruz, uno de los denunciantes de los abusos cometidos por el sacerdote Fernando Karadima.

El destinatario era el Papa Francisco, que por esos días recibía críticas tras designar a Juan Barros, uno de los sacerdotes cercanos a Karadima, como obispo de Osorno.

El motivo de la carta -y de su envío directo al Pontífice-, según explica Cruz en el mismo texto, era que exactamente un mes antes había enviado una misiva al nuncio apostólico en Chile, Ivo Scapolo, en que hacía denuncias contra Barros de sus años junto a Karadima.

“En enero se conoció la designación de Juan Barros Madrid como obispo de Osorno. Santo Padre, para mí y muchísima gente fue un verdadero shock que se hiciese ese nombramiento. Sabiendo todo lo que se sabe. Inmediatamente escribí una denuncia formal al nuncio Ivo Scapolo, a quien hemos tratado de ver y jamás ha tenido la cortesía de recibirnos”, asegura Cruz.

“Santo Padre, una cosa es el tremendo dolor y angustia del abuso tanto sexual como psicológico al que fuimos sometidos, pero quizá hasta peor es el terrible maltrato que hemos recibido de nuestros pastores”, dice Cruz en la carta, para luego cuestionar la conducta tanto de Barros como de los actuales obispos Andrés Arteaga, Tomislav Koljatic y Horacio Valenzuela. “Ellos estaban cerca y a veces parados a nuestro lado cuando Karadima nos abusaba. Incluso, Santo Padre, ellos eran tocados en forma muy inapropiada por Karadima”, afirma, para luego transcribir de forma íntegra la carta enviada al nuncio Scapolo donde hacía estas denuncias.

Luego de eso, Cruz continúa planteándole al Papa Francisco su mirada sobre la situación de los sacerdotes chilenos, a los que critica por la actitud ante las denuncias de abusos sexuales. “Su ‘tolerancia cero contra el abuso’ no se aplica en Chile. No es necesario que me detenga acá, puesto que es cosa de ver lo que ha pasado en el país en este tema (…) El sentimiento general de muchos chilenos es que ellos se protegen entre ellos e ignoran cualquier llamada de auxilio o de reparación”, plantea.

Finalmente, cierra la carta con un pedido concreto al Pontífice: “Por favor ayúdenos. Quiero desesperadamente creer en usted y mantener mi fe. Todo lo que ha pasado en los últimos años y en los últimos días me dice lo contrario”, señala.

Según la versión de Cruz y otros testimonios, dicha carta habría sido entregada en abril de 2015 al cardenal estadounidense Sean O’Malley, el máximo asesor de Francisco en la lucha contra los abusos. Los mismos testimonios aseguran que O’Malley les señaló posteriormente a Cruz y a miembros de la comisión contra los abusos constituida por el Vaticano que había hecho llegar la carta al Papa.


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AP: Francisco recibió en 2015 carta de ocho páginas de víctima del sacerdote chileno Karadima


Esta es la versión en español de una exclusiva lanzada originalmente en inglés por agencia Associated Press, Feb-05-2018. La nota ha experimentado reediciones, pensamos que la que vamos a transcribir sería la versión definitiva (con algunas adaptaciones).

Asesores: el papa recibió testimonio de una víctima chilena

5 feb, 6:47 EST

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NOTA DEL EDITOR:

Se ha corregido este despacho para indicar que la comisión pontificia pagó el viaje de cuatro de sus miembros a Roma.
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CIUDAD DEL VATICANO (AP) — El papa Francisco recibió en 2015 una carta de una víctima que describía con detalle los abusos sexuales que sufrió y cómo las autoridades eclesiásticas chilenas intentaron ocultarlo, contradiciendo las recientes insistencias del papa sobre que ninguna víctima había reportado lo ocurrido, según dijeron a The Associated Press el autor de la carta y miembros de la comisión sobre abusos sexuales formada por Francisco.

