¿Recuerdan que el pasado Sábado, Sep-23-2016, se realizó en México una marcha por la familia, la cual al día siguiente recibió el apoyo de Francisco?
¿Recuerdan también que México está estrenando Nuncio, el cual sobre la propuesta intención de reconocer en ese país las uniones entre personas del mismo sexo se ha manifestado en dos ocasiones concretas (aquí y aquí), en la más reciente de ellas totalmente opuesto a cualquier tipo de manifestaciones o marchas? “Mi opinión es que los mexicanos, más bien de confrontarse, de hacer proclamas o marchas, tienen que sentarse todos de una vez y hablarse”, dijo.
Bien, el Card. Norberto Rivera, Arzobispo de México, le ha contestado discretamente. Durante la homilía en la Misa con ocasión de la clausura de la puerta santa de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, Nov-12-2016, para la clausura del año jubilar extraordinario de la Misericordia, dijo en un primer momento:
“La paradoja es total, los que siguen a Jesús han de luchar contra todo lo que crean injusticia y desigualdad; han de ir en contra de todo lo que se estila en la sociedad, y han de hacerlo sin odio ni venganza, más aún, perdonando y amando al enemigo”.
Más adelante, y profundizando (en el video ir al Min. 28:32).
“El perdonar no quiere decir no afrontar los problemas, el afrontamiento no va contra el perdón, sino todo lo contrario, lo hace más hondo y más real. En los conflictos sociales, el perdón evangélico no se opone a la lucha por la justicia, decir que no hay que luchar porque hay que perdonar las injusticias es una barbaridad y una ingenuidad que no encuentra apoyo serio en el Evangelio, que es precisamente la narración del mensaje vivido de un hombre que vivió en conflicto permanente con la sociedad, con su tiempo. A los autores o sustentadores de injusticias hay que perdonarles, pero también hay que quitarles los medios de seguir haciendo injusticias. Primero, porque está en juego la suerte de otras muchas personas. Segundo, porque es la única forma de amarles en serio y ayudarles a ellos a liberarse. Jesús no nos dice que no tengamos enemigos, sino que teniéndolos seamos capaces de amarlos. Tampoco nos prohíbe ver y sopesar las cosas con objetividad, sino condenar a los demás, eso es lo que nos prohíbe; usurpando así la autoridad exclusiva d Dios, único juez justo. Vivimos en una sociedad en donde es difícil aprender a amar gratuitamente, todo se calcula y se mide, todo se compra y se vende, nos hemos hecho a la idea de que todo se obtiene pagando: Alimento, vestido, vivienda, transporte, diversión, puestos, beneficios, trabajo, amor, servicios religiosos, etc. Y así corremos el riesgo de convertir todas nuestras relaciones en puro intercambio comercial, borrando de nuestra vida el amor misericordioso.”