Información de LifeSiteNews, Oct-24-2016. Traducción de Secretum Meum Mihi.
24 de Octubre, 2016 (LifeSiteNews) - En una reciente publicación del periódico alemán Stimmen Der Zeit (Diario para la Cultura Cristiana), el cardenal Walter Kasper publicó un artículo que llama Amoris Lætitia un “cambio de paradigma” en la enseñanza de la Iglesia.
“Amoris Lætitia: Rompimiento o Comienzo” es el título de un artículo científico reciente de Kasper en el que analiza la exhortación postsinodal y ofrece su opinión sobre la correcta hermenéutica en su lectura.
En la primera parte llamada “Discusión en torno al carácter vinculante”, Kasper critíca al cardenal Raymond Burke por su afirmación de que los documentos postsinodales del Papa no son necesariamente vinculantes. En su lugar, Kasper dice, “Esta posición es refutada por el carácter formal de una Exhortación Apostólica, así como por su contenido”.
Según Kasper — y de hecho está en lo cierto, como es evidente por las discusiones postsinodales respecto al documento — las críticas de Amoris Lætitia se reducen a la cuestión de los Católicos divorciados “vueltos a casar” que reciben la Comunión.
Como Kasper señala, la cuestión es abordada por dos campos diferentes: Una opinión la sostienen los “conservadores”, algunos de los cuales (incluyendo el filósofo alemán Robert Spaemann) ven Amoris Lætitia como una ruptura de la tradición de la Iglesia, mientras que otros (incluyendo el cardenal Gerhard Müller) dicen que la publicación no cambia la posición de la Iglesia.
Otra (sostenida da por el teólogo italiano Rocco Buttiglione) dice que la doctrina de la Iglesia se desarrolla más, pero no en la línea del Papa Juan Pablo II. Sin embargo, otros reconocen un “cuidadoso desarrollo” que se empareja con una falta de “directrices concretas”. La última posición entre los “conservadores” es la de Norbert Lüdecke (Derecho Canónico, Bonn, Alemania), que dice que depende de la conciencia individual de la persona divorciada vuelta a casar decidir si él o ella puede recibir la comunión o no.
Kasper continúa citando a Buttiglione que el cardenal Christoph Schönborn presenta la “interpretación decisiva”. Esta cita se refiere a una publicación en L'Osservatore Romano. La misma posición es tomada por el P. Antonio Spadaro, SJ en La Civiltà Cattolica, entre los cuales Kasper quiere contarse a sí mismo.
Kasper critica la “supuesta confusión” como si hubiera sido causada por un “tercero” que se ha “alienado a sí mismo del sentido de la fe y de la vida del pueblo de Dios”.Continúa diciendo que “detrás del tono pastoral del documento subyace una posición teológica bien pensada”.
El cardenal elogia la “forma realista, abierta y relajada de hacer frente a la sexualidad y al erotismo” en Amoris Lætitia que no busca “adoctrinar o moralizar”. “Con un grano de sal, se puede decir que Amoris Lætitia se distancia de una vista Agustiniana principalmente negativa de la sexualidad y se vuelve hacia una visión afirmativa Tomista de la creación”. Kasper repite su opinión de que el ideal moral es un “optimum”, sin embargo, inalcanzable para muchos. “A menudo, tenemos que elegir el mal menor”, afirma, “en el vivir la vida no hay blanco, sino sólo diferentes matices y sombras”.
“Amoris Laetitia no cambia una jota de la enseñanza de la Iglesia, sin embargo, cambia todo”. El texto proporciona razones para creer —así dice Kasper— que el Papa, y con él la Iglesia, se aleja de una “moralidad legal” y [va] hacia la “moral de la virtud” de Tomás de Aquino.
Después, el cardenal presenta su propia interpretación compleja de las enseñanzas tomistas relativas a la virtud y la ley moral en situaciones concretas. Basa su opinión en la prudencia como la “aplicación de una norma en una situación concreta”. “La prudencia no da fundamento a la norma, la presupone”, escribe Kasper. Llega a la conclusión de que la “norma” no es aplicativa mecánicamente en todas las situaciones, pero se necesita la prudencia como encaje en el caso.
