Un carmelita de Florida es la prueba viviente en una causa de canonización
Información de agencia EFE, Ene-06-2018.
Miami, 6 ene (EFE).- El padre Michael Driscoll, devoto de Titus Brandsma, un carmelita holandés asesinado con una inyección letal en un campo de concentración nazi en 1942 y beatificado en 1985, es la prueba viviente que puede hacer santo a ese mártir de la fe.
El también carmelita Driscoll, párroco retirado de St. Jude, en Boca Ratón (sur de Florida), se curó de un melanoma con metástasis que le fue diagnosticado en 2004 y que, al contrario de lo que los médicos le dijeron que solía suceder, no reapareció nunca.
Para él no hay ninguna duda de que su cura fue "por la intercesión del beato Brandsma".
Así lo testimonió durante la investigación realizada desde julio de 2016 por orden del obispo de Palm Beach, Gerald M. Barbarbito, que concluyó en diciembre pasado con el envío al Vaticano de todas las evidencias del caso, incluidos los informes y testimonios de los médicos, para que se agreguen a la causa de canonización.
"Fue un milagro", dice a Efe sin un atisbo de duda este carmelita nacido en Nueva York hace 73 años en el seno de una familia de origen irlandés y ordenado hace 50 años.
Muy poco después del diagnóstico de su dermatólogo en Florida, Driscoll fue operado en Boston y posteriormente recibió 35 sesiones de radiación.
Durante todo el proceso, relata por teléfono desde su parroquia, los fieles de la diócesis de Palm Beach, a petición del obispo, oraron al beato Brandsma por su salud.
"Por supuesto, yo también le recé", señala cuando se le pregunta.
El padre Driscoll no tiene conciencia de en qué momento exacto pensó que Titus Brandsma había obrado un milagro en él, pero sí recuerda que estaba "muy asustado" por la enfermedad y que tenía "una enorme devoción" por el beato y mártir holandés.
Tanto que fue él quien le sugirió al obispo Barbarito que pidiera a los fieles que le rezaran a Titus Brandsma.
Según dice para que sea canonizado solo se necesita que se le reconozca un milagro -pues ya fueron dos para la beatificación-, así que exclama: "yo soy la persona".
Sin embargo, ha llegado a saber, "aunque no cuenta con evidencia alguna de esos casos", que hay otras tres personas en Florida, una de ellas enferma de cáncer de mama, que dicen haberse curado de sus males rezando a Titus Brandsma.
El padre Driscoll, que sabe que las cosas en el Vaticano tienen "sus tiempos" y que un proceso de canonización es largo y meticuloso, no se aventura a decir cuándo le responderán a la "postulante" de la causa, la abogada Giovanna Brizzi.
"El papa tiene la última palabra", subraya.
No obstante, adelanta que en su parroquia ya están planeando un viaje a Roma si el papa Francisco decide que Brandsma debe ser elevado a los altares.
Driscoll estuvo en el Vaticano cuando en 1985 el carmelita holandés fue beatificado por el papa Juan Pablo II y, si llega a producirse la canonización, viajará desde Roma a Dachau para visitar el campo de concentración donde murió el carmelita y luego a Holanda para visitar los lugares donde vivió.
Al padre Driscoll se le alegra la voz cuando habla de Brandsma, quien es considerado un "héroe" en Holanda, un país, dice, donde el catolicismo es minoritario y "no debe haber muchos santos".
Al contrario que otros beatos y santos, Brandsma no dejó muchos objetos de veneración.
Después de su muerte fue cremado, su rosario se lo dejó a la enfermera que le puso la inyección letal y se hicieron pequeñas reliquias de las escasas vestimentas que tenía, una de las cuales está en un relicario que el padre Driscoll tiene en la parroquia.
Anno Sjoerd Brandsma nació en 1881 en Oegeklooster (Holanda), se incorporó a la orden de los carmelitas en 1898, donde recibió el nombre religioso Titus (Tito), y fue ordenado sacerdote en 1905.
Fue periodista, profesor de filosofía, especialista en la mística carmelitana y uno de los fundadores de la Universidad Católica de Nimega, hoy llamada Universidad Radboud.
Como luchó contra la propagación de la ideología nazi y en defensa de la educación religiosa y la libertad de prensa durante la ocupación de Holanda fue detenido y llevado a prisión y más tarde transferido al campo de concentración de Dachau.
Allí un día enfermó y dejó de trabajar, por lo que fue llevado a la enfermería, donde le utilizaron como cobaya para experimentos y finalmente le aplicaron una inyección letal, relata Driscoll.
Los carmelitas tienen dos mártires, reconocidos por el papa, durante el siglo XX: santa Edith Stein (Santa Teresa Benedicta de la Cruz) y el beato Tito Brandsma, ambos ejecutados por los nazis. Edith Stein en Auschwitz y Tito Brandsma en Dachau.
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