Monday, November 07, 2016

Obispos de Francia piden perdón por “silencio” frente a casos de pedofilia


Información de agencia AFP, Nov-07-2016.

Los obispos de Francia, reunidos en el santuario de Lourdes (suroeste), pidieron este lunes perdón por el "largo silencio culpable" de la Iglesia católica frente a los abusos sexuales cometidos por sacerdotes.

"No escuchamos lo suficiente a las víctimas (...) nos faltó valentía para tomar las medidas que debían ser tomadas", declaró el arzobispo de París, André Vingt-Trois, durante una misa en la basílica del Rosario de Lourdes, en presencia de más de cien obispos de Francia.

"Debemos salir del largo silencio culpable de la Iglesia y de la sociedad y escuchar el sufrimiento de las víctimas. Los actos de pedofilia, estos crímenes tan graves, quebrantan la inocencia y la integridad de los niños y los jóvenes", dijo por su parte el responsable de la lucha contra la pedofilia del episcopado, monseñor Luc Crepy.

Estas jornadas de "oración y penitencia" fueron anunciadas en septiembre por el Vaticano, por iniciativa del papa Francisco, que dejó que cada conferencia episcopal decidiera sobre las modalidades.

Varios países han adoptado la iniciativa luego de que en los últimos años salieran a la luz en todo el mundo múltiples escándalos de pedofilia cometidos por miembros de la Iglesia católica.

En Australia, la iglesia declaró el 11 de septiembre día nacional de la protección de la infancia, para orar por las víctimas de abusos sexuales.

En Francia, los 115 obispos que viajaron a Lourdes aprovecharon su gran asamblea anual para conmemorar esta iniciativa inédita de oración y ayuno.

La jornada tiene una dimensión particular en este país, en donde la Iglesia católica se ha visto salpicada por varios casos de pedofilia o de abusos sexuales cometidos por sacerdotes.

En la diócesis de Lyon (sureste), el caso del cura Bernard Preynat, sospechoso de haber abusado de 70 jóvenes scouts, empañó incluso la imagen del cardenal Philippe Barbarin, una de las personalidades más influyentes de la Iglesia católica francesa, aunque su investigación por "no denuncia" fue archivada.

Otros casos fueron señalados en varias localidades del país, incluyendo París, Toulouse (sur) y Clermont-Ferrand (centro).

Para la asociación La Parole libérée (La Palabra liberada), que reúne a las víctimas del padre Bernard Preynat, estas iniciativas son insuficientes. "No hay una voluntad de la Iglesia detrás" de estas jornadas de oración, estima su presidente François Devaux.

Su asociación se moviliza para alargar los plazos de prescripción de estos crímenes. En Francia, las víctimas pueden presentar una denuncia antes de cumplir 38 años, mientras que en Suiza o Reino Unido las agresiones sexuales en contra de menores son imprescriptibles.

“Desesperación”: el sentimiento de la Iglesia subterránea frente al diálogo entre China y el Vaticano


Artículo de AsiaNews, Nov-07-2016.

“Desesperación”: el sentimiento de la Iglesia subterránea frente al diálogo entre China y el Vaticano
Bernardo Cervellera

Los fieles de la Iglesia subterránea se sienten frustrados debido al “olvido” que la Santa Sede muestra en relación a ellos. Hace casi 20 años que no se nombran obispos subterráneos, sino sólo administradores apostólicos. A los ojos de los fieles esta decisión representa una especie de condena a muerte de sus comunidades. Para los oficiales hay “Caricias”, reuniones y recuerdos fotográficos con el Papa; no hay encuentros ni bendiciones para los sacerdotes y obispos subterráneos. La cuestión de la inscripción en la Asociación patriótica. Un obispo oficial: “Somos todos marionetas. Hacemos sólo lo que nos dicen que hagamos”. Se trata de una derrota doble: para el Vaticano y para China.

Roma (AsiaNews) – Se ha propagado una “desesperación”, una “amargura” y hasta una “ira” en las comunidades subterráneas de la Iglesia católica de China. Las comunidades subterráneas son aquellas que, en nombre de la libertad religiosa garantizada por la Constitución china, se oponen a todos los controles que el gobierno lleva a cabo sobre el personal, los lugares de culto, sobre sus actividades, sus docentes, sobre los libros a ser publicados y leídos. Sobre todo, ellos se niegan a inscribirse –lo cual forma parte de las condiciones impuestas por el gobierno- en la Asociación patriótica (AP), cuyo estatuto exige edificar una iglesia nacional, independiente de la Santa Sede, algo que está contra la fe católica.

Según algunos sacerdotes, fue la “desesperación” lo que empujó al Pbro. Dong Guanhua (sacerdote subterráneo) a dejarse ordenar de modo ilícito, haciendo circular el anuncio de su toma de posesión junto a su número telefónico, y ofreciéndose para ordenar a otros obispos sin el mandato de la Santa Sede.

