Thursday, January 05, 2017

Regresando a lo de la posible encíclica sobre la paz...

Dijimos que la cosa todavía está en la categoría de ‘rumor’ y tomabamos las respectivas reservas. Nos referimos a la posible aparición de una encíclica sobre la paz, cuya fuente inicial era el card. Peter Turkson, quien lleva cinco días como nuevo prefecto del superdicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral.

El semanario Alfa y Omega en su edición fechada Ene-05-2017, trae como información principal un artículo basado en una entrevista con el card. Turkson, en el cual reitera la posibilidad de dicha encíclica, aunque por lo que se ve la cosa todavía está en el nivel de una simple idea.

Desde hace tiempo el Pontífice viene reflexionando sobre la no violencia y su aplicación práctica. Poco a poco ha ido dándole vueltas al tema. Pero en las últimas semanas ha expuesto con claridad sus ideas en dos momentos clave. El 15 de diciembre, al recibir las cartas credenciales de nuevos embajadores acreditados ante el Vaticano, Francisco advirtió que la no violencia es el camino para la paz «en el presente y en el futuro». Y dedicó a la no violencia «como un estilo de política» su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz que se celebró este 1 de enero.

Turkson confirma que, para el Papa, no se trata de un asunto pasajero, sino que busca profundizarlo al más alto nivel. Y anticipa que está barajando dos alternativas: proponerlo como un tema para debatir en una futura asamblea del Sínodo de los Obispos y hacerlo objeto de una carta encíclica. «Esta posibilidad existe», precisó. Aunque todavía se tratan de opciones por concretar.

Cuando la “tolerancia cero” colisione con la misericordina, decántate por la segunda... ¡y de paso aíslas a un contradictor!


En el primer día hábil de 2017, Ene-02-2017, nos despertamos con la publicación de una “Carta del Santo Padre a los obispos con ocasión de la fiesta de los Santos Inocentes”, en la cual Francisco pedía a sus hermanos en el episcopado: “Asumamos clara y lealmente la consigna «tolerancia cero» en este asunto”. Ello en referencia a los casos de abuso sexual protagonizados por miembros del clero.

Nuevamente se nos repetía el mantra aquel de la “tolerancia cero”, replicado ampliamnete por medios de comunicación seculares, sobre el cual hemos mostrado reservas en razón de que la tal política de “tolerancia cero” en tiempos de Francisco se aplica dependiendo del afectado, con lo que deja de ser “cero” para convertirse en otra cosa. El caso más prominente es el del encubridor de pederastas belga, el Card. Danneels, quién trató de esconder el caso de pederastia del ex obispo de Brujas, Roger Vangheluwe, y no obstante fue invitado directamente por Francisco a los dos Sínodos sobre la Familia, el extraordinario de 2014 y el ordinario de 2015.

En la siguiente columna de opinión se puede entender mejor cómo opera en realidad esta autoproclamada “tolerancia cero”. Especial atención queremos hacer notar sobre las informaciones que el autor obtiene de fuentes propias, las cuales se refieren a que Francisco pretende traspasar a otro organismo la jurisdicción que sobre dichos casos tiene actualmente la Congregación para la Doctrina de la Fe, la cual ha venido actuando muy efectivamente al respecto. ¿Y por qué hacerlo si los resultados se vienen dando?, para aislar a uno de sus presuntos contradictores, el card. Gerhard Ludwig Müller, actual prefecto de la CDF. Con lo que en el papel permanece la Congregación con su Prefecto, pero en la práctica ese Prefecto queda con poderes reducidos, cuando no sitiado, como se denota en un movimiento reciente que detallamos en una entrada pasada. Caso muy parecido a lo que ocurre con otro Prefecto, el de la Congregación para el Culto Divino (ver aquí y aquí). Es decir, que la presunción aquella de que la CDF sería un nuevo objetivo, no es tan descabellada.

Columna de The Week, Ene-03-2017, firmada por Michael Brendan Dougherty. Traducción de Secretum Meum Mihi.

