Friday, March 03, 2017

La Misa in Cœna Domini de 2017 también nos falta


Como ha ocurrido en los años inmeditamente anteriores, la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice ha publicado con la debida anticipación el calendario de las celebraciones que el Papa presidirá durante la Semana Santa. Y como hemos hecho anteriormente, echamos de menos la celebración de la Misa in Cœna Domini. Si ya se sabe que Francisco tiene aversión de realizar esta celebración en donde debería y brinda prioridad a celebrarla en una cárcel, para lavar los pies de mujeres (ya sabemos que ahora está permitido, según lo ha decretado él mismo), preferentemente musulmanas, ahora consideradas “pueblo de Dios”, ¿cómo es que todavía no se haya definido el sitio y la hora de la celebración?


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Card. Müller sobre Medjugorje: “Algunos exageran la importancia de estos fenómenos, como si fuera casi un dogma”

Información de agencia ANSA, Mar-03-2017. Traducción de Secretum Meum Mihi.

“Algunos exageran la importancia de estos fenómenos, como si fuera casi un dogma. Aun cuando la Iglesia se haya declarado a favor de eventos este género ningún católico está obligado a ir allí o creerlo”. Así el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal. Gerhard Müller, habla de Medjugorje, donde según algunos videntes aparecería la Virgen. Para un pronunciamiento del Vaticano —dice el cardenal a ANSA— “se necesita tiempo, en este momento es más importante regular la pastoral, las confesiones”.

“El futuro de la Iglesia no depende” ni de Medjugorje ni “de conocidos santuarios como Fátima o Lourdes: ayudan, pueden ayudar a hacer más presente el mensaje de la penitencia para el mundo de hoy”, pero la fe es la que se vive en la vida cotidiana “en la familia, en el trabajo, en la parroquia”. Lo dice que el prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, el cardenal. Gerhard Müller hablando con ANSA. Sobre el “papel de los videntes, debo decir como católico que debemos concentrarnos sobre Jesucristo. Hay posiblemente algunas revelaciones privadas, pero no sustituyen la única revelación de Dios en Jesucristo”.

Del mismo creador de “pelagianos prometeicos autorreferenciales”, presentamos “situaciones irregulares”, explicadas por el Card. Francesco Coccopalmerio


Una interesante entrevista para National Catholic Register, Mar-01-2017, de Edward Pentin con el card. Francesco Coccopalmerio, Presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, sobre su reciente opúsculo que publicó Librería Editorial Vaticana y en donde explica el capítulo octavo de Amoris Lætitia. Texto que de dientes hacia afuera se dice es simplemente una contribución a un debate, pero en la praxis se hace creer que es una interpretación “autorizada” —no dicen por quién, pero autorizada en todo caso— del confuso capítulo, y como tal algunos vienen tomado (ver el caso del obispo de Brooklyn, New York, Estados Unidos).

Después de leer la entrevista quedará Ud. más confundido todavía, y si tuviera Ud. la posibilidad de pedir explicaciones a este entrevistado tratando de entender su retórica, muy probablemente recibirá la misma respuesta que en un momento determinado recibió Pentin: “Paremos, porque sé que no seré capaz de explicarle bien”.

Al final preste atención a las dos preguntas extra sobre otros tema de actualidad, respecto del cual el card. Coccopalmerio hace “sólo una reflexión”.

Su Eminencia, ¿podría por favor ayudar a nuestros lectores a entender su intención al escribir este folleto?

Quería entender exactamente lo que el octavo capítulo [sobre “Acompañar, Discernir e Integrar la Debilidad”] significaba y luego explicarlo a otros. Así que leí estas partes del capítulo octavo, leyendo, pero también para llevar a la gente a comprender el sentido y la lógica de todos los puntos, de acuerdo con ciertos temas que me parecían más importantes. Lo más difícil es ver lo que dice el documento de los fieles que se encuentran en condiciones irregulares, ver cómo es posible, si es posible, admitir a estos fieles a los sacramentos, tanto la confesión como la Eucaristía, y por qué motivos .

