En el marco de su viaje apostólico a Kenia, en la reunión con los jóvenes en el Estadio Kasarani de Nairobi, Francisco ha respondido espontáneamente algunas preguntas formuladas por algunos de los jóvenes. En un momento determinado ha revelado que siempre lleva consigo dos cosas en el bolsillo (el el video ir a 1:21:47). La primera de ellas un Rosario. La segunda de ellas un pequeño Via Crucis:
“Es un Via Crucis, un pequeño Via Crucis. Es cómo Jesús fue sufriendo desde que lo condenaron a muerte, hasta que fue sepultado.”
Es decir, Francisco medita con las estaciones tradicionales del Via Crucis, no con las introducidas por Juan Pablo II en 1991. Ni hablar de la costumbre aquella que tienen en ciertas parroquias, capillas, oratorios, etc..., de incrustar una decimoquinta estación.
Ya en una ocasión reciente señalábamos cómo el Papa emérito, Benedicto XVI, oraba el Rosario también al modo tradicional, con sus tres partes originales, y no con la cuarta parte introducida por Juan Pablo II, conocida como “misterios luminosos”.
Con que, por lo menos en estos dos casos concretos de las dos oraciones de la piedad popular más conocidas, entre los Pontífices predomina el tradicionalismo.
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