También el vaticanista de Tg3, Aldo Maria Valli, ahora se disocia de la línea pastoral del Papa Francisco que define confusa
Por Bonifacio Borruso
Sorpresa: el coro, casi unánime, de vaticanistas extasiados del papado de Jorge Mario Bergoglio, pierde piezas. El 28 de mayo pasado, de hecho, Aldo Maria Valli, estimado experto de los Sacros Palacios del Tele Giornale 3 ha escrito en su blog (aldomariavalli.it) un artículo bastante severo sobre Amoris Lætitia, la exhortación de Francisco que cerró el Sínodo sobre la Familia desarrollado entre el otoño de 2014 y el de 2015.
Valli apunta una serie de críticas al texto papal. «Tomemos por ejemplo el punto 308», escribe el Vaticano, donde dice: «Los pastores, que proponen a los fieles el ideal pleno del Evangelio y la doctrina de la Iglesia, deben ayudarles también a asumir la lógica de la compasión con los frágiles y a evitar persecuciones o juicios demasiado duros o impacientes”, ¿debemos inferir», continúa Valli,«que el modo más eficaz para ser compasivo no es exactamente el de proponer el ideal pleno del Evangelio?».
Y luego, de nuevo, sobre la ««vexata quaestio acerca de la comunión para los divorciados vueltos a casar, ¿cuál es la conclusión? Después de haber leído y releído el texto una y otra vez, la respuesta es: la comunión sí, pero también no. O quizá: comunión no, pero también sí». En el documento, observa el vaticanista: «Las dos conclusiones son legítimas. A esto conduce la lógica del caso por caso, a su vez hija de la ética de la situación. ¿Debo considerarme un pecador? Sí, pero también no. No, pero también sí. Depende».
Una lectura que ha impulsado a Valli a revisar algunos episodios papales de los cuales ha sido probablemente espectador. «Cuando Francisco visitó la iglesia luterana de Roma», ha recordado, «y se le preguntó si un católico y un luterano pueden participar en la comunión, Bergoglio, a través de una larga respuesta improvisada, dijo en esencia: no, pero también sí, hay que ver caso por caso, porque ‘es un problema al cual cada uno debe responder’».
O bien, ha proseguido Valli, cuando el pontífice «participando en un video sobre el diálogo interreligioso (en el cual aparece un musulmán, un budista, un judío y un sacerdote católico), dijo que las personas ‘encuentran a Dios en diferentes modos’ y ‘en esta multitud hay una sola certeza para nosotros: somos todos hijos de Dios’, quien eventualmente quisiera tener otra certeza de un cierto espesor (¿cuál es la verdadera fe?) podría llegar a la conclusión de que es la nuestra, pero también la de los otros». El vídeo causó en efecto un cierto revuelo e incluso Italia Oggi escribió el 15 de enero.
Valli llega a conclusiones muy claras, citando a un gran convertido como John Henry Newman, hecho católico de anglicano que era: «En la famosa Carta al Duque de Norfolk», observa el periodista, «Newman escribe que, en el caso de que hubiera debido introducir la religión en un brindis, ciertamente habría brindado por el papa, pero primero por la conciencia y después por el papa. O tal vez: primero por la búsqueda de la verdad, después por la autoridad».
Final con la explosión teológica «He aquí: la conciencia es la capacidad de la verdad», recuerda el vaticanista, «cuando la conciencia del cristiano abandona el camino estrecho y cae de esta búsqueda y se encamina a lo largo del bulevar del ‘si pero’ (iluminada por los medios de comunicación masiva es gratificante, pero sin salida), tengo la impresión que se arriesga fuertemente a perderse. Y de terminar directamente en la boca del lobo».
Palabras severas de un vaticanista que se ha expresado, como la mayoría de sus colegas, en tonos fuertemente elogiosos de Francisco, desde su aparición en el balcón de San Pedro con el famosísimo «buenas noches».
Palabras expresadas por un hombre de fe, que nunca ha hecho ningún secreto su pertenencia al Opus Dei y que, al día siguiente, para justificar casi cierta perplejidad, el alboroto: «Por mi parte, ninguna ‘maniobra’, ningún proyecto de una cierta clase de la naturaleza, ninguna decisión de abandonar un partido (¿pero cuál?) para entrar en otro (¿pero cuál?). Sólo la manifestación sincera, e incluso dolorosa, de una duda. Dolorosa porque quiero mucho al Papa».
Así, la fila de los críticos bergoglianos se alarga. Entre los primerísimos, Sandro Magister, que con su blog en la página web de L'Espresso, Settimo cielo, hace un puntual contrapeso a la comunicación papal y papista, y Antonio Socci, que ha dedicado dos libros críticos al pontífice, No es Francisco (Mondadori ), sobre la fallida invalidación de su elección por un vicio durante el Cónclave, y La Profecía Final (Rizzoli), en forma de carta abierta al Papa (quien le escribió, agradeciéndole), además de ocuparse en Libero y en su seguidísima página de Facebook.
Menos polémico, pero siempre muy preciso en reportar los hechos y las circunstancias incómodas, está a continuación Marco Tosatti, vaticanista senior de La Stampa, que terminó un poco arrinconado con su blog, San Pietro e dintorni, en el ultrabergogliano Vatican Insider.
A ellos, y a un poco más discreto Vittorio Messori, que sin embargo en diciembre de 2014 había confesado a Corriere Della Sera, «las dudas por el desarrollo de Francisco», ahora se une Valli.
Para Gianni Gennari, corrosivo columnista de Avvenire, que se encarga en su Lupus in pagina, de fustigar a cada crítico del Romano Pontífice, se le incrementará, a partir de hoy, el trabajo.