Un escándalo de abuso infantil viene para el Papa Francisco

Michael Brendan Dougherty

La Iglesia Católica ha estado durante mucho tiempo plagada de escándalos enfermizos que involucran a sacerdotes abusan de niños. Y se informa que viene otro escándalo, este de propia hechura del Papa.

Dos personas con vínculos directos con el Vaticano me dicen que el Papa Francisco, siguiendo el consejo de su club de aliados en la curia, está presionando para deshacer las reformas que fueron instituidas por sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI en el manejo de los casos de sacerdotes abusadores. Francisco está avanzando con este plan a pesar de que los funcionarios de la curia y los cardenales que lo favorecen ya han traído más escándalo a su papado al instarle a un trato indulgente de los abusadores.

En 2001, el Vaticano instituyó una reforma masiva en cómo manejaba los casos de sacerdotes que abusaban de los niños. El poder para manejar estos casos fue retirado de la Congregación para Clero y de la Rota Romana (la Corte del Vaticano) y puesto en la oficina de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF). Posteriormente, el volumen y la velocidad con que la Iglesia Católica expulsó a los sacerdotes abusadores subió. Este fue el legado del Papa Benedicto para tratar de enfrentar “la suciedad” en la Iglesia.

Recientemente, el Papa Francisco hizo al secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, pedir una opinión del Pontificio Consejo para [la interpretación de] los Textos Legislativos, dirigida por el cardenal Francesco Coccopalmerio, sobre la posibilidad de transferir de regreso la competencia para tratar con los sacerdotes abusadores a la Rota. La oficina de Coccopalmerio respondió con una respuesta positiva.

Y aunque no fue mencionado en los informes de prensa, el Papa Francisco también discutió esta “reforma de la reforma” sobre el abuso infantil cuando se reunió con su grupo consultivo especial, el Consejo de Cardenales, a mediados de Diciembre, me dijo un funcionario con conocimiento directo de la reunión. La oficina de prensa del Vaticano no respondió a las solicitudes de confirmación o comentario.

El Papa Francisco siempre ha hablado duro sobre el abuso infantil. En una carta a los obispos católicos el 28 de diciembre, la fiesta de los Santos Inocentes, denunció el abuso infantil. “Las personas responsables de la protección de esos niños destruyeron su dignidad. Lo lamentamos profundamente y pedimos perdón. Nos sumamos al dolor de las víctimas y lloramos por este pecado. El pecado de lo que pasó, el pecado de no ayudar, el pecado de encubrimiento y negación, el pecado de abuso de poder”.

Francisco fue elegido en parte para reformar una curia disfuncional. Así que cambiar las responsabilidades no es preocupante en sí mismo. Y es difícil no dar crédito a la sinceridad de sus lamentos contra los abusadores de niños. Pero el desempeño de la CDF en esta materia es mejor es bastante mejor que el de la situación anterior a 2001.

Entonces, ¿por qué revertir?

Tal vez porque la CDF ha adoptado un duro enfoque basado en las normas para el problema del abuso infantil, que choca con el más autocrático estilo personal de este papa. O tal vez porque reformar la reforma recompensaría a sus aliados y humillaría a un antagonista.

Los rumores de esta reforma han estado circulando en Roma por meses. Y no felizmente. El Papa Francisco y sus cardenales aliados se ha sabido interfieren con los juicios de la CDF sobre los casos de abuso. Esta intervención ha llegado a ser tan endémica al sistema que se sabe que ahora los casos de abuso sacerdotal en Roma tienen dos grupos de distinciones. El primero es culpable o inocente. El segundo es “con cardenales amigos” o “sin cardenales amigos”.

Y de hecho, el Papa Francisco aparentemente está presionando con su reversión de las prácticas de abuso, aunque los cardenales que son favorables a esta reforma de la reforma ya le han causado problemas debido a sus amigos.