El hecho de que Francisco recibiera la misiva de ocho páginas, a la que tuvo acceso AP, cuestiona sus insistencias de que tiene “tolerancia cero” a los abusos sexuales y los esfuerzos por taparlos. También pone en duda su declarada empatía con los sobrevivientes de abusos, en la crisis más seria de sus cinco años de papado.

El escándalo estalló el mes pasado cuando el viaje de Francisco a Sudamérica se vio empañado por las protestas por su firme defensa del obispo Juan Barros, acusado por las víctimas de encubrir los abusos del reverendo Fernando Karadima.

Durante su viaje, Francisco rechazó de plano las acusaciones contra Barros como “calumnias”, al parecer ignorando que las víctimas le habían situado en la escena en algunos de los crímenes de Karadima.

En el avión de vuelta al Vaticano, ante preguntas de los periodistas, el papa dijo: “Usted me dice con buena voluntad que existen las víctimas. Pero yo no las he visto, no se han presentado”.

Sin embargo, miembros de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores afirman que en abril de 2015 enviaron una delegación a Roma específicamente para entregar la misiva sobre Barros. La carta de Juan Carlos Cruz describía los abusos, besos y manoseos que dice haber sufrido a manos de Karadima, unos abusos que, afirmó, Barros y otras personas presenciaron e ignoraron.

Cuatro miembros de la comisión se reunieron con el máximo asesor de Francisco en la lucha contra los abusos, el cardenal Sean O’Malley, explicaron sus objeciones al reciente nombramiento de Barros como obispo en el sur de Chile y le entregaron la carta para Francisco.

“Cuando le dimos (a O’Malley) la carta para el papa, nos aseguró que se la daría al papa y hablaría de las preocupaciones”, dijo a AP la entonces miembro de la comisión Marie Collins. “Y en una fecha posterior, nos aseguró que eso se había hecho”.

A Cruz, que ahora vive y trabaja en Filadelfia, le dijeron lo mismo más tarde ese año.

“El cardenal O’Malley me llamó tras la visita del papa aquí a Filadelfia y me dijo, entre otras cosas, que había dado la carta al papa, en mano”, dijo el sábado en una entrevista en su casa.

Ni el Vaticano ni O’Malley respondieron a varias peticiones de comentarios.

Aunque la reunión en 2015 de la comisión papal fue publicitada en su momento, el contenido de la carta de Cruz _y una fotografía de Collins entregándola a O’Malley_ no se habían revelado. Cruz proporcionó la carta y Collins aportó la fotografía tras leer un artículo de AP sobre que Francisco había afirmado que ninguna víctima de Karadima le había hablado sobre el comportamiento de Barros.

El caso de Barros comenzó a dar que oír en enero de 2015, cuando Francisco lo nombró obispo de Osorno, en Chile, pese a las objeciones de la conferencia episcopal chilena y muchos sacerdotes y legos locales. Ellos consideraban creíble el testimonio contra Karadima, un conocido sacerdote chileno a quien el Vaticano declaró culpable de abuso de menores en 2011. Barros era un protegido de Karadima, y según Cruz y otras víctimas presenció los abusos y no hizo nada.

“Santo Padre, me animé a escribirle esta carta porque estoy cansado de pelear, llorar y sufrir”, escribió Cruz. “Nuestra historia es buen conocida y no tiene sentido recordársela, basta contarle el horror de haber vivido este abuso y las ganas de suicidarme”.

Cruz y otros sobrevivientes han denunciado durante años el encubrimiento de los crímenes de Karadima, pero fueron tachados de mentirosos por la jerarquía eclesiástica chilena y el propio embajador del Vaticano en Santiago de Chile, que rechazó varias peticiones de reunirse con ellos antes y después del nombramiento de Barros.

Después de que las declaraciones de Francisco en apoyo de la Iglesia chilena causaran indignación en el país, el papa se vio obligado la semana pasada a cambiar de postura: el Vaticano anunció que enviaría a su investigador más respetado de crímenes sexuales para tomar declaración a Cruz y otras personas sobre Barros.