El episodio tiene contornos ambiguos (la salud mental del Pbro. Dong; las dudas acerca de quién y cuándo lo ordenó, las preguntas en torno a quién es el verdadero mandante de este episodio: si se trata de alguien de la Iglesia subterránea o de algún espía del gobierno que busca humillar a todos los católicos subterráneos). Lo que sigue siendo un hecho –demostrado por tantos comentarios referidos a esto, que pueden ser hallados en Internet- es que los fieles de la Iglesia subterránea se sienten frustrados por el “olvido” que la Santa Sede muestra en relación a ellos.

Algunos destacan que desde hace por lo menos 20 años que el Vaticano, al morir algún obispo subterráneo, no provee a un sucesor, sino que, como máximo, señala a un sacerdote como administrador apostólico. A los ojos de los fieles, esa decisión representa una suerte de condena a muerte de sus comunidades y de sus diócesis. De aquí la “desesperación”. Mucho más aún, siendo que simultáneamente ven que el Vaticano aprueba candidatos episcopales que ya están inscriptos en la Asociación patriótica, a pesar de que ésta ha sido rechazada, tanto por Benedicto XVI como por el Papa Francisco, por ser “inconciliable con la doctrina católica”.

Las noticias difundidas en las últimas semanas, según las cuales habría un acuerdo “inminente” entre China y la Santa Sede, de un “inminente” levantamiento de la excomunión y de la restitución de los ocho obispos oficiales ilícitos (algunos de ellos, con mujer e hijos) agudizan el sentimiento de frustración. Algunos llegan a acusar al Vaticano de utilizar “dos pesos y dos medidas” distintas: caricias para los obispos y sacerdotes oficiales; indiferencia y marginación para los no oficiales.

Un joven sacerdote de la Iglesia subterránea del centro de China ha hecho notar que para muchos grupos de la Iglesia oficial que peregrinan a Roma, la Secretaría de Estado enseguida halla la ocasión para que puedan reunirse con el pontífice e incluso para tomarles una foto grupal. Por ejemplo, el 5 de octubre pasado, en la Plaza San Pedro, un centenar de fieles de la diócesis de Suzhou (Jiangsu) se tomó una fotografía con el Papa y con el obispo Mons. José Xu Honggen (v. foto). Mons. Xu en sí es un gran obispo, y es reconocido por el gobierno y por la Santa Sede. Pero para un pastor es prácticamente imposible dejarse retratar con el Papa de Roma sin que haya un permiso previo otorgado por la Asociación patriótica. La ocasión, al ser tan publicitada, es algo que frustra a los católicos, que cuando tratan de pedir hablar con el pontífice para relatar su situación, son rechazados. Un sacerdote que pidió una bendición papal para su obispo de Henan, que cumplía 25 años de episcopado –y que a menudo pasó momentos muy difíciles, bajo el control de la policía y en arresto domiciliario- fue echado sin concederle absolutamente nada. “Mi obispo –confía- en todos estos años sufrió la persecución y afrontó dificultades por defender la fe y su fidelidad al papa. Ahora que necesita un sostén y un signo de aliento, ello no se lo dan. Este hecho nos hace sentir muy solos”.

“Sentirse solos”, “abandonados”, “olvidados” es un estribillo que se percibe continuamente entre los católicos no oficiales de Heilongjiang, pasando por Xinjiang y desde el interior de Mongolia hasta Guangdong.

Es cierto que el Vaticano, en un intento por llevar al Papa a China y lograr un acuerdo en lo que se refiere al nombramiento de los obispos y (a futuro) a las relaciones diplomáticas, es muy cauto, y por ende no se presta a que haya críticas chinas que pudieran acusarlo de “entrometerse en los asuntos interno de China bajo el manto de la religión”, apoyando a personas que cumplen gestos fuera del control del gobierno y que por lo tanto –según Beijing- son “criminales”. Es más, casi como para evitar cualquier tipo de roce con Beijing, el Vaticano ha decidido no escuchar más al Card. Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong, paladín de la libertad religiosa en China y “vocero” de la Iglesia subterránea. Incluso la misión que ha sido encomendada a Mons. Savio Hon –salesiano, al igual que el Card. Zen, único chino en la cúpula de la curia romana- secretario de Propaganda Fide, que fue enviado a Guam en estos meses, es leída como un alejamiento de la mesa de tratativas sino-vaticanas.

El punto es que esta Iglesia ha atravesado décadas de persecución, ofreciendo mártires a la Iglesia universal, obedeciendo al Papa y negándose a traicionarlo, sufriendo incluso la prisión y torturas por no inscribirse en la Asociación patriótica. Ahora, con los “inminentes” posibles acuerdos pareciera que pertenecer a la Asociación patriótica fuese un valor, o un elemento indiferente desde el punto de vista moral, o bien un condicionamiento que ha de ser aceptado.