Con referencia a la Familiaris Consortio (Nº 84), Kasper afirma que los divorciados “vueltos a casar” ya no son castigados con la excomunión más sino que en cambio están “invitados a participar como miembros vivos de la vida de la Iglesia”.
En lugar de elegir el camino de Juan Pablo II y Benedicto XVI (“que había adherido a la decisión de Juan Pablo II”) de no permitir a los católicos divorciados “vueltos a casar” recibir la Comunión y en su lugar insistir en que practicaran la abstinencia en sus relaciones sexuales, el Papa Francisco “va un paso más allá, al poner el problema en un proceso de abrazar una pastoral de integración gradual”.
“Amoris Lætitia prevé cuáles formas de exclusión de los servicios eclesiásticos, litúrgicos, pastorales, educativos e institucionales se pueden superar”, explica Kasper. Postula que cuando Juan Pablo II dio permiso para que los divorciados vueltos a casar recibieran la comunión —si vivían como hermano y hermana— esto fue “de hecho una concesión. El cardenal razona esto al decir, “La abstinencia pertenece a la esfera más íntima y no hace abolir la contradicción objetiva de la unión permanente del primer matrimonio sacramental y la del segundo matrimonio civil”.
Kasper niega además el contenido magisterial de la disposición: “Esta disposición obviamente no tiene el mismo peso que la norma general; de todos modos no es una declaración final magisterial vinculante”. A los ojos de Kasper, la petición de Juan Pablo II abre un “campo de juego” entre el “principio dogmático” y la “consecuencia pastoral”, que Amoris Lætitia intenta ampliar.
Otro argumento que Kasper intenta utilizar para justificar que se permita a los divorciados “vueltos a casar” recibir la Comunión, es la distinción entre “pecado mortal objetivo” y “culpabilidad subjetiva”. Él insiste en que Francisco “hace énfasis en los aspectos subjetivos sin ignorar los elementos objetivos”. Kasper también alude al hecho de que a veces las personas no son capaces de estar convencidos de una “norma objetiva” porque les parece ser “tan insuperablemente distanciada del mundo y de la realidad”.
“La conciencia de muchas personas es a menudo ciega y sorda a lo que se les presenta a ellas como Ley Divina. Eso no es una justificación de su error, sino una comprensión y compasión con la persona errónea”.
Por lo tanto, Kasper dice que “Amoris Lætitia sienta las bases para una praxis pastoral cambiada en un caso individual razonado”. Sin embargo, también dice que el “documento papal no saca claras conclusiones prácticas de estas premisas”. Según Kasper, el Papa deja el pregunta abierta, y el mismo hecho de dejarla abierta es “en sí mismo una decisión magisteral de grandes consecuencias”.
Kasper explica que la dirección de Francisco es clara: “Uno no necesita concentrarse en las notas de pie de página. Mucho más importante es que la integración gradual, que es el tema clave en cuestión, se dirige esencialmente a la admisión a la Eucaristía como forma completa de la participación de la vida de la Iglesia”.
Kasper cita la declaración de Francisco de una rueda de prensa durante el vuelo del 16 de abril en la que respondió a la pregunta de si en algunos casos los divorciados que se han vuelto a casar pueden recibir la Comunión con las punzantes palabras: “Sí. Punto”. Esta respuesta no se encuentra en Amoris Lætitia pero ‘corresponde al ductus general’”.
Según Kasper, esta afirmación está en plena conformidad con el Derecho Canónico (CIC 915/1983), ya que no niega que “la obstinación de permanecer en pecado mortal” puede supuestamente ser juzgada en casos individuales, y en algunos casos puede excluirse. Incluso es objeto de debate si un pecado mortal objetivo está presente en un caso dado.
Añade que la causa de escándalo no es necesariamente que una persona que vive en un segundo matrimonio civil reciba la Comunión. Más bien, en tal situación, “no la admisión, sino la negación de los sacramentos crea el escándalo”.