En la misiva al papa, Cruz implora a Francisco que le escuche y cumpla su promesa de “tolerancia cero”.

“Santo Padre, una cosa es el tremendo dolor y angustia del abuso tanto sexual como psicológico al que fuimos sometidos, pero quizá hasta peor es el terrible maltrato que hemos recibido de nuestros pastores”, escribió.

Cruz describe en detalle la naturaleza homoerótica del círculo de sacerdotes y niños en torno a Karadima, un carismático predicador de cuya comunidad de El Bosque, en el acomodado barrio de Providencia en Santiago de Chile, salieron docenas de vocaciones sacerdotales y cinco obispos, incluido Barros.

En la carta describe cómo Karadima besaba a Barros y le tocaba los genitales, y hacía lo mismo con sacerdotes más jóvenes y adolescentes, y cómo los jóvenes sacerdotes y seminaristas peleaban por sentarse junto a Karadima en la mesa para recibir sus muestras de afecto.

“Más difícil y fuerte era cuando estábamos en la habitación de Karadima y Juan Barros, si no se estaba besando con Karadima, veía cuando a algunos de nosotros, los menores, éramos tocados por Karadima y nos hacía darle besos diciéndome: ‘Pon tu boca cerca de la mía y saca tu lengua’. Él sacaba la suya y nos besaba con su lengua. Juan Barros era testigo de todo esto y lo fue incontables veces, no solo conmigo sino con otros también”.

“Juan Barros ha encubierto todo lo que le cuento”, añadió.

Barros ha negado varias veces que presenciara o encubriera cualquier abuso. En declaraciones recientes a AP, indicó que nunca había sabido ni imaginado los abusos de Karadima.

Para los feligreses de Osorno que se han opuesto al nombramiento de Barros como obispo, el asunto no es tanto una cuestión legal que requiera pruebas, ya que Barros era un joven sacerdote en esa época y no estaba en una posición de autoridad sobre Karadima. Es más una cuestión de que si Barros no “vio” lo que ocurría a su alrededor y no le parece problemático que un sacerdote besara y tocara a niños, no debería estar al cargo de una diócesis en la que es responsable de detectar comportamiento sexual inapropiado, reportarlo a la policía y proteger a los niños de pedófilos como su mentor.

Cruz llegó a la comunidad de Karadima en 1980 como un adolescente vulnerable, afectado por la reciente muerte de su padre. Ha dicho que Karadima le dijo que sería como un padre espiritual para él, pero en lugar de eso abusó sexualmente de él.

Basándose en el testimonio de Cruz y de otros miembros de la parroquia, el Vaticano retiró en 2011 a Karadima del sacerdocio y le condenó a una vida de “penitencia y oración” por sus crímenes. Ahora tiene 87 años y vive en una casa para sacerdotes ancianos en Santiago de Chile. No ha hecho comentarios sobre el escándalo, y la casa ha rechazado aceptar llamadas o visitas de medios noticiosos.

Las víctimas también declararon ante la fiscalía chilena, que abrió una investigación contra Karadima después de que las acusaciones se hicieran públicas en 2010. La fiscalía chilena tuvo que abandonar el caso porque había prescrito, pero el juez que dirigía el caso destacó que no se debía a la falta de pruebas.

Aunque tanto los fiscales chilenos como el Vaticano consideraron creíbles los testimonios de las víctimas, la jerarquía eclesiástica chilena claramente no les creyó, lo que podría haber influido en la opinión de Francisco. El cardenal Francisco Javier Errazuriz ha admitido que al principio no creyó a las víctimas y archivó la investigación. Se vio obligado a reabrirla cuando los sobrevivientes hicieron públicas sus acusaciones.

Ahora es uno de los principales asesores del papa.

Para cuando logró que se entregara su carta en 2015, Cruz ya había enviado otras versiones del mensaje a numerosas personas y tratado durante meses de conseguir una cita con el embajador del Vaticano. El email que le envió la embajada el 15 de diciembre de 2014, un mes antes del nombramiento de Barros, era breve y directo, indicando que su petición no había sido aceptada.