Así que me interesó ver lo que el documento dice y luego explicarlo a otros, para hacer sólo una lectura de los pasos [esto requiere] ser un poco más claro que el documento. El documento es muy rico y reúne muchas cosas, que es importante mantener separadas, examinar con más análisis, más analíticamente.

¿Revisó el Papa la publicación antes de que fuera publicada?

No, no, no. Le di el libro al Papa después de su publicación. Pero en otras ocasiones hablé con el Papa sobre estas cuestiones, y siempre pensamos lo mismo; también durante los sínodos. Le regalé al Papa el libro después de su publicación, como regalo.

Como Usted sabe, ha habido un gran abismo en las interpretaciones. Tenemos los obispos alemanes y los malteses de acuerdo por un lado. Por otro lado, están el arzobispo Charles Chaput de Filadelfia y también el obispo Steven Lopes del Ordinariato Anglicano, entre muchos otros. ¿Cómo aclara su libro las cosas frente a estas interpretaciones?

Tenemos que distinguir los casos muy precisamente, aquellas uniones que no son legítimas, no se regularizan, porque el matrimonio es indisoluble. Hay fieles que se encuentran en esta situación. Son conscientes de que esta situación no es buena. Ellos quieren cambiar, pero no pueden hacerlo. Porque si lo hicieran, si dejaran estas uniones, personas inocentes serían lastimadas.

Piense en una mujer que vive con un hombre casado. Ella tiene tres niños pequeños. Ella ya ha estado con este hombre durante 10 años. Ahora los niños piensan en ella como una madre. Él, el compañero, está muy anclado a esta mujer, como amante, como mujer. Si esta mujer dijera: “Dejo esta unión equivocada porque quiero corregir mi vida, pero si hiciera esto, haría daño a los niños y a la pareja”, entonces podría decir: “Me gustaría, pero No puedo”. En estos casos precisamente, basados en la intención de uno de cambiar y en la imposibilidad de cambiar, puedo dar a esa persona los sacramentos, en la expectativa de que la situación se aclare definitivamente.

Pero en tales casos, en los que usted dice que es mejor para una mujer continuar en su situación pecaminosa, ¿cómo es eso coherente con San Pablo y el Catecismo? Ambos dicen que nunca es permisible deliberadamente hacer el mal en aras de un bien mayor. ¿Cómo reconciliar estas cosas?

Digamos, si está Ud. de acuerdo, que si ella deja esta situación, hará daño a personas. Y entonces para evitar este mal, continúo en esta unión en la que ya me encuentro.

Pero esta unión es una situación de pecado.

Sí, sin embargo ...

¿No es mejor tratar de detener completamente la situación de pecado?

¿Cómo puede Ud. detener todo esto si ello daña a la gente? Es importante que esta persona no quiera estar en esta unión, quiera salir de esta unión, quiera irse, pero no pueda hacerlo. Hay dos cosas que se juntan: Quiero, pero no puedo. Y no puedo , no por mi propio bien, sino por el bien de otras personas. No puedo por el bien de otras personas.

Si los dos pueden vivir juntos como hermano y hermana, eso es genial. Pero si no pueden porque esto rompería la unión, que debe ser conservada por el bien de estas personas, entonces se las arreglan lo mejor que puedan. ¿Ve? Eso es. Y parece que toda esta complicada cosa tiene una explicación lógica, motivación. Si otros parten desde otros puntos de vista, también pueden llegar a otras conclusiones. Pero yo diría que faltaría algo de la persona humana. No puedo dañar a una persona para evitar un pecado en una situación en la que yo no me he metido; Ya me encuentro en ella, una en la que yo, si soy esta mujer, me he metido sin una mala intención. Por el contrario, estoy tratando de hacer el bien, y en ese momento, yo creía que estaba haciendo el bien, y ciertamente hice el bien. Pero tal vez si, ya al principio lo hubiera sabido, si supiera con certeza moral que esto es un pecado, tal vez no me hubiera puesto en esa condición. Pero ahora ya me encuentro allí: ¿Cómo puedo volver? Una cosa es empezar, otra interrumpir. Estas son también cosas diferentes, ¿no?

