“Latinoamérica”, es el libro fruto de las conversaciones de Francisco con Hernán Reyes Alcaide, corresponsal de la agencia de Estado argentina en Roma, Télam, publicado en Argentina por ediciones Planeta, fue presentado ayer en Roma, en la sede de la Pontificia Comisión para América Latina. De ese libro leímos algunos pasajes que publicó el Sabado el periódico chileno El Mercurio. Aquí la respuesta de Francisco a si es populista.
—Hoy suele cuestionarse el populismo e incluso usted es mencionado por algunos como populista. ¿Cómo interpreta ese tipo de planteos?
“Es muy importante esta pregunta, porque hoy se abusa de la palabra ‘populismo’ y se la utiliza sin matices para referirse a situaciones demasiado diversas. En primer lugar, distinguiría ‘populista’ de ‘popular’. Se llama ‘popular’ a quien logra interpretar el sentido de un pueblo, sus grandes tendencias, su cultura. Y esto en sí mismo no tiene nada de malo. Al contrario, puede ser la base para un proyecto transformador y duradero. La expresión ‘populismo’ a veces se refiere también a esta capacidad para interpretar y ofrecer un cauce al sentir popular. Pero adquiere un sentido negativo cuando expresa la habilidad de alguien para instrumentalizar políticamente la cultura del pueblo al servicio de su propio poder.
El problema es que hoy esta palabra se ha convertido en el “caballito de batalla’ de los proyectos ultraliberales al servicio de los grandes intereses que prometen un ‘derrame’ a partir de los abundantes beneficios de las empresas. Ante esta ideología, cualquiera que intente defender los derechos de los más débiles será presentado como ‘populista’ con un tono marcadamente despectivo. Frente a este avance, muy presente en los grandes medios de comunicación, quiero recordar que yo mismo advertí que ‘estoy lejos de proponer un populismo irresponsable’.
[...]
Pedir que todos puedan tener la posibilidad de vivir con dignidad gracias a su trabajo no puede ser tildado despectivamente de ‘populismo’. Salvo que hablemos de un liberalismo ideológico extremo.
[...]
Sería muy irresponsable dejar a los débiles solos entre los engranajes de este mundo voraz. Sería un ‘alegre descuido’ que tarde o temprano nos caerá encima”.