Habíamos hecho una reseña cuando se hizo un anticipo pero ahora, y por cortesía de BenedictoGaenswein.com, presentamos una traducción al español de la entrevista (aquí en alemán) que el card. Gerhard Ludwig Müller concedió a Passauer Neue Presse, publicada en su edición del Jueves, Jul-06-2017.
-Sr. Cardenal Müller, ayer por la mañana murió el cardenal Joachim Meisner. Hemos sabido que la noche anterior a su fallecimiento usted habló por teléfono con él. ¿Puede decir algo sobre el contenido de la conversación?
Card. Gerhard Ludwig Müller: hice una llamada telefónica al cardenal Meisner el martes por la noche, a las 21:30 h. Me dijo que se sentía bien de salud, pero que estaba muy preocupado por la situación de la Iglesia católica, por las disputas, las discusiones y los debates que se interponen en el camino de la unidad de la Iglesia y de la verdad. También estaba profundamente afectado por la decisión del Papa Francisco de no extender mi mandato como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Personalmente le afectó y le hirió. Él lo vio como algo perjudicial para la Iglesia.
-¿Cómo fue su relación personal con el difunto?
Card. Müller: puedo decir que tuvimos una buena relación. Y lo admiré por tener el coraje de alzar su voz contra algunas corrientes del espíritu de la época. Es más fácil seguir la corriente que ponerse en pie por la verdad.
-El ex Presidente de la Comisión Provincial de los católicos de Baviera, Albert Schmid, con quien tiene amistad, ha cuestionado la disposición del Papa Francisco a dialogar en una reciente entrevista a BR, ¿comparte estas preocupaciones?
Card. Müller: no puedo expresarme de esa forma. Constato, sin embargo, que el Papa me informó de su decisión de no prorrogar mi mandato como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe en un minuto, el último día. No se me ha informado de las razones, al igual que ya ocurrió antes con el despido de tres miembros altamente competentes de la Congregación. No puedo aceptar este estilo. Incluso como obispo, no puedes actuar así con la gente. Ya lo he dicho varias veces: al tratar con los empleados, la doctrina social de la Iglesia también debe aplicarse aquí, en Roma.
-Después de la no renovación en su puesto como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el teólogo Wolfgang Beinert habló de un "castigo" por parte del Papa. ¿Qué piensa de esto?
Card. Müller: creo que el profesor Beinert, con sus declaraciones, es un castigo en sí mismo para la Iglesia. No es precisamente decente lo que ha dicho. Realmente, el castigo se impone a alguien que ha cometido un delito. Por lo tanto, es lo mismo que decir que mi conducta ha sido delictiva y merece una sanción. Afirmar tal cosa imputándome presuntuosamente un delito es indignante y no tiene nada que ver con el comportamiento cristiano.
¿Qué reacciones personales ha recibido después de los acontecimientos del fin de semana pasado?
Card. Müller: hay muchas voces positivas que no pueden entender la decisión porque no se ha justificado. Pero, por supuesto, hay personas en el otro lado que siempre han estado contra mí: ahora muestran su mal carácter y reaccionan con malicia y odio. Están fuera de control.
¿Cómo describiría su actual relación con el Papa Francisco?
Card. Müller: Él ha dicho -y puedo confirmarlo-que la relación siempre fue muy buena personalmente. Esto sigue siendo cierto hoy. Pero él ha tomado esa decisión, que también depende de él. No voy a responder con ninguna acción. Algunos piensan que podría posicionarme delante del carro del movimiento crítico hacia el Papa. Como cardenal he asumido y sigo teniendo la responsabilidad de la unidad de la iglesia y de prevenir polarizaciones tanto como sea posible. Es importante para todos un buen espíritu de diálogo, de fraternidad y cooperación.
¿Cómo será su futura vida en Roma?
Card. Müller: aún no está del todo claro. Por supuesto, sigo activo. Y como Cardenal de la Santa Iglesia Romana todavía pertenezco al Senado del Papa. Como Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la fe, continuaré dedicándome a la determinación de promover y defender la fe.