Tuesday, October 24, 2017

¿En qué versión de la Biblia basa Francisco sus homilías diarias, como para que afirme que San Pablo se “jacta” de sus pecados?

Como hemos anotado en otras ocasiones con respecto a las Misas diarias de Francisco en la Casa Santa Marta, lo que para el cristiano raso se llama homilía, en el Vaticano lo llaman “meditaciones diarias”. Y de esas meditaciones diarias no se conoce el texto completo, sólo los resúmenes que ofrece L'Osservatore Romano.

Ya en la meditación de Sep-04-2014, Francisco había afirmado que San Pablo se jactaba de sus pecados, mediante la frase original en italiano que Francico atribuye al apóstol: “«Io soltanto mi vanto dei miei peccati»” (traducción: “Me jacto solamente de mis pecados”).

Pues bien, según reporta hoy L'Osservatore Romano, durante la meditación de la Misa diaria de Oct-24-2017, Francisco ha repetido la misma afirmación (entre corchetes el original en italiano).

Ese misterio que San Pablo describe como una «locura» y del cual también afirma: «Si tuviera que jactarme de algo, no presumiría de lo que estudié en la sinagoga con Gamaliel, ni de lo otro que he hecho, ni siquiera de mi familia, de mi sangre noble: no, no presumiría de esto. Solamente, puedo jactarme de dos cosas: de mis pecados y de Jesucristo crucificado».

[Quel mistero che san Paolo descrive come una «pazzia» e del quale afferma anche: «Se io dovessi vantarmi di qualcosa non mi vanterei di quello che ho studiato nella sinagoga con Gamaliele, neppure di quell’altro che ho fatto, della mia famiglia, del mio sangue nobile: no, non mi vanterei di questo. Soltanto, posso vantarmi di due cose: dei miei peccati e di Gesù Cristo crocifisso».]

2 Corintios 12, 5, en algunas de las versiones más populares entre los católicos (incluyendo versiones ecuménicas; si alguien encuentra la versión en la que dice que San Pablo se jacte de sus pecados, hágalo saber).

Neo-vulgata-latina: “pro me autem nihil gloriabor nisi in infirmitatibus meis”.

Biblia El Libro del Pueblo de Dios (Esta es la versión que utilizan en Clerus.va): “pero en cuanto a mí, sólo me glorío de mis debilidades”.

Biblia de Jerusalén: “pero en cuanto a mí, sólo me gloriaré en mis flaquezas”.

Nácar-Colunga: “pero de mí mismo no he de gloriarme, si no es de mis flaquezas”.

Biblia Latinoamericana: “pero en cuanto a mí, sólo me gloriaré de mis debilidades”.

Dios Habla Hoy: “yo podría gloriarme de alguien así, pero no de mí mismo, a no ser de mis debilidades”.

Francisco publicará su primer libro sobre Latinoamérica

Artículo de agencia Télam, Oct-24-2017.

Francisco publicará su primer libro sobre Latinoamérica

El papa Francisco publicará a fin de mes su primer libro-entrevista dedicado a Latinoamérica, en el que da su visión sobre varios temas de la región.

La obra se titula “Latinoamérica. Conversaciones con Hernán Reyes Alcaide” y reúne una serie de charlas mano a mano entre el Pontífice y el corresponsal de la agencia Télam en Roma y el Vaticano.

El libro, el primero que escribe Jorge Bergoglio como Papa con un periodista no europeo, será publicado por editorial Planeta y llegará a las librerías de Argentina el lunes 30 de octubre.

“Este libro es el resultado de una serie de encuentros con el papa argentino en la residencia Casa Santa Marta del Vaticano, durante las que el Pontífie recuerda los 10 años de la Conferencia del episcopado latinoamericano en Aparecida, Brasil, y luego da su opinión sobre el rol de las mujeres, la situación de las cárceles, el destino de la que denomina la ‘Patria Grande’ y los políticos de la región, entre otros temas”, comentó Reyes Alcaide.

A lo largo de seis ejes temáticos que incluyen “los desafíos de y desde la región” y “el ‘identikit’ del político católico latinoamericano”, el Sumo Pontífice posa la mirada sobre su continente y reflexiona sobre las crisis económicas y políticas y el rol del Vaticano en ellas, el enfoque social, el diálogo interreligioso y la defensa de los pobres.

“Sería muy irresponsable dejar a los débiles solos entre los engranajes de este mundo voraz. Sería un “alegre descuido” que tarde o temprano nos caerá encima”, reflexiona Francisco en esa dirección en uno de los pasajes de la obra.