¿Cuál es la situación con respecto al primer matrimonio, que sigue siendo válido? ¿También ha Ud. pensado en la situación de la otra persona y en la validez de su primer matrimonio, que parece se ignora en esta discusión?

Fue abandonado por la esposa, ¿no? Yo uso este ejemplo. Fue abandonado por la esposa, y luego esta [otra] mujer vino en su ayuda.

En cuanto a las parejas que cohabitan, ¿cree que se les debe dar la Comunión en algunos casos?

No, sólo digo lo que se dice en el documento de la exhortación apostólica. Vemos a esta pareja que está cohabitando o sólo civilmente casada, conviviendo, digamos. No es el ideal cristiano. Admitamos que no es lo ideal, lo bueno, no una unión legítima. Pero veamos también que hay algo bueno. Ellos realmente se aman. Todavía no están casados porque no tienen suficientes medios para el futuro. Son personas que hacen bien en la comunidad en la que se encuentran. Todas estas cosas son positivas.

Tenemos que reconocer eso y tener un diálogo pastoral con estas personas y decir: Reflexionemos juntos sobre esto. ¿No sería mejor casarse? ¿Cuáles son los obstáculos? ¿Podemos ayudarlos como comunidad eclesial? Todo esto para traerlos, paso a paso, a un matrimonio canónico. No podemos decir: “Ustedes son pecadores públicos. Son una vergüenza”. Comencemos diciendo: “Se aman uno al otro. Tienen razones para no casarse; Al menos ustedes sienten que estas razones son importantes para ustedes. Ustedes también son buenas personas, respetadas por todos”. Estas cosas son importantes. Vamos a decirlo. Vamos a subrayar estas cosas. Tengamos una discusión, para llegar a la maduración de un matrimonio en la Iglesia.

¿No es mejor decir simplemente que esta situación es pecaminosa, que es mejor estar casados y no seguir viviendo juntos?

Si estos dos se aman, quieren casarse. No lo hacen ahora por razones que, para ellos, parecen importantes. ¿Por qué tiene Ud. que decirles que se separen? Más bien, debe decirles: “Vayamos juntos hacia un matrimonio canónico. ¿Será en un año? Muy bien. Vamos”.

¿Deben poder recibir los sacramentos antes de casarse, en su modo de ver?

No necesariamente tengo que darles la Comunión. Puede haber casos particulares. No es un caso de permitir la comunión. Es sólo un caso de mirarlos con benevolencia. Las personas que se encuentran en estas uniones tienen elementos positivos.

Usted dice que la Comunión puede ser dada, a pesar de que vivan en situaciones que no están de acuerdo con los cánones matrimoniales tradicionales, si expresan el sincero deseo de acercarse a los sacramentos después de un adecuado período de discernimiento. Pero su pontificio consejo explicó en una declaración del año 2000 por qué los Cánones 915 y 916 impiden la admisión de tales parejas a la Sagrada Comunión y señala, en lenguaje legal, que no puede ser cambiado porque Jesús lo dijo.

Conozco los cánones de memoria. Los conozco muy bien. Quien está en pecado grave no puede recibir la Eucaristía sin primero confesarse o tener el deseo de confesar si ahora es incapaz de confesarse.

Pero déjeme leer parte de esto, porque es importante. Dice: “Toda interpretación del can. 915 que se oponga a su contenido sustancial, declarado ininterrumpidamente por el Magisterio y la disciplina de la Iglesia a lo largo de los siglos, es claramente errónea. No se puede confundir el respeto de las palabras de la ley (cfr. can. 17) con el uso impropio de las mismas palabras como instrumento para relativizar o desvirtuar los preceptos”.

¿Está la declaración todavía en vigor, y si no es así, ¿por qué no declararla ya no vigente?


