Información de agencia SIR, Sep-21-2015. Traducción de Secretum Meum Mihi.
El fortalecimiento de la familia, la indisolubilidad del matrimonio y un decidido “no” a los matrimonios entre personas del mismo sexo: son los principales puntos de la posición de los obispos polacos elaborada en vista del próximo Sínodo y presentada hoy en Varsovia por el presidente del episcopado, monseñor Stanisław Gądecki. El documento recuerda que “el matrimonio y la familia están entre los bienes más preciados de la humanidad” y, por tanto, “deben ser presentados con especial solicitud”. “Muchas familias polacas respondiendo a las preguntas formuladas en vista del Sínodo manifestaron que su alegría y serenidad de ánimo son fruto de la fe en Dios, de la vida sacramental, de la plegaria individual y familiar, y del tiempo que los miembros de una familia se dedican recíprocamente”, afirma el documento, recordando que la tarea de la Iglesia “cuando los esposos se encuentran viviendo dificultades” es el de “ayudar a profundizar el amor y el sentido de responsabilidad apoyándolos en la conversión”. Los obispos recuerdan la indisolubilidad del vínculo matrimonial, haciendo hincapié en la necesidad de una mayor atención hacia las personas que viven como “parejas de hecho”. Los prelados recuerdan a continuación que a los católicos no les es lícito recurrir a los distintos métodos de fecundación asistida, en tanto enfatizan la necesidad de un mayor apoyo a las familias numerosas, así como a los que menos tienen, con enfermos o ancianos a cargo.
Los obispos polacos recuerdan la necesidad de una mayor atención pastoral hacia las personas solas, por diversas razones, cada vez más numerosas en la sociedad moderna. En conclusión, en referencia a la comunión para los divorciados vueltos a casar, los obispos recuerdan las palabras del Papa Francisco pronunciadas el Ángelus del 16 de agosto pasado, según las cuales “la Eucaristía no es una plegaria privada o una bella experiencia espiritual”; por otra parte, el canon 916 del Código de Derecho Canónico prohíbe —afirman aún los obispos— celebrar la Eucaristía, o acercarse a la comunión “consciente de estar en pecado grave sin acercarse antes a la confesión sacramental”.