Podría alegarse que Francisco no prestó atención a la carta de Cruz, ya que recibe miles de misivas al día de fieles de todo el mundo. No es posible que las lea todas, ni mucho menos que recuerde su contenido años más tarde. Podría haber estado cansado tras una semana de viaje por Sudamérica cuando dijo en una rueda de prensa en el avión que las víctimas nunca habían acusado a Barros de encubrimiento.

Pero no se trataba de una carta corriente, como tampoco lo eran las circunstancias en las que llegó al Vaticano.

Francisco había nombrado a O’Malley, arzobispo de Boston, para que dirigiera su Comisión para la Protección de Menores, por su prestigio tras ayudar a limpiar la diócesis en Boston después de que el escándalo de abusos sexuales en Estados Unidos estallara allí en 2002. La comisión reunió a expertos externos para asesorar a la Iglesia en la protección de menores de los pedófilos y educar al personal eclesiástico para evitar abusos y encubrimientos.

Cuatro miembros de la comisión, que formaban parte de un subcomité dedicado a los sobrevivientes, acudieron a Roma específicamente, en un viaje pagado por la comisión, para hablar con O’Malley sobre el nombramiento de Barros y entregar la carta de Cruz. Una nota de prensa emitida tras el encuentro del 12 de abril de 2015 indicó que “el cardenal O’Malley acordó transmitir las preocupaciones del subcomité al santo padre”.

La francesa Catherine Bonnet, psiquiatra infantil y miembro de la comisión, que tomó la foto de Collins entregando la misiva a O’Malley, dijo que los miembros de la comisión habían decidido viajar a Roma específicamente para coincidir con una reunión de O’Malley y otros miembros del grupo de nueve cardenales asesores del papa, de modo que el cardenal pudiera dársela directamente al papa.

“El cardenal O’Malley nos prometió, cuando Marie le dio la carta de Juan Carlos, que se la daría al papa Francisco”, dijo.

El portavoz de O’Malley en Boston derivó las peticiones de comentarios al Vaticano. Ni la oficina de prensa del Vaticano ni funcionarios de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores respondieron a peticiones y correos pidiendo comentarios.

Pero ahora quizá se comprenda mejor la llamativa respuesta de O’Malley a la defensa que hizo Francisco de Barros y su comentario sobre las víctimas cuando estuvo en Chile.

En un poco habitual reproche de un cardenal al papa, O’Malley emitió un comunicado el 20 de enero en el que dijo que las palabras del pontífice eran “fuente de gran dolor para los sobrevivientes de abuso sexual” y que esas expresiones tenían el efecto de abandonar a las víctimas y relegarlas al “desprestigiado exilio”.

Al día siguiente, Francisco se disculpó por haber reclamado “pruebas” de la mala conducta de Barros, indicando que solo había querido decir que quería ver “evidencias”. Pero siguió describiendo las acusaciones contra Barros como “calumnias” e insistió en que no había visto evidencias al respecto presentadas por ninguna víctima.

Incluso cuando se le dijo en su rueda de prensa aérea del 21 de enero que las víctimas de Karadima habían situado a Barros en la escena de los abusos, Francisco dijo que “No hay evidencia de culpabilidad”.

El papa reiteró su defensa de Barros, del que dijo que “yo estoy convencido de que es inocente”, a pesar de decir que consideraba que las declaraciones de las víctimas contaban como “evidencia” en una investigación sobre encubrimiento.

“Pero si viene una persona y me da la evidencia yo seré el primero en escucharle”, añadió.

Cruz dijo que esas palabras le habían sentado como una bofetada.

“Me molestó”, dijo. “Y al mismo tiempo no podía creer que alguien tan elevado como el mismo papa pudiera mentir sobre esto”.

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Vergara informó desde Santiago de Chile. Yvonne Lee, en Filadelfia, y Jeffrey Shaceffer, en París, contribuyeron a este despacho.


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