Siempre está en vigor. Quien está en grave pecado y dice no tengo ninguna intención de cambiar: Estos son los Cánones 915 y 916. Pero si alguien dice: “Quiero cambiar, pero en este momento no puedo, porque si lo hago, mataré gente”, Puedo decirles, “Alto ahí. Cuando puedan, les daré la absolución y la comunión”. O también, puedo insistir en esta intención suya y decir que no están en pecado porque tienen la seria intención de cambiar, pero en este momento no pueden hacerlo. Hay que poner dos cosas juntas. ¿Entiende? Esta persona ya está convertida, ya está separada del mal, pero materialmente no puede hacerlo. Es una cuestión de cuidar de estas situaciones. Usted está presto a decirlo, pero si una luz no se enciende, entonces usted puede entender las otras interpretaciones. No se preocupe.

Los canonistas dicen que estas reglas, 915 y 916, fueron cambiadas en ciertas interpretaciones de Amoris Laetitia.

No han cambiado. No ha cambiado absolutamente nada. Digo esto en el libro a quién no se puede dar la absolución y la Eucaristía. Esos son los cánones. Al que dice: “Estoy en pecado grave, pero no quiero cambiar” [la absolución no es posible]. Cuando alguien viene a confesarse y le dice: “Cometí este pecado. Quiero cambiar, pero sé que no soy capaz de cambiar, pero quiero cambiar”, ¿Qué hace Ud.? ¿Lo manda lejos? No, Ud. lo absuelve.

¿Para que pueda recibir los sacramentos?

Los sacramentos son la absolución y la Eucaristía. La persona hace las mismas cosas, pero sinceramente quiere cambiar. ¿Ve Ud. que hay una imposibilidad en este caso? Uno no puede cambiar inmediatamente.

¿Tienen que cambiar su estilo de vida antes de recibir la comunión?

No, tienen que cambiar su intención, no su estilo de vida. Si Ud. espera a que alguien cambie su estilo de vida, ya no absolvería más a nadie en lo absoluto. Es la intención. Quiero cambiar aunque sepa que no soy capaz. Pero empecé a caminar. Voy a dar pequeños pasos. Rezaré cinco minutos más para que pueda. Lo importante es dar un paso. Si alguien no hace nada, no puedo absolverlos. Si alguien dice: “Sí, quiero. Haré lo que pueda, la más pequeña cosa”, entonces ya está en el camino de la conversión.

¿La disciplina es coherente con la doctrina, según usted?

Perfectamente. La doctrina dice que quien está convertido puede recibir la absolución de los pecados y la Eucaristía. Absolución del pecado significa la Eucaristía; los dos van juntos. ¿Quién es verdaderamente penitente? ¿Quién se compromete a hacer todo lo que pueda? Si alguien hace sólo una cosa de un centenar, eso ya es algo importante. Esto es lo que hay que entender.

¿Cómo reconoce a un verdadero penitente?

Tiene que prestar atención a lo que el penitente dice. Si usted sabe, usted puede decir si él lo está engañando. Pero alguien que viene a la confesión, ya por el hecho de venir a confesarse, significa que tiene la intención de cambiar. En este momento, en este mundo, donde la confesión es absolutamente de su libre albedrío, si alguien se viene a confesar, no tiene sentido que venga y no quiera cambiar, yo vengo pero no quiero cambiar. Si vengo a confesarme, es porque tengo una intención positiva, aunque sea una pequeña, pero seria, de cambiar. Tiene que poner toda su atención en esta intención. Haré todo lo que pueda.

Para los divorciados y vueltos a casar, su estado y recibir la comunión es muy público, una posible fuente de escándalo para los demás. ¿Qué dice a este punto?

Digo en el libro, es necesario instruir a los fieles que cuando vean a dos divorciados y casados de nuevo que van a la Eucaristía, no deben decir que la Iglesia ahora dice que esa condición es buena, entonces el matrimonio ya no es indisoluble. Deben decir que estas personas tendrán las razones examinadas por las autoridades eclesiales a causa de las cuales no pueden cambiar su condición, y con la expectativa de que cambien, la Iglesia ha puesto importancia a su deseo, a su intención de cambiar con la imposibilidad de hacerlo. Por lo tanto, es uno de esos casos en los que es posible que la Iglesia diga vayan a la Eucaristía. ¿Ve? Allí es necesario instruir a los fieles. No debe haber la posibilidad de, como se dice, escándalo, de falso juicio. Es necesario instruir a los fieles. ¿Ve? Escribí todo esto.