Consideremos el caso del P. Mauro Inzoli. Inzoli vivía de una manera extravagante y tenía tal gusto por coches llamativos que se ganó el apodo de “Don Mercedes”. También fue acusado de molestar niños. Supuestamente abusó de menores en el confesionario. Incluso llegó a enseñar a los niños que el contacto sexual con él estaba legitimado por las Escrituras y por su fe. Cuando su caso llegó a la CDF, fue encontrado culpable. Y en 2012, bajo el papado del Papa Benedicto XVI, Inzoli fue expulsado [del estado sacerdotal].

Pero supimos que Don Mercedes era “con cardenales amigos”. El Cardenal Coccopalmerio y Monseñor Pío Vito Pinto, ahora decano de la Rota Romana, intervinieron juntos a favor de Inzoli, y el Papa Francisco lo devolvió al estado sacerdotal en 2014, invitándole a “una vida de humildad y oración”. Estas restricciones parecen no haber incomodado demasiado a Inzoli. En enero de 2015, don Mercedes participó en una conferencia sobre la familia en Lombardía.

Este verano, las autoridades civiles terminaron su propio juicio contra Inzoli, condenándolo por ocho delitos. Otros 15 quedaron más allá del estatuto de limitaciones. La prensa italiana golpeó al Vaticano, específicamente a la CDF, por no compartir con las autoridades civiles la información que había encontrado en su juicio canónico. Por supuesto, el propio Papa pudo haber permitido a la CDF compartir esta información con las autoridades civiles si así lo deseaba.

Es asombroso que después de ceder a las solicitudes de intervención de Coccopalmerio y Pinto —peticiones que eran injustas y humillantes— el Papa procediera a dar autoridad sobre algunos casos de abuso infantil a Pinto. Pero tal vez eso no es lo primero en su mente. Hacerlo así recompensaría a uno de los amigos del Papa Francisco y humillaría a alguien al que él ve como un antagonista.

El veterano reportero de la iglesia, John Allen, señaló recientemente en Crux que el Papa Francisco no siempre toma el enfoque directo cuando trata de arrodillar a sus críticos dentro de la iglesia, o los obstáculos a su reforma en el Vaticano. A veces, los rodea. Allen escribió que “significa formalmente mantener a las personas en su lugar mientras confía la real responsabilidad a otra a alguien más y, por lo tanto, convertir al oficial original, si no en completamente irrelevante, ciertamente con menos incidencia”.

Ésa ha sido en el pasado la aproximación de Francisco con la CDF, dirigida por el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller. Cuando el papa Francisco quiso cambiar el proceso para declarar nulos los matrimonios, él esencialmente se saltó a Müller, un constante crítico de la visión del papa sobre el matrimonio y los sacramentos. En cambio, el Papa fue al cardenal Coccopalmerio. La lealtad de Monseñor Pinto es incuestionable. Fue Pinto quien atacó a cuatro cardenales que cuestionaron públicamente la ortodoxia del reciente documento del Papa, Amoris Laetitia. Los cuatro cardenales criticaron el documento por fomentar cambios en la práctica sacramental católica que ellos consideraban imposible dada la doctrina católica. Pinto les recordó que el Papa podría retirar su condición de cardenales. Mientras tanto, el cardenal Müller parecía dar ayuda y consuelo a estos cardenales, diciendo que la práctica sacramental de dar la comunión a personas en relaciones adulteras no podía ser aprobada.

En cualquier caso, sobre el abuso, la justicia impartida por la CDF de Müller parece ser demasiado dura para el papa y sus aliados. Y así, el Papa espera convertir en irrelevante a la CDF en estos casos.

Nada se ha decidido con ninguna finalidad, y es posible que las cabezas más sanas prevalecerán y recordarán al Papa Francisco cuáles cardenales y oficinas están realmente sirviendo a sus mejores intereses y haciendo justicia en nombre de su autoridad. O por lo menos le recuerden que mientras pueda que la prensa lo aliente por deshacer las enseñanzas de Juan Pablo II sobre la comunión para los divorciados, pueda no alentarlo por aligerar las penas a los abusadores de niños que sucede tienen amigos en su círculo íntimo.