Ha de ser dicho que los obispos subterráneos estarían dispuestos a registrarse en el gobierno y en el ministerio de asuntos religiosos, pero no así en la Asociación patriótica, debido a su “incompatibilidad con la fe católica”. En cambio, el gobierno –en Henan, en Anhui, en Shaanxi,… - de hecho, obliga a registrarse en la Asociación patriótica. E incluso si bien promete a los obispos que ellos sólo serán registrados en el gobierno, automáticamente les hace entrega de su credencial de la Asociación.

Pertenecer o no a la AP es un hecho crucial. Ésta no sólo somete a obispos, al clero y a los fieles a controles que son sofocantes, con pesadas injerencias en lo que se refiere al nombramiento de obispos, de cargos, sacerdotes y en la valoración de la vocaciones de jóvenes. La misma arrastra a obispos lejos de su diócesis y de su trabajo pastoral durante meses, para “llevarlos de vacaciones” y adoctrinarlos. Fue justamente un obispo oficial, que ocupa un cargo muy alto en la AP, quien confesó: “Somos todos marionetas. Hacemos solamente lo que nos dicen que hagamos”.

A causa de ello, incluso en el caso de que el Vaticano llegara a un acuerdo con Beijing en lo referido al nombramiento de obispos y a la indicación de registrar a los sacerdotes, muchas comunidades ya han declarado que no lo harán por una objeción de conciencia. Todo esto no es “desobedecer al Papa” como algún comentarista ha dicho de manera inapropiada, sino un intento extremo por salvaguardar la libertad del Evangelio, para que ésta no sea fagocitada por una estructura estatal y política que nada tiene que ver con la fe.

Es probable que en un posible acuerdo entre Beijing y la Santa Sede, ésta no dé ninguna indicación sobre si pertenecer o no a la AP, dejando libres a obispos y sacerdotes para que ellos evalúen la situación de acuerdo a la libertad religiosa que logren conquistarse. De ese modo, los católicos subterráneos podrán continuar su vida plagada de riesgos, pero sin someterse a la AP.

Sin embargo, para el Vaticano esto sería una derrota, al menos de manera temporaria: en el primer diálogo con China, tan deseado, no se ha logrado obtener siquiera un espacio de libertad mínima para todos los fieles, postergando para el futuro una reconciliación verdadera y auténtica de las dos comunidades, la oficial y la subterránea.

Pero también será una derrota para el gobierno chino, que verá frustrada su psicosis por el control. Según algunos observadores, la publicación de noticias referidas a un "inminente acuerdo", efectuada en los últimos días, no son sino fruto del llamado “soft power” de Beijing, que de esta manera atemoriza a Taiwán, inquieta a la comunidad subterránea y empuja al Vaticano a firmar un acuerdo apresurado que elimine la experiencia de la Iglesia subterránea, poniendo a toda la Iglesia en manos del gobierno y bajo su control.

Estas dos “derrotas” no son inocuas: entre los católicos oficiales y los subterráneos han provocado una desconfianza hacia el gobierno y hacia el Vaticano, y está el riesgo de que, ante el dominio de acuerdos de tinte político, los fieles se refugien en modalidades más privadas de vivir la fe.

Dicha situación, sin embrago, también es una ocasión para ayudar a la Iglesia de China, no con diálogos políticos, que ponen a un sector entero de la comunidad cristiana entre paréntesis, sino potenciando los vínculos de comunión, de amistad, de colaboración y sobre todo, de formación. Los acuerdos diplomáticos pueden esperar.

En una de las últimas conversaciones que tuve con el heroico Mons. Antonio Li Duan, obispo de Xian, fallecido en el 2006, él dijo: “No hay necesidad de buscar relaciones diplomáticas entre el gobierno y la Santa Sede a cualquier costo. Sólo cuando Beijing garantice a la Iglesia una libertad religiosa plena, recién entonces emprenderemos relaciones diplomáticas. Mientras tanto, preocupémonos por edificar la Iglesia y por evangelizar la sociedad china”.

Presuntas ordenaciones episcopales sin el Mandato Pontificio en China Continental. Pronunciamiento vaticano

¡Y eso que en los últimos tiempos ambas partes han ponderado que se esté dialogando!

Información del boletín diario de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Nov-07-2016.

Declaración del Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Greg Burke, sobre las presuntas ordenaciones episcopales sin el Mandato Pontificio en China Continental, 07.11.2016

“En las últimas semanas se han sucedido diversas noticias acerca de algunas ordenaciones episcopales conferidas sin Mandato Pontificio a sacerdotes de la comunidad no oficial de la Iglesia católica en China Continental.

La Santa Sede no ha autorizado ninguna ordenación, ni ha sido informada oficialmente de tales acontecimientos. Si las mencionadas ordenaciones episcopales fueran ciertas, constituirían una grave violación de las normas canónicas.

La Santa Sede confía en que tales noticias sean infundadas. En caso contrario, deberá esperar informaciones seguras y documentación contrastada antes de evaluar adecuadamente estos casos. No obstante, reafirma que no es lícito llevar a cabo ordenación episcopal alguna sin el necesario Mandato Pontificio, ni siquiera apoyándose en particulares convencimientos personales”.