En estas situaciones pecaminosas, en ciertos casos pueden recibir los sacramentos, ¿pero no leerá el público esto como que la Iglesia aprueba su situación de adulterio?

No si Ud. instruye a los fieles y les dice que no es así. Alguien puede pensar lo que quiera. Pero si usted está de acuerdo con lo que la Iglesia dice, lo que se lo explica, ya no puede pensar diferentemente. Si usted es una persona que no entiende, o ve sólo ciertas cosas y no otras, está bien.

Con respecto a la indisolubilidad del matrimonio, para usted, ¿esto sigue siendo lo mismo?

Lo mismo, todavía más aún.

Algunos divorciados y casados nuevamente continúan viviendo en situaciones pecaminosas si desean hacerlo, pero algunos han dado su vida por la indisolubilidad del matrimonio como Cristo enseñó, como Santo Tomás Moro. ¿Fue su martirio en vano?

Paremos, porque sé que no seré capaz de explicarle bien. Estas personas —tome a las mujeres de las que he hablado en el libro— dicen a todos que el matrimonio es indisoluble: “Estoy en una mala situación. Pero me gustaría cambiarlo precisamente porque el matrimonio es indisoluble. Pero en este momento no puedo hacerlo”.

Si Usted sigue diciendo que el matrimonio no es indisoluble, significa que no nos hemos entendido; pero esta mujer sigue diciendo que el matrimonio es indisoluble. Pero, ¿cómo puede dejar la unión? Él [su cónyuge casado civilmente] se suicidará. Los niños, ¿quién los cuidará? Estarán sin madre. Por lo tanto, ella tiene que permanecer allí.

Pero estos casos son muy raros.

Eso es genial si son raros, pero sí existen. Los he experimentado personalmente.

Pero si son tan raros, ¿por qué el Papa simplemente no escribió una nota a todos los obispos diciendo que en estos casos aplicaran la doctrina de la Iglesia de manera diferente?

Escribió [sobre esto].

Pero no habría habido necesidad de los dos sínodos.

Si le leo el documento, le mostraré los varios pasajes. No escribí todo esto; está en el documento. Tengo que irme ahora. Más que esto, no puedo decirle. No se preocupe. El matrimonio es indisoluble. Estas personas se encuentran en situaciones irregulares. Ellos quieren cambiar, pero no pueden.

Un último tema: En una reciente sesión plenaria con el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, se reportó que usted alentó a los miembros a presionar por una comprensión menos rígida del sacerdocio, esencialmente diciéndoles que renuncien a una noción objetiva y metafísica del sacerdocio. Su noción fue que como tenemos una comprensión de los diferentes niveles de comunión con la Iglesia entre los bautizados, deberíamos tener diferentes grados de la plenitud del sacerdocio, para permitir a los Protestantes ministrar sin estar completamente ordenados. ¿Exactamente qué dijo Usted, y por qué lo dijo?

Yo estaba diciendo que tenemos que reflexionar sobre las preguntas. Decimos, todo es válido; nada es válido. Tal vez tenemos que reflexionar sobre este concepto de validez o invalidez. El Concilio Vaticano II dijo que hay una verdadera comunión aunque no sea definitiva ni completa. Verá, hicieron un concepto no tan decisivo, ni todo ni nada. Hay una comunión que ya es buena, pero faltan algunos elementos. Pero, si usted dice que algunas cosas están faltando y que por lo tanto no hay nada, usted se equivoca. Hay piezas faltantes, pero ya hay una comunión, pero no es la comunión plena. Lo mismo puede decirse, o algo similar, de la validez o invalidez de la ordenación. Dije que pensemos sobre ello. Es una hipótesis. Tal vez hay algo, o tal vez no hay nada, un estudio, una reflexión.

¿Es la intercomunión el objetivo?

No, es sólo una reflexión que uno podría hacer. Las consecuencias no son tomadas en consideración. Es sólo una reflexión.