Reyes Alcaide es corresponsal de Télam ante el Vaticano desde 2015, tiene 34 años y este es su primer libro, nada menos que en coautoría con el papa Francisco.

Mons. Gänswein desmiente rumores sobre salud de Benedicto XVI


Artículo de Gazzetta del Sud, Oct-24-2017. Traducción de Secretum Meum Mihi.

Papa emérito Benedicto XVI ‘bien’ en su cumplaños 90

Ciudad del Vaticano, 24 de octubre - El papa emérito Benedicto XVI “está bien es su cumpleaños 90”, dijo el Martes su secretario personal y Prefecto de la Casa Pontificia, Mons. Georg Gänswein, desechando las “noticias falsas” de que él no estaba bien. “Lo que se puso en mi boca sobre sus condiciones debe cancelarse”, dijo Gänswein. “En cuanto al piano, ha cambiado: ahora escucha, más que tocar el piano”, dijo. En respuesta a la pregunta de un periodista, Gänswein dijo que el maestro del coro de la Capilla Sixtina, Massimo Palombella, “siempre le da al Papa Benedicto el CD que esté saliendo y lo escucha, y no solo una vez. Por lo tanto, aprecia la música, y mucho”. Gänswein también enfatizó que “la música es importante no solo en ocasiones litúrgicas ‘fuertes’ como la Navidad, sino durante todo el año: la belleza se expresa en la fe, y en este sentido la música actúa no solo para fines estéticos sino también para los fines de la fe”.

Card. Müller vs Mons. Galantino. ¿Fue la de Lutero una reforma del Espíritu Santo o una revolución?


“La reforma hecha por Martín Lutero hace 500 años fue un evento del Espíritu Santo”. Fue la contundente afirmación hecha por el secretario de la Conferencia Episcopal de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), Mons. Nunzio Galantino, Oct-19-2017, interviniendo en el congreso internacional “Pasión por Dios”, organizado por la Pontificia Universidad Lateranense para conmemorar los 500 años de “La Reforma” protestante. “La reforma responde a la verdad de la fórmula ‘ecclesia semper reformanda’”, señaló Mons. Galantino. En otra afirmación dijo Mons. Galantino, “El propio Lutero no se consideró artífice de la Reforma escribiendo: ‘mientras yo dormía, Dios reformaba la Iglesia’”.

El card. Gerhard Müller, descabezado el pasado Julio como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha respondido a las exóticas afimaciones de Mons. Galantino. Lo ha hecho mediante un artículo para La Nuova Bussola Quotidiana, Oct-24-2017, y que traduce al español Religión en Libertad.

Pero no solamente ha respondido a Mons. Galantino, en un aparte de su artículo el card. Müller se refiere a si las intenciones de Lutero eran o no buenas, aludiendo indirectamente al elogio que hizo Franciso del hereje durante la conferencia de prensa que concedió en el vuelo que lo llevaba de regreso de Armenia a Roma, Jun-26-2016, cuando afirmó: “Creo que las intenciones de Martín Lutero no eran equivocadas, era un reformador”.

La de Lutero no fue reforma, sino una revolución

Gerhard L. Müller

Hay una gran confusión hoy al hablar de Lutero, y hay que decir claramente que desde el punto de vista de la teología dogmática, desde el punto de vista de la doctrina de la Iglesia, no fue una reforma, sino una revolución, esto es, un cambio total de los fundamentos de la fe católica. No es realista sostener que su intención era solo luchar contra algunos abusos con las indulgencias o contra los pecados de la Iglesia del Renacimiento. Abusos y malas acciones han existido siempre en la Iglesia, no solo en el Renacimiento, sino también hoy. Somos una Iglesia santa a causa de la gracia de Dios y de los sacramentos, pero todos los hombres de la Iglesia son pecadores, todos tienen necesidad de perdón, de contrición, de penitencia.

Esta distinción es muy importante. Y en el libro escrito por Lutero en 1520, De captitivate Babylonica ecclesiae, aparece absolutamente claro que Lutero dejó atrás todos los principios de la fe católica, de la Sagrada Escritura, de la Tradición apostólica, del magisterio del Papa y de los Concilios, del episcopado. En este sentido, trastocó el concepto de desarrollo homogéneo de la doctrina cristiana, tal como se explicaba en el Medioevo, llegando a negar el sacramento como signo eficaz de la gracia contenida en él; sustituyó esta eficacia objetiva de los sacramentos por una fe subjetiva. Lutero abolió cinco sacramentos, y negó también la Eucaristía: el carácter sacrificial del sacramento de la Eucaristía, y la conversión real de la sustancia del pan y del vino en la sustancia del cuerpo y de la sangre de Jesucristo. Y aún más: definió el sacramento del orden episcopal, el sacramento del orden, como una invención del Papa (definido como el Anticristo) y no como parte de la Iglesia de Jesucristo. Nosotros decimos, por el contrario, que la jerarquía sacramental, en comunión con el sucesor de Pedro, es un elemento esencial de la Iglesia católica, no solo un principio de una organización humana.

