Esta es nuestra traducción de una columna en The Catholic Herald, Ago-20-2015.
¿Piensa Francisco que el cardenal Kasper está en lo correcto?
por el P. Raymond de Souza
Jueves, 20 de Agosto de 2015
Durante 18 meses, desde que el Papa Francisco invitó al cardenal Walter Kasper a que se dirigiera al consistorio de cardenales de Febrero de 2014, la cuestión de si los divorciados vueltos a casar civilmente pueden recibir los sacramentos ha estado en frente y al centro. Cada vez que la “propuesta Kasper” ha sido rechazada, el Papa Francisco ha mantenido la discusión andando, hasta el punto que ahora dominará el sínodo sobre la familia, que se celebrará en Octubre.
Francisco no se expresó directamente sobre la cuestión durante meses de debate, dejando a los Católicos especular sobre lo que Él pensaba. En su audiencia general el 5 de Agosto se dirigió sobre ello directamente. Y lo que no dijo en su discurso bien podría indicar que Él piensa que el cardenal Kasper está en lo correcto.
“Hoy quisiera detener nuestra atención sobre otra realidad: cómo cuidar a aquellos que, después del irreversible fracaso de su vínculo matrimonial, han comenzado una nueva unión”, dijo. “La Iglesia sabe bien que una situación tal contradice el Sacramento cristiano. De todos modos, su mirada de maestra viene siempre de un corazón de madre; un corazón que, animado por el Espíritu Santo, busca siempre el bien y la salvación de las personas. He aquí porqué siente el deber, “por amor a la verdad” de “discernir bien las situaciones”. Así se expresaba san Juan Pablo II, en la Exhortación apostólica Familiaris consortio (n. 84), dando como ejemplo la diferencia entre quien ha sufrido la separación y quien la ha provocado. Se debe hacer este discernimiento”.
San Juan Pablo escribió Familiaris Consortio después del Sínodo de 1980 sobre la familia, el cual consideró la cuestión de los divorciados vueltos a casar civilmente. Juan Pablo aclaró que aquellos que están casados válidamente con una persona, pero que viven una relación conyugal con otra persona, no puede recibir la Sagrada Comunión porque están en un estado permanente y público de pecado grave. Si no desean poner fin a esa relación conyugal, no pueden recibir la absolución en la confesión sacramental, porque a ellos les falta el requerido propósito de enmienda.
Estos puntos, junto con una exhortación para acompañar de cerca a tales parejas e incluirlas en la vida de la Iglesia, están hechas en la Familiaris consortio (n 84). Citar ese pasaje sólo en relación con el “discernimiento cuidadoso” y omitir la respuesta específica de Juan Pablo II al asunto en cuestión es invitar a la conclusión de que el Papa Francisco no está de acuerdo con la enseñanza de san Juan Pablo.
El Santo Padre citó Familiaris consortio n 84, pero no mencionó que ella se confirmó de forma explícita por Benedicto XVI en Sacramentum Caritatis, la exhortación apostólica de 2007, que siguió al sínodo de 2005 sobre la Eucaristía.
“El Sínodo de los Obispos ha confirmado la praxis de la Iglesia, fundada en la Sagrada Escritura, de no admitir a los sacramentos a los divorciados casados de nuevo, porque su estado y su condición de vida contradicen objetivamente esa unión de amor entre Cristo y la Iglesia que se significa y se actualiza en la Eucaristía”, escribió Benedicto.
Esta segunda omisión habla en voz alta, porque el Papa Francisco sí citó a Benedicto XVI en la audiencia general del 5 de agosto, ignorando Sacramentum Caritatis para citar en lugar de un discurso en Milán.
“El Papa Benedicto XVI ha intervenido sobre esta cuestión, solicitando un cuidadoso discernimiento atento y un sabio acompañamiento pastoral, sabiendo que no existen ‘recetas simples’”, dijo el Papa Francisco, citando una alocución de junio de 2012 al Encuentro Mundial de las Familias.
En ese mismo texto Benedicto XVI dijo que tales parejas deberían “sentir que son amados, aceptados, que no están «fuera» aunque no puedan recibir la absolución y la Eucaristía: deben ver que aun así viven plenamente en la Iglesia. A lo mejor, si no es posible la absolución en la Confesión, es muy importante sin embargo un contacto permanente con un sacerdote, con un director espiritual, para que puedan ver que son acompañados, guiados. Además, es muy valioso que sientan que la Eucaristía es verdadera y participada si realmente entran en comunión con el Cuerpo de Cristo”. “Aun sin la recepción «corporal» del sacramento, podemos estar espiritualmente unidos a Cristo en su Cuerpo. Y hacer entender que esto es importante. Que encuentren realmente la posibilidad de vivir una vida de fe, con la Palabra de Dios, con la comunión de la Iglesia y puedan ver que su sufrimiento es un don para la Iglesia, porque sirve así a todos para defender también la estabilidad del amor, del matrimonio”.
Tanto San Juan Pablo II como Benedicto XVI hablaron explícitamente sobre la inadmisibilidad a los sacramentos de los divorciados vueltos a casar civilmente. El Papa cita a sus predecesores cuando plantean la cuestión, pero no cita su respuesta. La explicación más plausible es que él no está de acuerdo con ella, a pesar de que el Santo Padre no ha dicho explícitamente que la enseñanza de la Familiaris Consortio, confirmada por Benedicto XVI, esté mal. El 5 de agosto, sin embargo, dio claramente esa impresión. Sea que esa impresión sea correcta o incorrecta será el drama que preocupa al sínodo.