El periódico The Wanderer ha venido presentando en sus dos últimas semanas una entrevista con el card. Raymond Leo Burke (parte 1, parte 2). En la segunda entrega de esta entrevista el card. Burke habla de la manera en que se haría la corrección formal, esto en referencia a Amoris Lætitia.
Aquí la respuesta tomada de la traducción que proporciona hoy Infovaticana.
P. Dejando de lado la cuestión de la elección del momento oportuno, por favor, explíquenos cómo se llevaría a cabo el proceso para la realización de una “corrección formal” si no llegara una respuesta a los cinco dubia. ¿Cómo se presenta oficialmente una corrección formal? ¿Cómo se aborda dentro de la estructura jerárquica de la Iglesia?
R. El proceso no ha sido invocado con frecuencia en la Iglesia; y no durante muchos siglos. En el pasado ha habido correcciones por parte de los Papas en puntos significativos, pero no de una manera doctrinal. A mí me parece que la esencia de la corrección es bastante simple. Por una parte, se expone la clara y evidente enseñanza de la Iglesia; por la otra, se indica lo que está enseñando en ese momento el Romano Pontífice. Si hay una contradicción, se le pide al Romano Pontífice que conforme su propia enseñanza en obediencia a Cristo y al Magisterio de la Iglesia.
La pregunta es: “¿Cómo se haría esto?”. De manera muy sencilla: mediante una declaración formal a la que el Santo Padre estaría obligado a responder. Los Cardenales Brandmüller, Caffarra, Meisner y yo mismo utilizamos una antigua costumbre de la Iglesia según la cual se proponen dubia al Papa.
Esto se hizo de manera muy respetuosa y para nada agresiva, con el fin de darle la ocasión de exponer la inmutable enseñanza de la Iglesia. El Papa Francisco decidió no responder a los cinco dubia, por lo que ahora es necesario declarar con sencillez lo que la Iglesia enseña sobre el matrimonio, la familia, los actos que son intrínsecamente malos y todo lo demás. Estos son los puntos que no están claros en la enseñanza actual del Romano Pontífice; por lo tanto, la situación debe ser corregida. Dicha corrección atañe principalmente a estos puntos de la doctrina.
Ha habido casos, como he dicho antes, de corrección por parte de Papas precedentes a puntos no doctrinales expuestos por cardenales y que atañen a cuestiones como, por ejemplo, la administración de la Iglesia.
Se puede plantear otra cuestión. El Papa es el principio de unidad de los obispos y de todos los fieles. Sin embargo, la Iglesia está siendo desgarrada por la confusión y la división. El Santo Padre debe ser llamado para ejercer su ministerio y acabar con todo esto.
Por consiguiente, el paso siguiente debería ser una declaración formal en la que se exponga la enseñanza clara de la Iglesia tal como expusieron los dubia. Además, se declararía que estas verdades de la fe no están siendo claramente expuestas por el Romano Pontífice. En otras palabras, en lugar de plantear las preguntas como hemos hecho en los dubia, la corrección formal sería exponer las respuestas tal como enseña claramente la Iglesia.