Por esto no podemos aceptar que la reforma de Lutero sea definida como una reforma de la Iglesia en sentido católico. Una reforma católica es una renovación de la fe vivida en la gracia, en la renovación de las costumbres, de la ética, una renovación espiritual y moral de los cristianos; no una nueva fundación, una nueva Iglesia.

Por tanto es inaceptable afirmar que la reforma de Lutero “fue un acontecimiento del Espíritu Santo”. Al contrario, fue contra el Espíritu Santo. Porque el Espíritu Santo ayuda a la Iglesia a conservar su continuidad por medio del magisterio de la Iglesia, sobre todo en el servicio del ministerio petrino: Jesús fundó Su Iglesia solo sobre Pedro (Mt 16, 18), que es “la Iglesia del Dios vivo, columna y sostenimiento de la verdad” (1 Tim 3, 15). El Espíritu Santo no se contradice a sí mismo.

Se oyen muchas voces que hablan con demasiado entusiasmo de Lutero, sin conocer exactamente su teología, sus polémicas y los efectos desastrosos de este movimiento, que supuso la destrucción de la unidad de millones de cristianos con la Iglesia católica. Podemos valorar positivamente su buena voluntad, su lúcida explicación de los misterios de la fe común, pero no sus afirmaciones contra la fe católica, sobre todo en lo que respecta a los sacramentos y a la estructura jerárquico-apostólica de la Iglesia.

Ni siquiera es correcto afirmar que Lutero tenía inicialmente buenas intenciones, entendiendo con ello que fue la posterior actitud rígida de la Iglesia la que le empujó por el camino equivocado. No es verdad: Lutero tenía, sí, la intención de luchar contra el comercio de indulgencias, pero su objetivo no era la indulgencia como tal sino en cuanto elemento del sacramento de la penitencia.

Tampoco es cierto que la Iglesia haya rechazado el diálogo: Lutero primero tuvo primero una disputa con Johann Eck, luego el Papa envió como legado al cardenal Gaetano para dialogar con él. Se puede discutir sobre las formas, pero cuando se trata de la esencia de la doctrina, es preciso señalar que la autoridad de la Iglesia no cometió errores. De lo contrario, habría que sostener que la Iglesia ha enseñado durante mil años errores de fe, cuando sabemos –y este es un elemento esencial de la doctrina- que la Iglesia no puede equivocarse en la transmisión de la salvación en los sacramentos.

No se debe confundir los errores personales y los pecados de las personas de la Iglesia con errores en doctrina y los sacramentos. Quien lo hace cree que la Iglesia es sólo una organización hecha por hombres y niega el principio de que Jesús mismo fundó su Iglesia y la protege en la transmisión de la fe y de la gracia en los sacramentos a través del Espíritu Santo. Su Iglesia no es sólo una organización humana: es el cuerpo de Cristo, donde existe la infalibilidad del Concilio y del Papa en una modalidad precisamente descrita. Todos los concilios hablan de la infalibilidad del Magisterio, en la proposición de la fe católica. En la confusión actual, muchos han llegado para revertir la realidad: creen que el Papa es infalible cuando habla en privado, pero luego, cuando los papas a lo largo de la historia han propuesto la fe católica, dicen que es falible.

Ciertamente, han pasado 500 años, no es el momento de la controversia sino de la búsqueda de la reconciliación: pero no a costa de la verdad. No se debe confundir. Si por una parte debemos saber entender la eficacia del Espíritu Santo en aquellos otros cristianos no católicos de buena voluntad, que no han cometido personalmente este pecado de separación de la Iglesia, por otra no podemos cambiar la historia, lo que sucedió hace ya 500 años. Una cosa es tener el deseo de tener buenas relaciones con los cristianos católicos de hoy, con el fin de acercarse a una plena comunión con la jerarquía católica y con la aceptación de la tradición apostólica, según la doctrina católica; otra cosa es la incomprensión o la falsificación de lo que sucedió hace 500 años y del efecto desastroso que tuvo. Un efecto contrario a la voluntad de Dios: “…"Para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado (Juan, 17,21)”.